San
Felipe Neri es retratado mientras celebra la Santa Misa en el momento en el
que, luego de la consagración del cáliz, lo eleva en ostentación. El detalle
particular de la imagen es la levitación del santo que, experimentando la
gracia del éxtasis divino y elevado del suelo, contempla a su Señor como
anticipando ya en la tierra, la ligereza del cuerpo glorificado de los
bienaventurados. Todavía más, puesto que en las Misas era muy frecuente que
fuera arrebatado en éxtasis -que duraban unas dos horas-, los asistentes
tomaron la costumbre de retirarse al “Agnus Dei”, luego de apagar los cirios,
encender una lamparilla y colgar de la puerta un letrero para anunciar que San
Felipe estaba celebrando todavía; después regresaban todos y la misa
continuaba. Como fruto de sus éxtasis, el santo nos dejó esta meditación –en la
que, parafraseándolo, podemos cambiar “Cristo” por “Eucaristía”-: “Quien quiera
algo que no sea Cristo, no sabe lo que quiere; quien pida algo que no sea
Cristo, no sabe lo que pide; quien no trabaje por Cristo, no sabe lo que hace”.
Bienaventurados habitantes del cielo, Ángeles y Santos, vosotros que os alegráis en la contemplación y adoración de la Santísima Trinidad, interceded por nosotros, para que algún día seamos capaces de compartir vuestra infinita alegría.
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