San José, Esposo casto y puro y meramente legal de María Santísima, era también Padre adoptivo del Hijo de Dios encarnado, Jesús de Nazareth. Como jefe de la Sagrada Familia, experimentó los dolores, gozos y tribulaciones de las familias terrenas, pero en su caso, tanto sus dolores como sus gozos, adquirieron una dimensión sobrenatural, porque participó, de modo eminente, de la santidad de su Hijo y de su Esposa. Ofrecemos la meditación de sus Siete Dolores y Gozos en honor a San José, al tiempo que le pedimos que interceda para que lo imitemos en su más grande virtud: el amor casto y puro a la Madre de Dios y a su Hijo adoptivo Jesús.
Quinto Dolor: el Quinto Dolor lo experimenta San José cuando es advertido por el Ángel acerca del grave peligro que corre su Hijo debido a que el rey Herodes quiere matarlo, con lo cual debe disponer todo, como jefe de la Sagrada Familia de Nazareth, para huir a Egipto y poner a salvo a Jesús y a María, sus dos únicos tesoros en la vida. Dice así la Sagrada Escritura: “El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2, 13-23). Así se cumplió la Escritura que decía: “Desde Egipto llamé a mi Hijo” (Os 11, 1)”. El rey Herodes, solo por celos y porque temía que el Niño Dios le quitara su reyecía, decide matarlo, sin importarle que sea un niño pequeño, y esto le provoca un gran dolor a San José, que debe huir a Egipto, siguiendo las indicaciones del Ángel. La Sagrada Familia, guiada por San José, debe abandonar rápidamente su hogar para emprender un largo y peligroso camino. En esta huida, están representados y contenidos todos los cristianos que, a lo largo de los siglos y hasta el fin de los tiempos, habrían de ser hostigados, perseguidos, e incluso asesinados, por causa de su fe en Jesucristo, porque la Sagrada Familia es perseguida no por los simples celos de un rey terreno, sino porque el Demonio, que odia a Dios, se vale de un rey sediento de poder y enceguecido por la codicia, para perseguir al Hijo de Dios y tratar de darle muerte. En su Niño, que aunque pequeño e indefenso, es sin embargo buscado para ser asesinado, están representados también todos los niños pequeños que, a lo largo de los siglos, serán víctimas del peor de los crímenes, el ser asesinados por el aborto, en el seno de sus madres. San José se duele por la persecución de su Hijo, por la angustia que experimenta María Virgen, y por todos los niños que morirán abortados y, en silencio, mientras hace los preparativos para poner a salvo a la Sagrada Familia, llora amargas lágrimas de dolor.
Quinto Dolor: el Quinto Dolor lo experimenta San José cuando es advertido por el Ángel acerca del grave peligro que corre su Hijo debido a que el rey Herodes quiere matarlo, con lo cual debe disponer todo, como jefe de la Sagrada Familia de Nazareth, para huir a Egipto y poner a salvo a Jesús y a María, sus dos únicos tesoros en la vida. Dice así la Sagrada Escritura: “El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2, 13-23). Así se cumplió la Escritura que decía: “Desde Egipto llamé a mi Hijo” (Os 11, 1)”. El rey Herodes, solo por celos y porque temía que el Niño Dios le quitara su reyecía, decide matarlo, sin importarle que sea un niño pequeño, y esto le provoca un gran dolor a San José, que debe huir a Egipto, siguiendo las indicaciones del Ángel. La Sagrada Familia, guiada por San José, debe abandonar rápidamente su hogar para emprender un largo y peligroso camino. En esta huida, están representados y contenidos todos los cristianos que, a lo largo de los siglos y hasta el fin de los tiempos, habrían de ser hostigados, perseguidos, e incluso asesinados, por causa de su fe en Jesucristo, porque la Sagrada Familia es perseguida no por los simples celos de un rey terreno, sino porque el Demonio, que odia a Dios, se vale de un rey sediento de poder y enceguecido por la codicia, para perseguir al Hijo de Dios y tratar de darle muerte. En su Niño, que aunque pequeño e indefenso, es sin embargo buscado para ser asesinado, están representados también todos los niños pequeños que, a lo largo de los siglos, serán víctimas del peor de los crímenes, el ser asesinados por el aborto, en el seno de sus madres. San José se duele por la persecución de su Hijo, por la angustia que experimenta María Virgen, y por todos los niños que morirán abortados y, en silencio, mientras hace los preparativos para poner a salvo a la Sagrada Familia, llora amargas lágrimas de dolor.
Quinto Gozo:
el Quinto Gozo se da para San José en medio de la tribulación que significaba
el saber que su Hijo estaba amenazado de muerte y en medio de las
incertidumbres que comportaba un viaje tan peligroso como el de huir a Egipto, y
este gozo, que es consuelo y alegría sobrenatural para su alma, lo experimenta
el Santo Patriarca al contemplar –unido en la oración con su Esposa legal,
María Santísima- a su Hijo adoptivo, porque en la contemplación de su Hijo, que
es Dios Hijo, recibe San José todo lo que Dios Es y da a quien lo contempla con
fe y amor: paz, alegría, gozo celestial, sabiduría, amor, vida divina. En medio
de tanta tribulación, el consuelo y gozo de San José consiste en contemplar,
amar y adorar a su Hijo Dios, y así nos enseña a nosotros que nuestro único
consuelo, en medio de las tribulaciones de la vida, consiste en contemplar,
amar y adorar a Jesús Eucaristía, guiados en la oración y en la adoración por
María Santísima.
Oh glorioso San José, por el dolor
que sufriste al enterarte de las amenazas de muerte hacia tu Hijo por parte de
Herodes y por el gozo que experimentaste en tu casto y puro corazón, al
contemplar al Niño Dios, te pedimos que intercedas por todos los cristianos
perseguidos por odio a la fe, para que se vean libres de sus perseguidores, y te
pedimos que intercedas también por todos los niños que, en el misterio de la
iniquidad, se encuentran en riesgo de sufrir la muerte por aborto, para que, quienes
procuran el aborto se arrepientan a tiempo y, encontrando la paz del corazón en
la adoración de Jesús Eucaristía glorifiquen, con nosotros y los ángeles y
santos del cielo, en el tiempo y en la eternidad, al Cordero de Dios, Cristo
Jesús. Amén.
Padrenuestro, Ave y Gloria.
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