San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 4 de noviembre de 2015

San Carlos Borromeo y la fórmula para asistir a Misa con provecho


En uno de sus escritos, San Carlos Borromeo nos da la fórmula para asistir a Misa con provecho. Hablando de los sacerdotes y de su preparación para la Santa Misa, como así también para rezar la Liturgia de las Horas, el santo afirma que, para no perder la concentración en lo que se está por hacer, hay que prepararse previamente, rechazando los pensamientos que nos distraen. Si no hacemos así, dice San Carlos, el “fuego de amor divino” que se ha encendido en nuestros corazones, corre el riesgo de enfriarse o de apagarse. Dice así: “Algún otro (sacerdote) se queja de que, cuando va a salmodiar o a celebrar la misa, al momento le acuden a la mente mil cosas que lo distraen de Dios; pero éste, antes de ir al coro o a celebrar la misa, ¿qué ha hecho en la sacristía, cómo se ha preparado, qué medios ha puesto en práctica para mantener la atención? ¿Quieres que te enseñe cómo irás progresando en la virtud y, si ya estuviste atento en el coro, cómo la próxima vez lo estarás más aún y tu culto será más agradable a Dios? Oye lo que voy a decirte. Si ya arde en ti el fuego del amor divino, por pequeño que éste sea, no lo saques fuera en seguida, no lo expongas al viento, mantén el fogón protegido para que no se enfríe y pierda el calor; esto es, aparta cuanto puedas las distracciones, conserva el recogimiento, evita las conversaciones inútiles”[1].
Esta recomendación es especialmente válida para muchos cristianos –niños, jóvenes, adultos- que afirman que no asisten a la Santa Misa –principalmente la dominical- porque es “aburrida”. Además de que esto es un grave error, porque la Misa no es ni “aburrida” ni “divertida” y por lo tanto no hay que asistir a la misma como si se tratara de un entretenimiento, si se piensa bien en lo que es la Santa Misa, no hay lugar para el “aburrimiento”. En efecto: ante todo, hay que recordar que la Santa Misa no solo no es un entretenimiento –por eso es decimos que es equivocado plantearla en términos de “aburrimiento” o “diversión”-, sino que es un gran misterio sobrenatural, el misterio más grande de todos los grandes misterios de Dios, porque se trata de la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz, en donde Jesús hace en el altar lo mismo que hace en el Calvario, esto es, entregar su Cuerpo en la Eucaristía como lo entregó en la Cruz y derramar su Sangre en el cáliz como lo derramó en la Cruz; además, tenemos que considerar que no están sólo las personas que vemos con los ojos del cuerpo: también están los ángeles de luz, la Virgen, los santos, las almas del Purgatorio, que esperan nuestras oraciones y el ofrecimiento que para ellas hagamos de la Santa Misa, y también están los demonios, todo lo cual es algo que supera infinitamente nuestra capacidad de entendimiento y de razonamiento.
Ahora bien, lo que nos dice San Carlos Borromeo es que, para participar con fruto de lo que hacemos –en este caso, la Santa Misa-, rechacemos los pensamientos que nos distraen, pero esto quiere decir al mismo tiempo, que debemos concentrarnos en los pensamientos que nos acercan al misterio de la Santa Misa, y para eso, es conveniente utilizar la imaginación, iluminada con la luz de la fe. Es decir, si utilizamos la imaginación para tantas cosas que son del mundo, entonces, pidamos a la Virgen, antes de venir a Misa, que ilumine nuestra mente, nuestro corazón y también nuestra imaginación, para que recreemos las escenas de la Pasión del Señor sobre el altar eucarístico, sobre todo la crucifixión, porque de eso se trata la Santa Misa. Esto es lo que nos aconseja San Borromeo: “poner los medios” para “mantener la atención”, lo cual quiere decir no solo no dejarnos distraer por pensamientos mundanos e inútiles, si estamos por asistir al Calvario de Jesús, sino concentrarnos, con la mente, el corazón y la imaginación, en la Pasión y en el Calvario, pidiendo al mismo tiempo la luz del Espíritu Santo, para disponernos a participar dignamente de tan grande misterio. Para esto, es conveniente reflexionar de la siguiente manera: si estuviéramos el Viernes Santo, a los pies de la cruz de Jesús, arrodillados ante Jesús en la cruz, al lado de la Virgen, que está de pie, al lado de la cruz, mientras su Hijo agoniza y muere por nosotros, ¿estaríamos así de distraídos? ¿Estaríamos pensando todas las cosas vanas e inútiles que pensamos cuando venimos a Misa, en vez de concentrarnos en el Santo Sacrificio del Altar?
Al recordar a San Borromeo, consideremos sus enseñanzas acerca de rechazar los pensamientos inútiles y de concentrarnos, para así poder participar con máximo provecho en el evento más importante que podamos asistir en toda nuestra vida, el gran misterio de la Santa Misa, la renovación incruenta del Santo Sacrificio de la Cruz. 



[1] Del sermón pronunciado por san Carlos Borromeo en el último sínodo; Acta Ecclesiae Mediolanensis, Milán 1599, 1177-1178.

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