San José, Esposo casto y puro y meramente legal de María Santísima, era también Padre adoptivo del Hijo de Dios encarnado, Jesús de Nazareth. Como jefe de la Sagrada Familia, experimentó los dolores, gozos y tribulaciones de las familias terrenas, pero en su caso, tanto sus dolores como sus gozos, adquirieron una dimensión sobrenatural, porque participó, de modo eminente, de la santidad de su Hijo y de su Esposa. Ofrecemos la meditación de sus Siete Dolores y Gozos en honor a San José, al tiempo que le pedimos que interceda para que lo imitemos en su más grande virtud: el amor casto y puro a la Madre de Dios y a su Hijo adoptivo Jesús.
Cuarto Dolor: el corazón santo y puro de San José se sobresalta con el Cuarto Dolor en el momento en que, ingresando al templo con María Santísima, que lleva en sus brazos al Niño Dios, escucha de labios del anciano y santo Simeón que “una espada de dolor” habría de atravesar el Corazón de su Esposa y que su Hijo adoptivo habría de padecer para ser la salvación de muchos. Los dos amores de San José, la Virgen y Jesús, son la causa del dolor que atenaza su corazón, al saber que, según los designios divinos, ambos habrían de sufrir, su Hijo en la cruz y la Virgen al pie de la cruz, participando de los dolores de su Hijo. Y aunque todavía falta mucho tiempo para que estas profecías lleguen a su culmen, San José no puede dejar de estremecerse con este Cuarto Dolor, regalo de Dios, quien así lo hace partícipe de la Pasión salvadora del Redentor.
Cuarto Gozo: al
Cuarto Dolor le sigue inmediatamente el Cuarto Gozo, cuando San José escucha,
también de labios de Simeón, que el dolor de su Hijo será la salvación de
innumerables almas. Así, San José se convierte en modelo para los padres que
experimentan el dolor más grande, como la pérdida de un hijo, porque cuando el
dolor se ofrece con fe, con mansedumbre y con amor a Dios, se convierte en
fuente de salvación para la propia alma y para muchas otras más. La alegría de
San José se debe al hecho de saber que, por la muerte de su Hijo Jesús, el
Mesías anunciado por los profetas, los enemigos del hombre, como la muerte, el
pecado, el infierno, serán derrotados para siempre, al tiempo que Jesús abrirá
a los hombres el ingreso al Reino de los cielos. San José experimenta por
anticipado, en el Cuarto Gozo, la alegría de las almas que serán salvadas por
el Mesías, su Hijo Jesús.
San
José, Padre adoptivo de Jesús, por el dolor que experimentó tu corazón al
conocer que tu Esposa y tu Hijo habrían de sufrir por la salvación de los
hombres, y por el gozo con el que te alegraste por todas las almas que por el sacrificio
de tu Hijo se habrían de salvar, te suplicamos que intercedas para que también
nosotros sepamos unir nuestros dolores y alegrías a la Cruz de Jesús. Amén.
Padrenuestro, Ave María, Gloria.
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