San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

domingo, 29 de septiembre de 2013

San Jerónimo


         Para San Jerónimo -llamado “Padre de las ciencias bíblicas” por el estudio erudito de la Sagrada Escritura, estudio al que consagró toda su vida-, el hecho de desconocer la Biblia –tanto por falta de lectura, como por falta de interpretación según la fe de la Iglesia-, es equivalente a desconocer al mismo Cristo en Persona: “Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo”. Y en otro lugar: “¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los creyentes?”. Aquel que desconoce las Escrituras, dice San Gerónimo, no tiene la vida de Dios en sí mismo, porque desconoce a Cristo, que es la Vida eterna en Persona. Y al revés, también es cierta esta afirmación: quien conoce la Escritura, no solo a través del estudio científico de la misma, sino ante todo por interpretarla de acuerdo a la fe de la Iglesia, conoce a Cristo y conoce por lo tanto el camino de salvación eterna que debe recorrer para llegar al Reino de los cielos.
Podemos decir entonces que el mensaje de santidad de San Jerónimo es el siguiente: “Si quieres tener vida eterna, aún viviendo en el tiempo, como anticipo de la plenitud de gloria que recibirás en el Reino de los cielos, aplícate al estudio de la Sagrada Escritura y así conocerás a Cristo, Camino, Verdad y Vida”. Y si este mensaje de santidad es válido para toda persona en cualquier época, es válido hoy más que nunca, en nuestros días, en el que los hombres están agobiados por un mundo materialista y sin Dios que los asfixia y les hace perder el rumbo. El mundo moderno, que ha proscripto a Dios y ha puesto su confianza en la ciencia y la tecnología, no ofrece respuestas frente a los interrogantes del hombre relativos a la vida eterna, y al no encontrar respuestas, el hombre sin Dios pretende vanamente encontrar las respuestas a las preguntas por el sentido de la vida y sobre el más allá, en lugares equivocados: tarot, ocultismo, metafísica esotérica, espiritismo, wicca, etc. Muchos cristianos consultan a adivinos, a astrólogos, a tarotistas, y a cuanto ocultista y vendedor de ilusiones se presenta, y esto lo hacen en vez de acudir a la Sagrada Escritura.

Cuando el cristiano quiere saber algo, ya sea algo relativo a los temas cotidianos, o si quiere indagar acerca de cómo obrar frente a un problema determinado, o si quiere conocer acerca de la vida eterna, no debe recurrir a la oscuridad sino, según San Jerónimo, a la Biblia, en donde encontrará la respuesta a cualquier interrogante que pueda surgir, porque según San Jerónimo, la Biblia es el instrumento “con el que cada día Dios habla a los fieles”, convirtiéndose así “en estímulo y manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para toda persona”. En otras palabras, según San Jerónimo, no hay ningún interrogante que no pueda ser respondido por la Sagrada Escritura, porque la Sagrada Escritura es la Palabra de Dios, Cristo, que se encarna en el alma cuando se la lee con fe y con amor.

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