La vida de
los santos Joaquín y Ana es un ejemplo de cómo la bondad divina de
Dios Trinidad, con el solo objetivo de donarnos su Amor infinito y
eterno, no ha dudado en entrar personalmente no solo en la historia
de la humanidad, sino en la historia personal de cada uno de los
hombres. En el caso de Joaquín y Ana, la intervención de Dios Uno y
Trino en sus vidas personales les concede una dimensión impensada,
insospechada. Ellos eran ya personas buenas, piadosas, devotas y
amantes de Dios, y vivían en comunión de vida y amor con Él,
correspondiendo de esa manera al Amor de Dios que se les había
manifestado en sus vidas. Pero Dios va más allá todavía: además
de concederles su gracia, por medio de la cual los hace santos, su
Amor lo lleva a unirse a su misma familia, al elegirlos para ser
padres y abuelos, pero no padres y abuelos comunes: no son padres de
una hija común y no son abuelos de un nieto más entre todos: son
padres de la Virgen María y son abuelos del Hijo de Dios. Dios ama
tanto a los hombres -en este caso a San Joaquín y Santa Ana-, que no
le basta con darles la gracia para que sean santos: los elige para
que sean parte de su familia. Es una “locura” de amor de parte de
Dios, porque Dios les concede su gracia y los hace santos, pero al
mismo tiempo se une a su familia, en su aspecto biológico, al elegir
a la hija de ellos para que sea Madre de Dios Hijo, y al elegirlos
para que sean abuelos de Dios Hijo encarnado. Locuras de amor de un
Dios que es Amor: incoropora a la familia humana, Joaquín y Ana, a
la Familia de la Santísima Trinidad. No solo les da su gracia
santificante, sino que se incorpora a su familia biológica,
haciéndose pariente de ellos.
Pero
también con nosotros hace Dios Trino lo mismo: no solo nos crea; no
solo nos da su gracia para ser santos, sino que además nos incorpora
a la Familia Divina, la Familia compuesta por las Tres Personas de la
Santísima Trinidad, convirtiéndonos en hijos adoptivos de Dios
Padre, en hermanos de Dios Hijo, y nos ama con su Amor, que es un
Amor esponsal, el Amor de Dios Espíritu Santo.
Y al igual
que a los santos Joaquín y Ana, también a nosotros Dios Trino nos
llama a su Reino, pero no como meros invitados, sino como herederos
del Reino, como hijos del Padre, como hermanos del Hijo, como novios
y esposos amados con el Amor nupcial del Espíritu Santo. Y al igual
que los santos Joaquín y Ana, debemos responder a tanta muestra de
Amor divino, con una vida de santidad.
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