San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 30 de junio de 2016

Santos Protomártires Romanos


         Algunos de los aspectos que se destacan en el martirio de estos santos es, por un lado, la calumnia propagada por Nerón por la cual los culpaba de un delito cometido por él -esto es, el incendio de Roma- y, por otro lado, la extrema crueldad demostrada por sus verdugos a la hora de darles muerte. Según narran historiadores paganos, como Cornelio Tácito[1], a algunos mártires se los rociaba de pies a cabeza con brea para luego prenderles fuego, quedando así convertidos en antorchas humeantes, y esto sin importar si se trataban de niños, mujeres, hombres; otro método era el arrojarlos a la arena del circo, revestidos con pieles de animales, para ser destrozados por las bestias salvajes[2], o bien crucificarlos para que murieran en medio de atroces dolores[3]. Tertuliano es quien describe también el grado de animosidad de la población, mayoritariamente pagana, en contra de la minoría cristiana,: “Los paganos atribuyen a los cristianos cualquier calamidad pública, cualquier flagelo. Si las aguas del Tíber se desbordan e inundan la ciudad, si por el contrario el Nilo no se desborda ni inunda los campos, si hay sequía, carestía, peste, terremoto, la culpa es toda de los cristianos, que desprecian a los dioses, y por todas partes se grita: ¡Los cristianos a los leones!”[4]. Esta animosidad era a su vez azuzada por las calumnias de Nerón, que inculpó falsamente a los cristianos de haber incendiado a Roma, un crimen del que él fue el único autor, expresándose así el historiador Tácito: “Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba cristianos”[5]. Fueron estas dos situaciones las que, convergiendo, desencadenaron una de las más brutales persecuciones a los cristianos en la historia de la Iglesia, una persecución que se extendió a lo largo de casi tres años, desde el 64 d. C. hasta el 67 d. C.
         ¿Cuál fue la reacción de los cristianos, tanto a las calumnias de Nerón, como a la animosidad sedienta de sangre de los paganos?
         Los cristianos no se organizaron en milicias, no planificaron una revuelta contra el gobierno, no idearon una revolución, no respondieron a las calumnias con más calumnias, no atentaron contra la vida de quienes los perseguían, no se organizaron para conspirar ilícitamente contra la autoridad establecida, aun cuando esta era la que los perseguía injustamente. Esto es lo que NO hicieron. ¿Cuál fue la respuesta positiva de los cristianos, amenazados de muerte? Respondieron con mansedumbre y humildad, porque no solo no complotaron contra el injusto tirano que los condenaba a muerte sin delito alguno –al contrario, su fe en Jesucristo, el Hombre-Dios, era un acto de justicia, puesto que adoraban y honraban al Único Dios verdadero, Jesús de Nazareth-. Hubieran cometido un acto de injusticia e impiedad si, por el contrario, en vez de adorar a Jesucristo lo hubieran rechazado para postrarse ante los ídolos paganos y ofrecerles incienso y sacrificios, siendo como son, los ídolos de los paganos, “demonios”, tal como lo enseña la Escritura: “Los ídolos de los gentiles son demonios” (cfr. 1 Cor 10, 20). Pero los protomártires se mantuvieron firmes en la fe en Jesucristo como el Dios Mesías, encarnado en una naturaleza humana, que por el sacrificio en cruz redimió a los hombres, les concedió la filiación divina, les abrió las puertas del cielo y los hizo herederos del Reino de Dios. Frente a la violenta persecución, los protomártires se organizaron pacíficamente en grupos que, reuniéndose en las catacumbas, sólo querían seguir adorando a su Dios y Señor, Jesús de Nazareth, que había dado la vida por ellos en la cruz y por quien ellos ahora tenían la oportunidad de ofrendar sus vidas en testimonio de su divinidad. Los cristianos protomártires de Roma reaccionaron con mansedumbre y humildad, entregándose serena y pacíficamente a sus perseguidores, manifestando así que participaban de la mansedumbre, la humildad y la santidad del Rey de los mártires, Cristo Jesús, el Cordero de Dios. Y lo que hacía posible que estos mártires entregaran sus vidas con amor y alegría por el Nombre de Cristo Jesús, era la Presencia del Espíritu Santo en sus almas, Espíritu que les concedía la fortaleza sobrehumana misma del Cordero y que les permitía afrontar su martirio plenos de dicha y de amor por Jesús. Es este el signo sobrenatural de los Santos Protomártires Romanos, perseguidos, torturados y asesinados en los inicios del cristianismo. Y es este también el signo sobrenatural de los cientos de miles de mártires que, en estos nuestros últimos tiempos ofrendan sus vidas por Jesucristo, principalmente en el genocidio que se lleva a cabo, en el siglo XXI, en Oriente. La única diferencia de estos mártires contemporáneos con los de los tiempos de Nerón, es que no son asesinados por las bestias del circo y sus afilados dientes y garras, sino que sucumben bajo las balas de los AK-47 y Kalashnikov empuñados por bestias humanas que actúan bajo nombres como ISIS, EI, Daesh, Al Qaeda.



[1] Cfr. Libro XV de los Annales.
[2] Cfr. http://es.catholic.net/op/articulos/31952/primeros-mrtires-de-la-santa-iglesia-romana-santos.html
[3] https://www.aciprensa.com/recursos/santos-protomartires-de-la-iglesia-romana-2687/
[4] http://es.catholic.net/op/articulos/31952/primeros-mrtires-de-la-santa-iglesia-romana-santos.html
[5] http://es.catholic.net/op/articulos/31952/primeros-mrtires-de-la-santa-iglesia-romana-santos.html

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