San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 19 de julio de 2016

San Arnulfo de Metz, Patrono de los cerveceros


¿Un santo de la Iglesia, Patrono de los cerveceros? ¿No parece un contrasentido? No, porque la Iglesia Católica no prohíbe el consumo de alcohol, sino el consumo poco prudente del mismo, que lleva a las personas a embriagarse. Existe la creencia, entre algunos católicos, de que el consumo de cerveza y otras bebidas alcohólicas es pecado. En realidad, no hay problemas con el consumo de alcohol, si este es moderado, se haga con responsabilidad y, por lo tanto, no interfiera con nuestra santidad. El consumo de alcohol sí es pecaminoso cuando la persona se embriaga, y es tan grave este pecado, que impide el ingreso en los cielos y, como tal, los que se embriagan, se encuentran en los grupos que no “heredarán el Reino de los cielos”, como dice la Escritura: “No herederán el Reino de los cielos ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos (…)” (cfr. 1 Cor 6, 10).
Sin embargo, como hemos dicho, si el consumo de alcohol es moderado, no constituye un obstáculo para nuestra vida de la gracia, y es por eso que incluso hasta existe un rito en latín para bendecir la cerveza[1], por lo que sí es posible que exista un… ¡santo Patrono de los cerveros! Y este santo patrono es San Arnulfo de Metz[2].


¿A qué se debe este particular “patronazgo”?
Repasemos brevemente su vida, y nos daremos cuenta de la razón, tanto de su santidad, como del por qué es Patrono de los cerveceros.
Arnulfo nació en Austria en el año 580 -ya desde esa época, se elaboraba en estas tierras una cerveza de excelente calidad- y desde muy pequeño sintió la vocación de servir a Dios por la vida consagrada, por lo que ingresó, siendo muy joven, a un monasterio benedictino. Al poco tiempo de su ordenación sacerdotal, fue nombrado Abad y finalmente obispo de Metz en Francia a los 32 años.
Consigna: tomar cerveza o morir. Literalmente, San Arnulfo se encontró, junto a toda la población, con este dilema: o tomaban cerveza, o morían. ¿Por qué? Sucedió que en la región en donde San Arnulfo era obispo, se desencadenó una terrible peste que contaminó el agua, lo cual produjo gran mortandad entre la gente que la consumía. Por esta razón, y para salvar la vida de sus fieles, San Arnulfo les aconsejó que dejaran de consumir el agua contaminada y en su lugar bebieran cerveza, un consejo muy atinado, puesto que, como sabemos, cuando se hace hervir el agua para fabricar la cerveza, esta queda libre de los gérmenes que producen la enfermedad. Y fue así que, literalmente, San Arnulfo y sus fieles se vieron en una terrible encrucijada: o bebían cerveza, o morían. Bebieron cerveza y, por lo tanto, se salvaron.


Un milagro atribuido a San Arnulfo: la multiplicación de la cerveza.
Podríamos decir que, ya con este consejo de beber cerveza o morir, San Arnulfo se ganó el “padrinazgo” de los cerveceros. Sin embargo, faltaba un milagro, realizado esta vez, luego de haber fallecido. En el año 627, San Arnulfo se retiró a un monasterio cerca de Remiremont, Francia, donde finalmente murió y fue enterrado en el 640. Al año siguiente, los ciudadanos de su ciudad natal, Metz, pidieron que su cuerpo fuera exhumado y llevado a la ciudad de Metz para darle sepultura en su Iglesia local. Sucedió que, mientras transportaban el cuerpo de San Arnulfo de regreso a Metz, varios fieles se sintieron agotados y deshidratados, puesto que era un día de mucho calor, por lo que hicieron una parada en una taberna para beber un poco de cerveza. Sin embargo, al entrar, descubrieron con angustia que sólo quedaba un jarro, por lo que, resignados, se decidieron a compartirlo entre todos. Pero hete aquí la sorpresa, que todos bebían y bebían, y el jarro no se terminaba nunca, de modo que toda la gente pudo beber cerveza hasta satisfacer su sed. El milagro, obviamente, fue atribuido a San Arnulfo y esta es la otra razón por la cual la Iglesia lo considera el Santo Patrono de los Cerveceros.
Hoy en día es venerado como Santo en la Iglesia Católica y en la Iglesia Ortodoxa y su fiesta es el 18 de julio.
Que los cerveceros, entonces, se encomienden a su santo Patrono, San Arnulfo.



[1] La Santa Iglesia Católica tiene un rito especial para bendecir la cerveza?  Pues sí, la bendición de la cerveza existe y es tan antigua que debemos remontarnos hasta el año 1614 cuando el Papa Paulo V publicó el RITUALE ROMANUM. El capítulo VIII de ese libro está dedicado a la bendición de cosas designadas para el uso ordinario. Allí encontramos, por ejemplo, la bendición del pan, bendición de cualquier tipo de medicina, bendición del queso o mantequilla, bendición del aceite, bendición de la sal, bendición de la semilla, etc. La lista es larga y, aunque no sea muy difundido, Paulo V incluyó la Benedictio Cerevisiae (Bendición de la cerveza) cuyo texto original en latín es el siguiente: Rituale Romanum de 1614. Bendición de la Cerveza. Bendice, Señor, esta cerveza criatura, que te has dignado a producir con el mejor grano: que sea un remedio saludable para la raza humana y concede por la invocación de tu Santo Nombre que quien beba de ella pueda obtener la salud del cuerpo y la paz del alma. Por Cristo, nuestro Señor.
R. AMÉN. (Use esta bendición con moderación. Y si la usa, por favor, no maneje). Cfr. http://es.churchpop.com/2016/01/14/la-bendicion-de-la-cerveza-existe-no-es-broma/
[2] http://es.churchpop.com/2016/02/25/la-curiosa-historia-del-santo-patron-de-los-cerveceros-san-arnulfo-de-metz/

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