San
José, Esposo casto y puro y meramente legal de María Santísima, era también
Padre adoptivo del Hijo de Dios encarnado, Jesús de Nazareth. Como jefe de la
Sagrada Familia, experimentó los dolores, gozos y tribulaciones de las familias
terrenas, pero en su caso, tanto sus dolores como sus gozos, adquirieron una
dimensión sobrenatural, porque participó, de modo eminente, de la santidad de
su Hijo y de su Esposa. Ofrecemos la meditación de sus Siete Dolores y Gozos en
honor a San José, al tiempo que le pedimos que interceda para que lo imitemos
en su más grande virtud: el amor casto y
puro a la Madre de Dios y a su Hijo adoptivo Jesús.
Segundo Dolor:
San José experimentó el Segundo Dolor antes del Nacimiento de Jesús, al
comprobar cuán duro es el corazón del hombre sin Dios, que llega al extremo de
negar albergue a una familia en apuros, como lo era la Sagrada Familia de
Nazareth en esos momentos. San José sufrió su Segundo Dolor después de pedir en
vano, al menos un pequeño lugar para su Esposa, encinta y a punto de dar a luz,
por lo que se vio obligado a buscar, en las afueras de la ciudad, un lugar para
que su Hijo pudiera nacer. No había lugar, en las ricas, festivas y luminosas
posadas de Belén, para Dios Hijo que venía a este mundo: estas posadas, con sus
risas y alegrías mundanas, con sus mesas rebosantes de comida y bebida, que a
pesar de su abundancia no tienen lugar para la Madre de Dios y su Hijo, son
figura de los corazones de los hombres sin Dios: en apariencia, viven en la
despreocupación y la abundancia de lo material y la satisfacción de lo sensual,
les proporcionan una falsa sensación de que es posible vivir sin Dios, sin su
Ley de Amor, sin sus Mandamientos, y es por eso que, detrás de la alegría
mundana, esconden un gran egoísmo y una gran soberbia.
Segundo
Gozo: el corazón de San José se llena del Segundo Gozo en el momento del
Nacimiento, milagroso y virginal, de su Hijo, en el Portal de Belén. San José
exulta con el Segundo Gozo al comprobar la maravillosa transformación del
Portal de Belén, oscuro, frío y refugio de animales antes del Nacimiento, y
luminoso, cálido y Hogar del Niño Dios, luego del Nacimiento. El Portal de
Belén, un lugar pobre y oscuro, utilizado por los campesinos para refugio de
sus animales de trabajo –el buey y el asno- representa a los corazones de los
hombres que, a pesar de que no poseen la gracia de Dios y a pesar de su extrema
pobreza y miseria, sin embargo permiten la entrada en sus vidas de la Madre de
Dios. Y cuando entra la Madre de Dios en ellos, da a luz a su Hijo Jesús, Luz
del mundo, que con su Luz divina ilumina la oscuridad de los corazones, con el
Fuego de Amor de su Sagrado Corazón enciende en el Divino Amor a los hombres y
con su Presencia Divina convierte al corazón del hombre, de “nada más pecado”,
en “templo del Espíritu Santo y sagrario del Hombre-Dios”. San José experimenta
el Segundo Gozo al comprobar cómo el corazón humano es convertido, por la
gracia santificante, en morada santa del Niño Dios.
Oh bienaventurado San José, por el
dolor que sufriste al comprobar cómo tu Hijo no tenía lugar en los corazones
mundanos y por el gozo de ver la transformación de los corazones por la gracia,
te suplicamos que intercedas para que, alejados del mundo y sus vanas
atracciones, seamos siempre capaces de alojar a Jesús en nuestros pobres
corazones. Amén.
Padrenuestro,
Ave y Gloria.
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