San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 15 de febrero de 2019

Santos Cirilo y Metodio



         Vida de santidad.

También conocidos como los apóstoles de los eslavos, fueron dos hermanos Cirilo (o Constantino,​ 827-869) y Metodio (815-885)  provenientes de Tesalónica, en el Imperio bizantino, que se convirtieron en misioneros del cristianismo primero en Crimea y después en el Imperio de la Gran Moravia[1]. A mediados del siglo noveno el príncipe Rostislav de Moravia, solicitó al emperador de Bizancio, Miguel III, de Constantinopla, el envío de sacerdotes cultos que afianzasen el cristianismo en la Gran Moravia y estableciesen una organización eclesiástica independiente de Baviera[2]. El emperador de Bizancio encargó la misión a dos cultos hermanos, Cirilo y Metodio, oriundos de Salónica, que dominaban la lengua eslava. Cirilo, a quien se considera el padre de la literatura eslava, creó un alfabeto compuesto de 38 letras, que reflejaba la gran riqueza sonora del eslavo antiguo; esta escritura eslava de Cirilo recibió el nombre de glagólica. Cirilo y Metodio crearon un alfabeto, llamado “cirílico”, para comunicar el Evangelio, el Misal Romano y el Ritual litúrgico a los pueblos eslavos (los actuales países como República Checa, Bulgaria, Serbia, Croacia, etc.), dando así unidad lingüística y cultural a estas naciones. Es decir, inventaron signos propios para traducir del griego a la lengua eslava los libros sagrados[3].
Una vez creada la escritura eslava, Cirilo comenzó la traducción de libros religiosos al eslavo antiguo. El primer libro traducido por Cirilo fue el evangeliario, elemento indispensable para celebrar las misas y para la catequesis. Con ayuda de sus discípulos vertió al eslavo antiguo también el misal, el apostolario y otros libros litúrgicos. Terminados sus cuatro años misioneros en la Gran Moravia, Cirilo viajó a Roma e ingresó en un convento de monjes griegos. Falleció con cuarenta y dos años a los 50 días de su estancia en la Ciudad Eterna, el 14 de febrero del 869.
Metodio era hermano de Cirilo y colaborador en la misión en la Gran Moravia. Siendo joven, renunció al puesto de comandante militar e ingresó en un convento ubicado al pie del Olimpo. Ya como sacerdote, se desempeñó como arzobispo de Gran Moravia. Bajo la dirección de Metodio se desarrolló la escuela literaria morava de la cual salieron las traducciones al eslavo antiguo de las Sagradas Escrituras. San Metodio murió el 6 de abril del año 885 y fue enterrado en su templo metropolitano en Moravia.
         Vida de santidad.
         Movidos por el amor a Cristo, Cirilo y Metodio, además de misionar en tierras lejanas y desconocidas, crearon una nueva lengua para comunicar el Evangelio a los pueblos eslavos, traduciéndolo del griego al eslavo. Al igual que ellos, también nosotros debemos misionar y hacer apostolado, tal vez no en tierras lejanas, sino en nuestros lugares de trabajo, en nuestras familias, etc., para traducir el Evangelio a nuestros prójimos que no conocen la Palabra de Dios. Ahora bien, en este proceso de transmisión de la Palabra de Dios debemos cuidarnos de que no se pierda el carácter sobrenatural del misterio cristiano. Para eso, debemos tener la luz de la gracia que nos permite, por un lado, contemplar el misterio y, por otro, comunicar de ese misterio sobrenatural contemplado a nuestros hermanos. Entonces, así como los hermanos santos Cirilo y Metodio hablaron un lenguaje nuevo para comunicar a Cristo, así nosotros debemos hablar un lenguaje nuevo, que no es el lenguaje de los hombre ni el del mundo, sino el lenguaje propio de los hijos de Dios, el lenguaje de la gracia, para poder comunicar la Buena Noticia del Evangelio. Pero para eso, debemos aprender el lenguaje de la gracia, contemplando antes el misterio de la Presencia del Salvador en la Eucaristía por la adoración eucarística, para luego recién transmitir “lo que hemos visto y oído”, porque “nadie da de lo que no tiene”. Si no hacemos adoración eucarística, no aprenderemos el lenguaje de la caridad y de la gracia y no podremos transmitir a nuestros hermanos el misterio de la Encarnación del Verbo.


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