Para San Jerónimo -llamado “Padre de las ciencias bíblicas”
por el estudio erudito de la Sagrada Escritura, estudio al que consagró toda su
vida-, el hecho de desconocer la Biblia –tanto por falta de lectura, como por
falta de interpretación según la fe de la Iglesia-, es equivalente a desconocer
al mismo Cristo en Persona: “Ignorar la Escritura es ignorar a Cristo”. Y en
otro lugar: “¿Cómo es posible vivir sin la ciencia de las Escrituras, a través
de las cuales se aprende a conocer al mismo Cristo, que es la vida de los
creyentes?”. Aquel que desconoce las Escrituras, dice San Gerónimo, no tiene la
vida de Dios en sí mismo, porque desconoce a Cristo, que es la Vida eterna en
Persona. Y al revés, también es cierta esta afirmación: quien conoce la
Escritura, no solo a través del estudio científico de la misma, sino ante todo
por interpretarla de acuerdo a la fe de la Iglesia, conoce a Cristo y conoce
por lo tanto el camino de salvación eterna que debe recorrer para llegar al
Reino de los cielos.
Podemos
decir entonces que el mensaje de santidad de San Jerónimo es el siguiente: “Si
quieres tener vida eterna, aún viviendo en el tiempo, como anticipo de la
plenitud de gloria que recibirás en el Reino de los cielos, aplícate al estudio
de la Sagrada Escritura y así conocerás a Cristo, Camino, Verdad y Vida”. Y si
este mensaje de santidad es válido para toda persona en cualquier época, es
válido hoy más que nunca, en nuestros días, en el que los hombres están agobiados
por un mundo materialista y sin Dios que los asfixia y les hace perder el
rumbo. El mundo moderno, que ha proscripto a Dios y ha puesto su confianza en
la ciencia y la tecnología, no ofrece respuestas frente a los interrogantes del
hombre relativos a la vida eterna, y al no encontrar respuestas, el hombre sin
Dios pretende vanamente encontrar las respuestas a las preguntas por el sentido
de la vida y sobre el más allá, en lugares equivocados: tarot, ocultismo,
metafísica esotérica, espiritismo, wicca, etc. Muchos cristianos consultan a
adivinos, a astrólogos, a tarotistas, y a cuanto ocultista y vendedor de
ilusiones se presenta, y esto lo hacen en vez de acudir a la Sagrada Escritura.
Cuando
el cristiano quiere saber algo, ya sea algo relativo a los temas cotidianos, o
si quiere indagar acerca de cómo obrar frente a un problema determinado, o si
quiere conocer acerca de la vida eterna, no debe recurrir a la oscuridad sino,
según San Jerónimo, a la Biblia, en donde encontrará la respuesta a cualquier interrogante
que pueda surgir, porque según San Jerónimo, la Biblia es el instrumento “con
el que cada día Dios habla a los fieles”, convirtiéndose así “en estímulo y
manantial de la vida cristiana para todas las situaciones y para toda persona”. En
otras palabras, según San Jerónimo, no hay ningún interrogante que no pueda ser
respondido por la Sagrada Escritura, porque la Sagrada Escritura es la Palabra
de Dios, Cristo, que se encarna en el alma cuando se la lee con fe y con amor.
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