Vida de santidad de San Pantaleón
Pantaleón
–que significa en griego “el que se compadece de todos”- fue un médico mártir nacido
en Nikomedia (actual Turquía), de 29 años de edad, que murió decapitado por
profesar su fe católica en la persecución del emperador romano Diocleciano, el
27 de julio del 305[1].
Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano en que vivía y sucumbió
ante las tentaciones, que debilitan la voluntad y acaban con las virtudes,
cayendo en la apostasía. Regresó al seno de la Iglesia luego de que un buen
cristiano llamado Hermolaos le dijera que, ya que él era médico y conocía la
curación del cuerpo conociera, por medio de la oración, “la curación proveniente
de lo más Alto”, es decir, la curación del alma por la gracia de Jesucristo. Desde
ese momento, entregó su ciencia al servicio de Cristo, sirviendo a sus
pacientes en nombre del Señor y viendo en los que sufrían al mismo Jesucristo.
En
la persecución de Diocleciano del año 303, Pantaleón, que había entregado todos
sus bienes a los pobres, fue denunciado por algunos médicos que le tenían
envidia ante las autoridades. El emperador, que quería salvarlo, le ofreció el
perdón de su vida, pero si renegaba de Cristo, a lo que San Pantaleón se negó
rotundamente. En ese momento, y como prueba de que su fe en el Hombre-Dios
Jesucristo era verdadera, curó milagrosamente a un paralítico. Este último
hecho sirve para que consideremos lo siguiente: los verdaderos milagros, hechos
por los santos, son realizados con el poder de Jesucristo, que es Dios; es
decir, cuando los santos hacen milagros, el que hace el milagro es verdadera y
únicamente Jesucristo. Valga esta aclaración, porque muchos, por credulidad, y
en un verdadero acto de injusticia y ofensa hacia Jesucristo, atribuyen sus
milagros a quienes son sus enemigos, los ángeles caídos, cuyos agentes son
varios (por ejemplo, Difunta Correa, Santa Muerte, etc.). El emperador, al no
conseguir que San Pantaleón apostatara, lo condenó a morir por decapitación,
junto a Hermolaos, el cristiano por el cual San Pantaleón había regresado a la
Iglesia, y a otros dos discípulos de Cristo. Si bien San Pantaleón, como
dijimos, había apostatado de la fe en Jesucristo, sin embargo reparó este
pecado y tuvo la oportunidad de manifestar su amor al Redentor, entregando su
vida por Él.
Mensaje de santidad de San Pantaleón
En
las actas de su martirio se nos relatan hechos milagrosos, que indican cómo el
Espíritu Santo en Persona asiste a los mártires, confortándolos y evitándoles
los enormes dolores que provocan tan crueles torturas: en efecto, a San
Pantaleón trataron de matarlo de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo
fundido, ahogándolo, tirándolo a las fieras, torturándolo en la rueda y
atravesándole una espada. Con la ayuda de Jesús y del Espíritu Santo, San Pantaleón
salió ileso de todas estas torturas; finalmente, cuando Dios consideró que ya
había dado suficiente testimonio de amor a Jesucristo, le dijo a San Pantaleón
que les permitiera, libremente, que lo decapitaran. Con su vida de santidad y
con su martirio por Jesucristo, San Pantaleón, que era médico y curaba los cuerpos, nos enseña que, más que la
curación corporal, importa la curación del alma por la gracia santificante de Jesús, Médico Divino y que, por más
poderosos que sean los grandes de la tierra, no debemos vacilar en dar
testimonio de Nuestro Señor Jesucristo en la vida diaria, cumpliendo sus
Mandamientos y viviendo las Bienaventuranzas, seguros de que nos asistirán
Jesús y el Espíritu Santo.
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