Algunos de los aspectos que se destacan en el martirio de
estos santos es, por un lado, la calumnia propagada por Nerón por la cual los
culpaba de un delito cometido por él -esto es, el incendio de Roma- y, por otro
lado, la extrema crueldad demostrada por sus verdugos a la hora de darles
muerte. Según narran historiadores paganos, como Cornelio Tácito[1], a
algunos mártires se los rociaba de pies a cabeza con brea para luego prenderles
fuego, quedando así convertidos en antorchas humeantes, y esto sin importar si
se trataban de niños, mujeres, hombres; otro método era el arrojarlos a la
arena del circo, revestidos con pieles de animales, para ser destrozados por
las bestias salvajes[2], o
bien crucificarlos para que murieran en medio de atroces dolores[3]. Tertuliano
es quien describe también el grado de animosidad de la población,
mayoritariamente pagana, en contra de la minoría cristiana,: “Los paganos
atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si
las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el
Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste,
terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y
por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”[4]. Esta
animosidad era a su vez azuzada por las calumnias de Nerón, que inculpó
falsamente a los cristianos de haber incendiado a Roma, un crimen del que él
fue el único autor, expresándose así el historiador Tácito: “Como corrían voces
que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables,
castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus
abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”[5]. Fueron
estas dos situaciones las que, convergiendo, desencadenaron una de las más
brutales persecuciones a los cristianos en la historia de la Iglesia, una
persecución que se extendió a lo largo de casi tres años, desde el 64 d. C.
hasta el 67 d. C.
¿Cuál fue la reacción de los cristianos, tanto a las
calumnias de Nerón, como a la animosidad sedienta de sangre de los paganos?
Los cristianos no se organizaron en milicias, no
planificaron una revuelta contra el gobierno, no idearon una revolución, no
respondieron a las calumnias con más calumnias, no atentaron contra la vida de
quienes los perseguían, no se organizaron para conspirar ilícitamente contra la
autoridad establecida, aun cuando esta era la que los perseguía injustamente. Esto
es lo que NO hicieron. ¿Cuál fue la respuesta positiva de los cristianos,
amenazados de muerte? Respondieron con mansedumbre y humildad, porque no solo
no complotaron contra el injusto tirano que los condenaba a muerte sin delito
alguno –al contrario, su fe en Jesucristo, el Hombre-Dios, era un acto de
justicia, puesto que adoraban y honraban al Único Dios verdadero, Jesús de
Nazareth-. Hubieran cometido un acto de injusticia e impiedad si, por el
contrario, en vez de adorar a Jesucristo lo hubieran rechazado para postrarse
ante los ídolos paganos y ofrecerles incienso y sacrificios, siendo como son,
los ídolos de los paganos, “demonios”, tal como lo enseña la Escritura: “Los
ídolos de los gentiles son demonios” (cfr. 1
Cor 10, 20). Pero los protomártires se mantuvieron firmes en la fe en
Jesucristo como el Dios Mesías, encarnado en una naturaleza humana, que por el
sacrificio en cruz redimió a los hombres, les concedió la filiación divina, les
abrió las puertas del cielo y los hizo herederos del Reino de Dios. Frente a la
violenta persecución, los protomártires se organizaron pacíficamente en grupos que,
reuniéndose en las catacumbas, sólo querían seguir adorando a su Dios y Señor,
Jesús de Nazareth, que había dado la vida por ellos en la cruz y por quien
ellos ahora tenían la oportunidad de ofrendar sus vidas en testimonio de su
divinidad. Los cristianos protomártires de Roma reaccionaron con mansedumbre y
humildad, entregándose serena y pacíficamente a sus perseguidores, manifestando
así que participaban de la mansedumbre, la humildad y la santidad del Rey de
los mártires, Cristo Jesús, el Cordero de Dios. Y lo que hacía posible que
estos mártires entregaran sus vidas con amor y alegría por el Nombre de Cristo
Jesús, era la Presencia del Espíritu Santo en sus almas, Espíritu que les
concedía la fortaleza sobrehumana misma del Cordero y que les permitía afrontar
su martirio plenos de dicha y de amor por Jesús. Es este el signo sobrenatural
de los Santos Protomártires Romanos, perseguidos, torturados y asesinados en
los inicios del cristianismo. Y es este también el signo sobrenatural de los
cientos de miles de mártires que, en estos nuestros últimos tiempos ofrendan
sus vidas por Jesucristo, principalmente en el genocidio que se lleva a cabo,
en el siglo XXI, en Oriente. La única diferencia de estos mártires contemporáneos con los de los tiempos de Nerón, es que no son asesinados por las bestias del circo y sus afilados dientes y garras, sino que sucumben bajo las balas de los AK-47 y Kalashnikov empuñados por bestias humanas que actúan bajo nombres como ISIS, EI, Daesh, Al Qaeda.
[1] Cfr. Libro XV de los Annales.
[2] Cfr. http://es.catholic.net/op/articulos/31952/primeros-mrtires-de-la-santa-iglesia-romana-santos.html
[3] https://www.aciprensa.com/recursos/santos-protomartires-de-la-iglesia-romana-2687/
[4] http://es.catholic.net/op/articulos/31952/primeros-mrtires-de-la-santa-iglesia-romana-santos.html
[5] http://es.catholic.net/op/articulos/31952/primeros-mrtires-de-la-santa-iglesia-romana-santos.html
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