San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 10 de noviembre de 2015

San León Magno y el ofrecimiento del sacrificio espiritual


El Papa León Magno, hablando de su ministerio petrino, hace una consideración acerca de la naturaleza de los bautizados en la Iglesia y su función: con respecto a la naturaleza, dice que son “sacerdotes” –bautismales, no ministeriales- y con respecto a su función, afirma, citando a San Pedro, que es la de “ofrecer sacrificios espirituales”. Dice así el Papa San León Magno: “La señal de la cruz hace reyes a todos los regenerados en Cristo, y la unción del Espíritu Santo los consagra sacerdotes; y así (…) todos los cristianos espirituales y perfectos deben saber que son partícipes del linaje regio y del oficio sacerdotal”[1]. Con respecto a la función cita, como dijimos, a Pedro: “(…) nuestra unidad de fe y de bautismo hace de todos nosotros una sociedad indiscriminada, en la que todos gozan de la misma dignidad, según aquellas palabras de san Pedro, tan dignas de consideración: “También Vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo; y más adelante: Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa, pueblo adquirido por Dios””[2].
Según las palabras del Papa San León Magno, los bautizados tienen entonces una dignidad y una función altísimas, la de ser “sacerdotes” que ofrecen “sacrificios espirituales”. Ahora bien, si todos los cristianos son sacerdotes –bautismales, no ministeriales- y la función en cuanto sacerdotes es la de “ofrecer sacrificios espirituales”, ¿en qué lugar ejercen esta función y de qué manera? En la Santa Misa, porque allí participan del sacrificio que el Sumo Sacerdote Jesucristo realiza, a través del sacerdote ministerial, la inmolación de Sí mismo como Víctima Pura y Santa por la salvación de los hombres. Es en la Santa Misa, la renovación incruenta y sacramental del Santo Sacrificio de la Cruz, en donde los bautizados ejercen en su máxima plenitud y perfección su sacerdocio, porque uniéndose espiritualmente al sacerdote ministerial, que obra in Persona Christi, ofrecen a Dios Trino el sacrificio espiritual perfectísimo y agradabilísimo, la Carne Purísima, embebida en el Espíritu Santo, del Cordero de Dios, Jesucristo. Es en la Santa Misa en donde los bautizados ofrecen el sacrificio espiritual perfectísimo, el Cordero inmolado en la cruz que renueva sacramentalmente su sacrificio en el altar eucarístico, bajo las especies de pan y vino.
De esta manera vemos cómo la Santa Misa no es, de ninguna manera, algo “aburrido”, tal como algunos cristianos, impíamente, la catalogan, sino el acto de amor más grande que un bautizado pueda hacer a Dios Uno y Trino.



[1] De los Sermones de san León Magno, papa, Sermón 4, 1-2: PL 54, 148-149.
[2] Cfr. ibídem.

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