San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

sábado, 11 de marzo de 2017

Los siete dolores y gozos de San José: Segundo Dolor y Segundo Gozo


San José, Esposo casto y puro y meramente legal de María Santísima, era también Padre adoptivo del Hijo de Dios encarnado, Jesús de Nazareth. Como jefe de la Sagrada Familia, experimentó los dolores, gozos y tribulaciones de las familias terrenas, pero en su caso, tanto sus dolores como sus gozos, adquirieron una dimensión sobrenatural, porque participó, de modo eminente, de la santidad de su Hijo y de su Esposa. Ofrecemos la meditación de sus Siete Dolores y Gozos en honor a San José, al tiempo que le pedimos que interceda para que lo imitemos en su más grande virtud: el amor casto y  puro a la Madre de Dios y a su Hijo adoptivo Jesús.

Segundo Dolor: San José experimentó el Segundo Dolor antes del Nacimiento de Jesús, al comprobar cuán duro es el corazón del hombre sin Dios, que llega al extremo de negar albergue a una familia en apuros, como lo era la Sagrada Familia de Nazareth en esos momentos. San José sufrió su Segundo Dolor después de pedir en vano, al menos un pequeño lugar para su Esposa, encinta y a punto de dar a luz, por lo que se vio obligado a buscar, en las afueras de la ciudad, un lugar para que su Hijo pudiera nacer. No había lugar, en las ricas, festivas y luminosas posadas de Belén, para Dios Hijo que venía a este mundo: estas posadas, con sus risas y alegrías mundanas, con sus mesas rebosantes de comida y bebida, que a pesar de su abundancia no tienen lugar para la Madre de Dios y su Hijo, son figura de los corazones de los hombres sin Dios: en apariencia, viven en la despreocupación y la abundancia de lo material y la satisfacción de lo sensual, les proporcionan una falsa sensación de que es posible vivir sin Dios, sin su Ley de Amor, sin sus Mandamientos, y es por eso que, detrás de la alegría mundana, esconden un gran egoísmo y una gran soberbia.

         Segundo Gozo: el corazón de San José se llena del Segundo Gozo en el momento del Nacimiento, milagroso y virginal, de su Hijo, en el Portal de Belén. San José exulta con el Segundo Gozo al comprobar la maravillosa transformación del Portal de Belén, oscuro, frío y refugio de animales antes del Nacimiento, y luminoso, cálido y Hogar del Niño Dios, luego del Nacimiento. El Portal de Belén, un lugar pobre y oscuro, utilizado por los campesinos para refugio de sus animales de trabajo –el buey y el asno- representa a los corazones de los hombres que, a pesar de que no poseen la gracia de Dios y a pesar de su extrema pobreza y miseria, sin embargo permiten la entrada en sus vidas de la Madre de Dios. Y cuando entra la Madre de Dios en ellos, da a luz a su Hijo Jesús, Luz del mundo, que con su Luz divina ilumina la oscuridad de los corazones, con el Fuego de Amor de su Sagrado Corazón enciende en el Divino Amor a los hombres y con su Presencia Divina convierte al corazón del hombre, de “nada más pecado”, en “templo del Espíritu Santo y sagrario del Hombre-Dios”. San José experimenta el Segundo Gozo al comprobar cómo el corazón humano es convertido, por la gracia santificante, en morada santa del Niño Dios.
Oh bienaventurado San José, por el dolor que sufriste al comprobar cómo tu Hijo no tenía lugar en los corazones mundanos y por el gozo de ver la transformación de los corazones por la gracia, te suplicamos que intercedas para que, alejados del mundo y sus vanas atracciones, seamos siempre capaces de alojar a Jesús en nuestros pobres corazones. Amén.

Padrenuestro, Ave y Gloria.

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