San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 13 de febrero de 2017

San Valentín


Vida de santidad.

San Valentín, sacerdote ministerial, ejercía su sacerdocio en Roma, en el siglo III. En ese entonces –y tal como sucede hoy-, el matrimonio sacramental se encontraba duramente desacreditado, hasta el punto en que el emperador Claudio II decidió prohibir la celebración de matrimonios para jóvenes, argumentando que los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras[1] terrenas y estaban, por lo tanto, más disponibles para luchar por los fines del imperio. Según dice una tradición, San Valentín arriesgaba su vida para casar cristianamente a las parejas durante el tiempo de persecución[2]. San Valentín, que era un sacerdote celoso de su ministerio y comprendía tanto el error del emperador, como el valor sobrenatural del matrimonio sacramental, desafiando al decreto del emperador, comenzó a celebrar matrimonios en secreto. Puesto que se trataba de tiempos de persecución, el emperador Claudio se enteró y dio la orden de que el sacerdote fuera arrestado y encarcelado. Estando en la cárcel, San Valentín continuaba predicando el Evangelio, además de realizar un prodigioso milagro en favor de la hija no vidente de su carcelero, el oficial Asterius, quien luego de este prodigio se convirtió al cristianismo, junto con toda su familia. A pesar de esto, el emperador Claudio finalmente ordenó que lo martirizaran y ejecutaran el 14 de Febrero del año 270.

Mensaje de santidad.

Reducir la figura de San Valentín a “Patrono de los enamorados” significa reducir, casi a la nada, su mensaje de santidad. Para poder apreciar su mensaje de santidad tenemos que tener presente, por un lado, el ambiente pagano que era propio del Imperio Romano del siglo III, ambiente que abarcaba e inficionaba de paganismo todos los aspectos de la vida, incluido el matrimonio. No solo no se tenía en cuenta su santidad, sino que se lo prohibía por los supuestos “intereses supremos” del imperio, como hemos visto. Por otro lado, San Valentín no arriesgaba su vida para casar sacramentalmente a los novios, por el hecho de que fuera un contestatario o un revolucionario: era un fiel sacerdote de Jesucristo, que amaba a Cristo, al sacerdocio ministerial y a la Iglesia y sus sacramentos. San Valentín comprendía el enorme valor sobrenatural del matrimonio sacramental católico, que consistía en ser una prolongación y actuación, en el mundo y en el tiempo, del matrimonio celestial y místico entre Jesús Esposos y la Iglesia Esposa. San Valentín comprendía que, en virtud del sacramento, los esposos católicos eran “injertados” en la unión nupcial y sobrenatural, celestial y divina, anterior a todo matrimonio humano, el desposorio místico entre Cristo Esposo y la Iglesia Esposa, viniendo así a representar, los esposos católicos, a este matrimonio místico, en el mundo: el esposo varón, representa a Jesucristo Esposo, mientras que la esposa mujer representa a la Iglesia Esposa. Además, San Valentín era consciente de que los esposos católicos recibían, a través del sacramento del matrimonio, absolutamente todas las gracias que habrían de necesitar para constituir un matrimonio primero y una familia después, en la santidad de Jesucristo. En estos tiempos nuestros en los que vivimos, a inicios del siglo XXI, el matrimonio sacramental está todavía peor considerado que en los tiempos de San Valentín, al punto que los matrimonios civiles o, peor aún, las convivencias concubinarias, han superado, en la gran mayoría de los países católicos, al matrimonio sacramental. Esta es la razón por la cual la vida y el mensaje de santidad de San Valentín constituyen, para estos oscuros tiempos sin Dios en los que vivimos, un luminoso faro que señala, sobre todo a los jóvenes que se aman al punto de querer formar una familia, en donde se encuentra la raíz y la fuente de la santidad para sus vidas: el matrimonio sacramental católico.




[1] http://webcatolicodejavier.org/sanvalentin.html
[2] https://www.aciprensa.com/recursos/san-valentin-4164/

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