Vida
de santidad.
Según
una antigua tradición la santa, que pertenecía a una de las principales familias
de Roma, acostumbraba vestir desde muy pequeña una túnica de tela muy áspera ya
que había consagrado a Dios su virginidad. A pesar de esto, sus padres la obligaron
a contraer matrimonio con un joven pagano llamado Valeriano, pero en la noche
de bodas, Cecilia le dijo a éste que su Ángel de la Guarda la protegía en su
deseo de guardar el voto de virginidad; además, le dijo que si él quería ver al
ángel de Dios debía hacerse cristiano, lo cual hizo Valeriano, haciéndose
instruir por el Papa Urbano para luego ser bautizado[1]. Es
decir, el matrimonio de Santa Cecilia no
fue consumado, y esa es la razón por la cual, a pesar de haber contraído
matrimonio, es virgen. También es mártir, porque entregó su vida testimoniando
a Jesucristo, según consta en las Actas del Martirio[2] de
la santa, el cual se produjo de la siguiente manera: debido a que era época de
persecuciones cruentas a los cristianos por parte del Imperio Romano, habían
muchos cadáveres abandonados en las calles y la razón era que el prefecto de
Roma, Turcio Almaquio, había dispuesto la prohibición de sepultar los cadáveres
de los cristianos, como modo de escarmiento para quien tuviera el deseo de
abrazar la fe de Jesucristo. El esposo de Santa Cecilia, Valeriano, junto a su
hermano Tiburcio, también cristiano, se dedicaban, a pesar de la prohibición, a
dar sepultura digna a estos cadáveres, por lo que fueron sorprendidos por la
guardia imperial, siendo arrestados inmediatamente y llevados ante el alcalde. Éste,
que era pagano, les ofreció perdonarles la vida a cambio de que renegaran de
Jesucristo y adoraran a Júpiter, uno de los falsos dioses del panteón pagano
romano –equivalente, en nuestros días, al Gauchito Gil, la Difunta Correa o San
La Muerte, entre tantos otros ídolos demoníacos-. Valeriano y Tiburcio,
animados por el Espíritu Santo, se negaron a tal abominación, por lo que fueron
asesinados, pasando a formar parte de los mártires que adoran al Cordero en el
cielo. El funcionario del prefecto, Máximo, que había sido designado para
ejecutar la sentencia, se convirtió y sufrió el martirio con los dos hermanos y
sus restos fueron enterrados en una tumba por Cecilia. Debido a que Santa
Cecilia era la esposa de Valeriano, el alcalde ordenó su arresto, exigiéndole
también la renuncia a la fe en Cristo, a lo cual se negó Cecilia rotundamente,
declarando que prefería la muerte antes que renegar de la verdadera religión.
Entonces fue llevada junto a un horno caliente para tratar de sofocarle con los
asfixiantes vapores que salían de allí, pero en vez de desesperarse por la
falta de oxígeno, Santa Cecilia se mostraba alegre, mientras cantaba, con gozo,
a Dios, lo cual explica que haya sido nombrada Patrona de los músicos). Después
de una profesión de fe gloriosa, el prefecto la hizo decapitar allí mismo. El
verdugo dejó caer su espada tres veces sin que se separara la cabeza del
tronco, y huyó, dejando a la virgen bañada en su propia sangre. Vivió tres días
más, hizo disposiciones en favor de los pobres y ordenó que, tras su muerte, su
casa fuera dedicada como templo. En 1599 permitieron al escultor Maderna ver el
cuerpo incorrupto de la santa y él fabricó una estatua en mármol de ella, la
que se conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma[3]. Debido
a que fue sepultada en la catacumba Calixtina, se supone que el período del
martirio de Santa Cecilia se ubica entre finales del siglo segundo y mediados
del tercero.
Mensaje
de santidad.
Podemos
decir que Santa Cecilia nos da su mensaje de santidad con su cuerpo, con su
virginidad y con su martirio.
Con
su mismo cuerpo, tal como fue encontrado -cubierto con costosos adornos de oro,
signo de la protección papal y con su ropa empapada en sangre hasta los pies,
signo de su martirio[4]-,
testimonia la creencia en el Dios católico, Dios Uno y Trino, es decir, la
Santísima Trinidad: con el dedo índice de la mano izquierda señala a Dios Uno y
con los tres dedos extendidos de la mano derecha, señala a las Tres Divinas
Personas que existen en el Único Dios Verdadero. El escultor que hizo la
escultura, Stefano Maderno, dejó una inscripción en la que afirma haber visto el
cuerpo de la santa tal como la esculpió, es decir, indicando con sus dedos “1”
y “3”, la fe católica en la Santísima Trinidad, Tres Divinas Personas en un
solo Dios[5]
verdadero. La razón por la cual Santa Cecilia es Patrona de la música no está
clara, aunque se pueden suponer dos motivos: por un lado, porque cuando se casó
por deseo de su padre –no por deseo propio, porque como vimos, ella consagró su
virginidad desde muy pequeña a Dios-, mientras los músicos tocaban para
amenizar el matrimonio terrenal –el cual finalmente no se llevó a cabo-, Santa
Cecilia cantaba a Jesús en su corazón, es decir, Santa Cecilia cantaba de
alegría por su desposorio místico con Jesucristo, y no por el matrimonio
terreno.
Con
su virginidad, la santa nos muestra cómo es la vida en el Reino de los cielos,
en donde “los hombres y las mujeres no se casan, porque son como ángeles” (cfr.
), como dice Jesús; así, la virginidad consagrada, es un testimonio de la vida
en la bienaventuranza eterna.
Con
su martirio, cuál es el precio de creer en Jesucristo y hasta dónde debemos
estar dispuestos a llegar –hasta la entrega de la propia vida- con tal de no
renunciar a Jesucristo. Pero no hace falta que un gobierno envíe sus soldados
para que nos ejecuten por ser cristianos: el cristiano debe estar dispuesto a
dar su vida en testimonio de Cristo en la vida diaria, de todos los días, y la
disposición debe ser la misma de la de Santa Cecilia. Es decir, un cristiano
debe estar dispuesto a perder la vida, antes que cometer un pecado venial
deliberado o un pecado mortal, porque ambas cosas significan la renuncia a la
fe en Jesucristo, la pérdida de la gracia y la eventual pérdida de la vida
eterna. Es esto lo que implica el ser cristianos, el estar dispuestos a morir
antes que perder la gracia voluntariamente, y para esto no hace falta que
alguien nos decapite, puesto que las ocasiones para dar testimonio de Jesús, en
forma incruenta, se presentan día a día.
[1] https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=351
[2] Las “Actas del Martirio de Santa
Cecilia” tienen su origen hacia la mitad del siglo quinto, y han sido
transmitidas en numerosos manuscritos, así como traducidas al griego. Fueron
asimismo utilizadas en los prefacios de las misas del mencionado “Sacramentarium
Leonianum”.
[3] Cfr. ibidem.
[4] http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=saintfeast&localdate=20161122&id=12304&fd=0
[5] http://infocatolica.com/blog/sarmientos.php/0911230453-ipor-que-es-sta-cecilia-patro
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