San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

domingo, 15 de septiembre de 2013

El Cura Brochero y la imitación de Cristo


          El Cura Brochero imitó a Cristo durante toda su vida y fue así como alcanzó la santidad. La imitación de Cristo se ve, ante todo, en la heroicidad de la práctica de las virtudes, heroicidad que fue, en definitiva, la que lo llevó al Reino de los cielos, y a ser proclamado beato en la tierra. Y puesto que en Brochero el sacerdocio ministerial se identificaba con él, de tal manera que no puede pensarse en Brochero sin pensar en "el Cura Brochero", la imitación de Cristo que lo llevó a los cielos se dio sobre todo en su vida sacerdotal, en la devoción y piedad con la que celebraba la Santa Misa -celebró hasta el final, aún cuando ya ciego y sin sensibilidad en los dedos, no podía leer el Misal ni saber si sostenía adecuadamente la Hostia-, o rezaba el Rosario, o confesaba, o predicaba los Ejercicios Espirituales que el Señor otorgó como preciosísimo don celestial a la Iglesia, por medio de San Ignacio de Loyola.  
          El Cura Brochero se distinguió, de modo particular, en su celo por las almas, buscando su salvación a toda costa, y uno de los medios sobrenaturales más eficaces que utilizó para este fin, fueron los Ejercicios Espirituales, para cuya realización dedicó gran parte de su vida. El Padre Brochero fue un predicador incansable de estos retiros, riquísimos en meditaciones espirituales de profundo contenido, y obtuvo la conversión de numerosas almas a través de estos retiros. Y fue en esto en lo que imitó a Cristo, porque era Cristo quien vivía en Él y obraba a través suyo, puesto que no era él quien salía a buscar ejercitantes para los Ejercicios Espirituales, sino que era Cristo en Persona el que, como el pastor de la parábola, que sale a buscar la oveja perdida y deja a las noventa y nueve (cfr. Lc 15, 1-10), y como la mujer que busca la dracma perdida hasta encontrarla, sale a buscar al pecador, pero esta vez ya no en la figura de una parábola, sino en el cuerpo y alma de un sacerdote totalmente entregado a Él e identificado con Él.
          El Cura Brochero imitó a Jesús en sus virtudes, en la vida cotidiana, y en su sacerdocio ministerial, pero también imitó a Cristo hasta el fin de sus días con la enfermedad, y lo hizo no como él quería, muriendo en plena actividad, "como el caballo Chesches, que murió en plena carrera", según él lo manifiesta en la carta al obispo Yáñez, sino con una enfermedad que lo consumió poco a poco, la lepra. La imitación de Cristo con esta enfermedad está en el hecho de que el leproso, en la Antigüedad, era llamado "maldito" y considerado como tal, pues vivía alejado de los poblados y todo el mundo evitaba su contacto, porque se lo consideraba repugnante incluso a la simple vista. Cristo muere en la Cruz, y con esto se hace maldito, como dice la Sagrada Escritura a quien muere en la Cruz: "Maldito el que cuelga del madero". Pero Cristo, no siendo maldito en sí mismo, se hace maldito por nosotros, para compartir nuestra suerte, que sí es maldita, desde el momento en que estamos caídos a causa del pecado original. Cristo se hace maldito para destruir la maldición por el sacrificio de la Cruz, la ofrenda de su Cuerpo y el derramamiento de su Sangre, que cancelan para siempre la maldición que desde Adán y Eva pesaba sobre la humanidad entera. Al contagiarse la lepra, llamada "enfermedad maldita" y que daba el nombre de "maldito" al que la contraía, el Cura Brochero exterioriza con su cuerpo humano la identificación espiritual interior, dada por la gracia, con la Pasión redentora del Hombre-Dios, que no duda en subir al leño de la Cruz para destruir allí la maldición que el pecado había traído sobre toda la humanidad.
          Por último, hay otra identificación del Cura Brochero con Cristo: el Cura Brochero se contagió la lepra al tomar mate en sus visitas a un leproso, ateo y blasfemo, de quien buscaba su conversión, y en esto imitó a Jesús, Buen Pastor, que para rescatar a su oveja perdida no duda en descender del cielo para ofrendar su Cuerpo en la Cruz por la salvación del pecador. por esto, no era José Gabriel del Rosario Brochero quien visitaba a ese leproso y tomaba mate con él, sino que era el mismo Jesús en Persona quien, a través del Cura Brochero, se acercaba al leproso para conquistar su alma y llevarla al Reino de los cielos. Al igual que el Cura Brochero, seamos entonces otros tantos "cristóforos", es decir, portadores de Cristo, para que Cristo los alcance con su Amor.
         


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