San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 15 de julio de 2016

Los milagros de San Benito


San Benito nació en Nursia de padres ricos que lo enviaron a Roma para ser educado. Considerado el padre del monacato occidental, luego de fundar comunidades monásticas en Subiaco, se estableció con sus discípulos más cercanos en Monte Cassino, a medio camino entre Roma y Nápoles, y allí construyó el monasterio donde pasó el resto de su vida y escribió su famosa “Regla”, guía práctica y segura en el seguimiento de Cristo, no sólo para monjes y monjas sino también para laicos[1]. Si bien fue el ejercicio heroico de las virtudes cristianas lo que lo llevó al cielo, se caracterizó también por obrar varios milagros, cuya autenticidad y veracidad cuentan con el aval del Papa San Gregorio, que es quien los relata en la biografía del santo escrita por él. Algunos de estos milagros son los siguientes[2].
-Quebró un vaso lleno de veneno al trazar sobre él la señal de la Cruz:
Siendo abad de un monasterio, San Benito se mostró mucho más estricto en el cumplimiento de las reglas que el anterior abad, lo cual motivó la enemistad de los monjes, quienes decidieron acabar con su vida, para lo cual le sirvieron una copa de vino con veneno. Antes de beberlo, San Benito trazó la señal de la Cruz sobre el vaso, y en ese instante el vaso se partió en mil pedazos, como si una roca hubiera sido lanzada contra ella. San Gregorio Magno hace este comentario: “Accidente por el cual el hombre de Dios percibió que la copa contenía el trago de la muerte, mismo que no podía soportar el signo de la vida”.
-Salvó a un hombre de ahogarse, actuando por medio de otra persona:
Sucedió que un monje llamado Plácido cayó accidentalmente al río y comenzó a ser arrastrado rápidamente por la corriente. San Benito, que estaba lejos del lugar del hecho, se enteró milagrosamente de lo que había sucedido y de inmediato ordenó a otro monje llamado Maurus correr hacia el lago para salvar a Plácido. Al llegar este monje al lago, y sin darse cuenta de lo que hacía, corrió sobre la superficie del agua –similar a Nuestro Señor, que caminó sobre las aguas-, sacó del agua al monje que se ahogaba y lo llevó hasta la orilla. El monje sólo se dio cuenta de que había caminado sobre el agua después de que él estaba ya de vuelta en tierra. San Gregorio Magno escribe que Maurus “se maravilló y tenía miedo de lo que había hecho”. Sin embargo, el milagro no termina aquí: por un lado, Maurus insistía en que no recordaba haber caminado sobre el agua, mientras que Plácido afirmaba que quien lo había sacado del agua en el medio del lago no llevaba puesta la ropa de Maurus, sino la de Benito. Es decir, lo que sucedió es que, de un modo misterioso, aunque fue Maurus el que corrió a socorrer a Plácido, fue San Benito quien obró a través de él para caminar sobre las aguas y salvar a Plácido.
-Tenía el don de leer la mente de sus monjes:
San Benito envió a unos monjes a entregar un mensaje a otra ciudad y, como de costumbre, les ordenó ayunar. Sin embargo, en un momento determinado, los monjes aceptaron la invitación de un paisano, que les sirvió una buena comida; los monjes aceptaron, convencidos de que nadie habría de enterarse. Cuando regresaron, San Benito les preguntó dónde habían estado comiendo, a lo que los monjes respondieron que en ningún lugar, pero Benito los sorprendió cuando les reveló dónde habían comido y qué alimentos y bebidas habían consumido. Al verse descubiertos, dice San Gregorio Magno, “cayeron temblando a sus pies” y confesaron su pecado.
-Resucitó a un niño:
Durante un proyecto de construcción en la abadía, se cayó una pared todavía sin terminar y mató al instante a un niño que se encontraba en el lugar. Los monjes, entristecidos, llevaron el cadáver del niño a San Benito, quien lo puso sobre una mesa, hizo que todos salieran del lugar, y comenzó a orar. Milagrosamente, el niño volvió a la vida y su cuerpo fue sanado de todas las lesiones.
-Movió una enorme piedra con su oración:
Algunos monjes estaban ocupados construyendo nuevas celdas en la abadía y se encontraron con una enorme piedra que bloqueaba el camino de la construcción. Incluso trabajando todos juntos, no fueron capaces de mover la piedra. Llamaron a San Benito, el cual, al llegar al lugar, pronunció una oración; acto seguido, los monjes pudieron remover la piedra con suma facilidad.
-Exorcizó a un demonio obstinado:
Un hombre de un pueblo cercano estaba poseído por un demonio y su obispo local realizó un exorcismo, pero no pudo expulsar al demonio, por lo cual decidió llamar a San Benito. El santo oró e invocó a Nuestro Señor Jesucristo, e inmediatamente el demonio salió del cuerpo del hombre, dejándolo libre. Para evitar otro ataque demoníaco, San Benito le dio al hombre dos reglas a seguir: abstenerse de comer carne el resto de su vida y no tratar de entrar en el sacerdocio.
-No se inmutó por el engaño del Diablo:
Durante una construcción, Benito pidió que los monjes cavaran un pozo. Allí, los monjes encontraron un viejo ídolo de bronce y, por algún motivo, uno de los monjes, sin reparar que era una estatuilla maligna, puso el ídolo demoníaco en la cocina, pero no con la intención de adorarlo, sino sólo como un lugar para ponerlo. En ese momento, se inició un incendio feroz en la cocina, ante lo cual, los monjes fueron a llamar a San Benito, quien les dijo que no veía ningún fuego. Al insistir los monjes en que la cocina estaba en llamas, San Benito se dio cuenta de que las llamas eran una ilusión realizada por el diablo para asustarlos, puesto que la gracia lo protegía de las astucias del maligno y no tenían eficacia sobre él los trucos del demonio. El santo oró para que los monjes fueran liberados del engaño y en ese instante los monjes se dieron cuenta de la ilusión diabólica, luego de lo cual, destruyeron el ídolo demoníaco.
Estos son los milagros que realizó San Benito, todos avalados por el Papa San Gregorio, como dijimos. Sin embargo, como también dijimos al inicio, no son los milagros los que conceden la santidad, sino la gracia de Dios, a la que el alma debe responder con fidelidad, y en esto es ejemplo inigualable San Benito.



[1] http://forosdelavirgen.org/95004/milagros-san-benito/

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