San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 10 de noviembre de 2016

San León Magno


En uno de sus sermones, San León Magno se refiere a la Virgen y afirma que Ella, antes de concebir a Dios Hijo corporalmente, lo concibió “en el espíritu”: “Dios elige a una virgen de la descendencia real de David; y esta virgen, destinada a llevar en su seno el fruto de una sagrada fecundación, antes de concebir corporalmente a su prole, divina y humana a la vez, la concibió en su espíritu”[1]. Si meditamos en esta afirmación, podremos traer ejemplo, de la Virgen, de cómo comulgar. ¿De qué manera? Veamos.
Ante todo, meditemos en lo que San León Magno quiere decir cuando afirma que la Virgen “concibió en su espíritu” al Hijo de Dios. Puesto que el alma humana –el espíritu- tiene dos potencias, la inteligencia y la voluntad, esto quiere decir que la Virgen concibió en la inteligencia y en la voluntad, antes de concebir en su cuerpo. En la inteligencia, porque ante el Anuncio del Ángel, de que habría de concebir al Verbo de Dios por obra del Espíritu Santo –“lo concebido será llamado Hijo del Altísimo (…) el Espíritu Santo te cubrirá con su sombra”-, la Virgen, con su inteligencia iluminada por el Espíritu Santo –está inhabitada por el Espíritu Santo desde su Inmaculada Concepción-, no dudó en ningún momento acerca de lo que le revelaba el Ángel de parte de Dios, aceptando con mansedumbre la Verdad Divina de que habría de ser la Madre de Dios Hijo. Es esto lo que significa que concibió “en su espíritu”, esto es, en su inteligencia. La otra potencia del espíritu humano es la voluntad, es decir, la capacidad de querer y amar, y aquí también la Virgen concibió antes que en el cuerpo, porque con su voluntad amó la Palabra de Dios que habría de encarnarse en Ella, y la amó con un amor puro, con el Amor mismo de Dios, el Espíritu Santo, y nada amó que no fuera al Hijo de Dios que en Ella se habría de encarnar, y si amó algo fuera de Él, lo amó en Él, por Él y para Él. Fue después de concebir en el espíritu, es decir, en la inteligencia y en la voluntad, que concibió al Verbo de Dios en el cuerpo, y así la Virgen se convierte en nuestro modelo y ejemplo de cómo comulgar, esto es, de cómo recibir al Verbo de Dios encarnado, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía, en la comunión eucarística.
La Virgen es nuestro ejemplo porque así como Ella lo concibió en su inteligencia, aceptando la Verdad de la Encarnación del Hijo de Dios, así también nosotros, al comulgar, debemos hacerlo con nuestra inteligencia adherida plenamente a lo que la Iglesia enseña acerca de la Presencia real, verdadera y substancial de Jesús en la Eucaristía, sin contaminar esta Verdad con herejías, errores, pareceres propios, etc., acerca de la Eucaristía.
La Virgen es nuestro ejemplo porque así como Ella lo concibió en su voluntad, amando a la Palabra de Dios que se encarnaba en Ella, así nosotros debemos amar a esta Palabra de Dios encarnada, Jesús, que prolonga su Encarnación en la Eucaristía, con un amor puro, amando a la Eucaristía solamente y nada más que la Eucaristía y si amamos algo que no sea la Eucaristía, debemos amarlo por, en y con la Eucaristía.
Por último, así como la Virgen, luego de concebir a su Hijo en su inteligencia y en su voluntad, lo concibió en su cuerpo virginal, así debemos nosotros, luego de aceptar la Verdad de la Eucaristía con la inteligencia y amarla con el corazón, debemos recibirla en el cuerpo, esto es, en la boca, en estado de gracia y castidad. Así es cómo la Virgen es nuestro modelo perfecto para comulgar, es decir, para recibir a su Hijo Jesús en la Eucaristía.



[1] Sermón 1 en la Natividad del Señor, 2. 3: PL 54, 191-192.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario