En
un momento de su vida, Santa Catalina de Siena tuvo una aparición de Jesús, en
la que Nuestro Señor tenía dos coronas en sus manos, una de oro y otra de
espinas. Jesús le preguntó cuál de ambas quería y Santa Catalina le dijo que
quería la de espinas. En su biografía, se relata así el episodio: “En una
visión, Jesús se le presentó con dos coronas, una de oro y otra de espinas,
ofreciéndole elegir con cuál de las dos se complacería. Ella respondió: “Yo
deseo, Oh Señor, vivir aquí siempre conforme a tu pasión, y encontrar en el
dolor y en el sufrimiento mi reposo y deleite”. Luego, tomando ansiosamente la
corona de espinas, se la colocó sobre la cabeza” [1].
¿Por
qué esta elección de Santa Catalina? ¿No hubiera sido mejor que eligiera la
corona de oro, puesto que ella, como sabemos, estaba unida en desposorios
místicos con Jesús? Es decir, si Santa Catalina era –como lo era- la esposa
mística del Rey de los cielos –en una aparición, Jesús en Persona le colocó el
anillo esponsal-, y siendo Jesús como es, el Rey de la gloria, ¿no correspondía
que una esposa de semejante Rey llevara una corona de gloria y no de espinas?
Para
entender el porqué de la elección de Santa Catalina, debemos meditar en su
respuesta[2]: “Yo
deseo, oh Señor, vivir aquí conforme a tu Pasión y encontrar en el dolor y en
el sufrimiento mi reposo y deleite”.
“Deseo
vivir aquí conforme a tu Pasión”: en la Pasión, Jesús no llevaba una corona de
oro, sino una corona de espinas; luego, al elegir la corona de espinas, Santa
Catalina de Siena desea “conformarse” a la Pasión de Jesús, es decir, vivir
unida a la Pasión de Nuestro Señor. Esto implica recibir, en esta vida, lo que Jesús recibió en su Pasión: ignominia, humillación, dolor y muerte, lo cual es contrario a la cultura hedonista que impera en nuestros días.
“Encontrar
en el dolor y en el sufrimiento mi reposo y mi deleite”: No se trata de querer
sufrir por el solo hecho de sufrir; tampoco se trata de una alteración de los
valores en Santa Catalina: el “reposo y deleite en el sufrimiento y en el dolor”
se deben a que, al unirse a la Pasión de Jesús prefiriendo la corona de espinas
y no la de oro, Santa Catalina se une al sacrificio redentor de Nuestro Señor,
lo cual quiere decir que el dolor, de tortura del alma y del cuerpo, se
convierte en fuente de santificación, tanto personal, como de muchas almas, que
por este dolor y santificación, se verán libres de la eterna condenación, lo
cual, a su vez, es lo que explica el deleite y el reposo, es decir, la alegría
y la paz que sobrevienen al alma, cuando participa de la Pasión de Jesús, y es
la salvación propia y de muchas otras almas.
Ahora
bien, en otra aparición de Jesús, Nuestro Señor le revela a Santa Catalina que
no es la intensidad del dolor lo que posee valor expiatorio, sino el dolor por
el pecado, que nace del amor a Dios: cuanto más grande sea el amor –y, si es
infinito, mejor- con el que se desea reparar las ofensas propias y ajenas
cometidas contra Dios, tanto mayor será la expiación. Es decir, es la magnitud
del amor con el que se sufre, y no la intensidad del sufrimiento, lo que posee
el valor redentor, y siempre que este amor esté unido al Amor de su Sagrado
Corazón. Dice así Jesús a nuestra santa: “Debes saber hija mía, que todas las
penas que sufre el alma en esta vida no son suficientes para expiar la más
mínima culpa, ya que la ofensa hecha a Mí que soy Bien Infinito, requiere
satisfacción infinita. Más si la verdadera contrición y el horror por el pecado
tienen valor reparador y expiatorio, lo hacen, no por la intensidad del
sufrimiento (que será siempre limitado), sino por el deseo infinito con que se
padece, puesto que Dios, que es infinito, quiere infinitos el amor y el dolor;
dolor del alma contra la ofensa cometida al Creador y al prójimo”[3].
Entonces,
porque es necesaria la expiación de los pecados por el dolor y el amor, unidos
a Santa Catalina, le pedimos a Jesús que, si es su Divina Voluntad, y aunque somos
indignos, nos conceda la gracia de llevar espiritualmente su corona de espinas,
para tener los mismos pensamientos, santos y puros, que Él tiene en su Pasión.
[1] http://www.corazones.org/santos/catalina_siena.htm
[2] Al decir esto, debemos aclarar
que es obvio que debemos hacerlo con categorías sobrenaturales, pidiendo la
iluminación del Espíritu Santo, porque si nada encontraremos si analizamos su
respuesta desde el punto de vista de la mera razón humana, absolutamente
insuficiente, por sí misma, de elevarse a lo sobrenatural
[3] Cfr. Santa Catalina de Siena, La Verdad Eterna.
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