Vida
de santidad de San Ramón Nonato
San
Ramón nació de familia noble en Portell, cerca de Barcelona, España en el año
1200[1]. San
Ramón Nonato es el patrono de las parturientas y las parteras debido a las
circunstancias de su nacimiento: recibió el sobrenombre de non natus (no nacido), porque su madre murió en el parto antes de
que el niño fuera alumbrado. Ingresó en la orden de los Mercedarios, que
acababa de ser fundada por San Pedro Nolasco.
Luego
de dos o tres años después de profesar, sucedió a San Pedro Nolasco en el cargo
de “redentor o rescatador de cautivos”. Enviado al norte de África con una suma
considerable de dinero, Ramón rescató en Argel a numerosos esclavos. Al acabársele
el dinero, se ofreció como rehén por la libertad de ciertos prisioneros cuya
situación era desesperada y cuya fe se hallaba en grave peligro, pero esto sólo
aumentó la crueldad de los infieles para con él, aunque no lo ejecutaron porque
el sultán que lo tenía cautivo sabía que perdería el dinero de su rescate. Sólo
por este motivo, lo trataron más humanamente y así el santo pudo salir a la
calle, en donde continuó evangelizando y logrando la conversión y el bautismo
de muchos musulmanes. Esto provocó el ser condenado a muerte, pero se le
conmutó la pena porque sus captores deseaban cobrar el rescate: el gobernador
ordenó que se azotase al santo en todas las esquinas de la ciudad, que se le
perforasen los labios con un hierro candente y que se le colocara un candado en
la boca, cuya llave guardaba él mismo y sólo la daba al carcelero a la hora de
las comidas. Así pasó San Ramón por un período de ocho meses, hasta que San
Pedro Nolasco pudo finalmente enviar algunos miembros de su orden a rescatarle.
San Ramón deseaba permanecer en África para asistir a los esclavos, hubiese querido quedarse para asistir a los
esclavos en Africa, sin embargo, obedeció la orden de su superior y pidió a
Dios que aceptase sus lágrimas, ya que no le había considerado digno de derramar
su sangre por las almas de sus prójimos.
A
su vuelta a España, en 1239, fue nombrado cardenal por Gregorio IX, pero
permaneció tan indiferente a ese honor que no había buscado y que tampoco lo
deseaba, que no cambió ni sus hábitos religiosos, ni su pobre celda del
convento de Barcelona, ni su manera de vivir, y esa es la razón por la que se
lo representa con el capello
cardenalicio en el suelo o colgado de un árbol, como signo de su desprecio de
los honores, incluidos los eclesiásticos, puesto que el santo sólo anhelaba la
vida eterna en Cristo Jesús. Fue llamado por el Papa tiempo más tarde a Roma
para que trabajara como colaborador suyo, emprendiendo el viaje como el
religioso más humilde. Dios dispuso que sólo llegase hasta Cardona, a unos diez
kilómetros de Barcelona, en donde falleció luego de una repentina hipertermia, el
31 de agosto de 1240[2].
Mensaje
de santidad de San Ramón Nonato
Un
mensaje de santidad es su desprecio por los honores, aun cuando estos sean
eclesiásticos, que son distintos de los honores del mundo, pero son honores al
fin. Como vimos, el santo fue nombrado cardenal, y según se afirma en su
biografía, cuando le fueron a llevar el ornamento –un sombrero rojo, que se
usaba en la época- que lo distinguía como tal, puesto que estaba lavando los
platos, dijo: “Cuélguenlo de un árbol, hasta que termine mi tarea”. Esa es la
razón por la que el capello aparece
suspendido de un árbol en las imágenes que representan a San Ramón Nonato.
Otro
mensaje de santidad es con relación al carisma de la Orden Mercedaria, a la
cual pertenecía San Ramón, y que era la “redención de cautivos”, carisma derivado
de uno de los títulos de la Madre de Dios, la cual, bajo la advocación de
Nuestra Señora de la Merced, es Corredentora, junto a su Hijo Jesús, de los
cautivos del pecado. Hoy existen cautivos por idénticos motivos que en tiempos
de San Ramón –por ejemplo, dentro de las atrocidades de la secta islamista
ISIS, figuran la reducción a la esclavitud de los cristianos que no aceptan
apostatar de su fe para profesar el Islam-, pero también hay más cautivos
todavía por el pecado, y en esto San Ramón también es ejemplo, porque si bien
nosotros –con toda probabilidad- no seremos intercambiados por prisioneros de
ISIS, sí podemos, en cambio, ofrecernos espiritualmente a Jesús crucificado,
para que acepte nuestras mortificaciones, tribulaciones, o cualquier sacrificio
que podamos hacer, para que nuestros hermanos se vean libres de la esclavitud
del pecado. En otras palabras, el santo nos enseña el valor redentor y
salvífico del sufrimiento, cuando este es unido a los sufrimientos de Jesús en
la cruz; con esto nos enseña no sol a no quejarnos de los sufrimientos,
cualesquiera que estos sean, sino a ofrecerlos, con amor y paciencia, a Jesús
crucificado, por manos de Nuestra Señora de los Dolores.
Como
vimos, San Ramón Nonato es Patrono de las parturientas y de los niños por
nacer, por haber nacido vivo, y es por eso que le podemos pedir su intercesión
por los que no pueden nacer, a causa de la horrible plaga del aborto –Estado Islámico
mandó ejecutar a 38 niños Down, aunque también Occidente comete una barbarie
igual, porque en muchos países está aprobado el aborto si, por diagnóstico
prenatal, se detecta que el niño es portador del Síndrome de Down[3]- y
por las madres, los médicos, y todos los que colaboran en este horrendo crimen.
San
Ramón es modelo también de mortificación de la voluntad propia, algo que agrada
mucho a Nuestro Señor Jesucristo porque lo hace partícipe de su Pasión,
especialmente de la Agonía en el Huerto de los Olivos, en donde Jesús pidió que
no hiciera su voluntad, sino la del Padre. Luego de liberado, San Ramón deseaba
quedarse en África, pero uniéndose a la plegaria de Jesús, mortificó su
voluntad y se embarcó nuevamente a Roma.
Se lo representa también, además de la palma del martirio -no murió como tal, pero sí sufrió como un mártir-, con una custodia con el Santísimo Sacramento, y esto es otro mensaje de santidad de San Ramón, porque era sumamente devoto de la Eucaristía, siendo el "Pan Vivo bajado del cielo", de donde obtenía toda su fuerza espiritual.
Se lo representa también, además de la palma del martirio -no murió como tal, pero sí sufrió como un mártir-, con una custodia con el Santísimo Sacramento, y esto es otro mensaje de santidad de San Ramón, porque era sumamente devoto de la Eucaristía, siendo el "Pan Vivo bajado del cielo", de donde obtenía toda su fuerza espiritual.
Por
último, por el candado en la boca, San Ramón es Patrono contra las
maledicencias, las habladurías, los chismes[4], y
es por eso que le pedimos también que interceda por los que pronuncian
blasfemas contra los Sagrados Corazones de Jesús y María, para que no solo no
las pronuncien más, sino para que, de ahora en adelante, solo salgan de sus
labios alabanzas a la Trinidad, al Cordero, que derramó su Sangre Preciosísima
por nuestra salvación en la cruz, y a la Madre de Dios, la Virgen Santísima,
Nuestra Señora de la Merced.
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