Esclava, religiosa, santa,
de origen sudanés. Se cree que es de Olgossa en Darfur, y
que nació en 1869. Vivió su infancia con sus padres, tres
hermanos y dos hermanas, una de ellas su gemela. Fue secuestrada a los nueve
años por unos traficantes de esclavos; tuvo varios amos, siendo el cuarto de
ellos el peor de todos por las humillaciones y torturas que le infligió. A los
trece años le hicieron 114 incisiones para tatuarla y para evitar infecciones
le colocaron sal durante un mes. Ella cuenta en su biografía: “Sentía que iba a
morir en cualquier momento, en especial cuando me colocaban la sal”.
En 1882 fue comprada por un
comerciante italiano, que nunca la maltrató ni la humilló. La llevó a Italia y
allí ingresó en al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad en Venecia. Esta
congregación, fundada en 1808, es más conocida como Hermanas de
Canossa. Recibió al mismo tiempo el bautismo, la primera
comunión yla confirmación, el 9 de enero de 1890, por manos del
Cardenal de Venecia. Tomó el nombre cristiano de Josefina Margarita
Afortunada (“Bakhita”, en sudanés, significa “Afortunada”).
Al ser bautizada dijo: “¡Aquí
llegué a convertirme en una de las hijas de Dios!”. Se dice que no
sabía como expresar su gozo y en su biografía cuenta que en
el Instituto conoció cada día más a Dios, “que me ha traído hasta aquí de esta
extraña forma”. El 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad profesó en la
vida religiosa.
Bakhita fue trasladada a
Venecia en 1902, donde trabajó limpiando, cocinando y cuidando a
los más pobres. Nunca realizó milagros ni fenómenos sobrenaturales,
pero tenía fama de santidad. Siempre fue modesta y humilde, mantuvo
una fe firme en su interior y cumplió siempre sus obligaciones diarias.
Aunque la salud de Bakhita
se fue debilitando hacia sus últimos años y quedó con mucho dolor
en silla de ruedas, no dejó de viajar. Falleció el 8 de febrero
de 1947 en Schio, siendo sus últimas palabras: “¡Madonna! ¡Madonna!” (en
italiano “Madonna” significa: “Virgen”).
Miles de personas fueron a
darle el último adiós, expresando así el respeto y admiración que sentían hacia
ella. Fue velada por tres días, durante los cuales, según cuenta la gente, sus
articulaciones aún permanecían calientes y las madres cogían su mano para
colocarla sobre la cabeza de sus hijos. Josefina se recuerda con
veneración en Schio como “Nostra Madre Moretta” (Nuestra Madre Morena).
Sus restos
incorruptos fueron sepultados bajo el altar de la la iglesia del convento
de Schio, Italia.
El 17 de mayo de 1992
fue beatificada por Juan Pablo II, declarándose su fiesta el 8 de febrero. En
esa ocasión el Papa reconoció que ella transmitió el mensaje de reconciliación
y misericordia. Bakhita fué canonizada por S.S. Juan Pablo II el 1 de
octubre del 2000.
Mensaje de santidad de Santa Josefina
Bakhita
El mensaje de santidad de
Bakhita está expresado en las palabras dirigidas a quienes la secuestraron a
los nueve años y la vendieron como esclava: “Si volviese a encontrar a aquellos
traficantes de esclavos que me raptaron y torturaron, me arrodillaría para
besar sus manos porque, si no hubiese sucedido esto, ahora no sería cristiana y
religiosa”. Lejos de guardar rencor o enojo contra los esclavistas, Bakhita
expresa el agradecimiento para quienes fueron instrumento de la Divina Providencia ,
que ordenó todo en su vida para que fuera al cielo.
En la vida de Bakhita se
hace palpable la intervención de Dios Trino, que “hace nuevas todas las cosas”,
y así, las torturas y humillaciones, y las dolorosas incisiones que le hicieron
para tatuarla, se convirtieron en ocasión de imitación de Jesucristo en su
Pasión. También imitó a Cristo en el perdón a sus enemigos, y si bien nunca
hizo milagros ni se le conocieron fenómenos sobrenaturales, sí fueron
sobrenaturales e inspirados por el Espíritu Santo, la fe inquebrantable, el
cumplimiento heroico de sus obligaciones diarias, y el amor sobrenatural a
Dios, demostrado en la caridad al prójimo.
Pero hay algo más en donde
resalta la santidad de Bakhita, y es la humildad, porque la humildad, junto a
la caridad, es lo que más asemeja al alma a los Sagrados Corazones de Jesús y
de María. No en vano Jesús dice en el Evangelio: “Aprended de Mí, que soy manso
y humilde corazón”; Jesús nos pide que aprendamos de su humildad y de su
mansedumbre, porque así nuestro corazón será semejante al del Cordero de Dios,
y también al de su Madre. El motivo del pedido de Jesús es que no hay lugar
para situaciones intermedias: o el corazón es manso y humilde, como los de
Jesús y María, un corazón de cordero, o se convierte en un corazón de lobo, en
donde hay violencia, orgullo, y ausencia de amor, como el corazón del ángel
caído.
Bakhita tuvo el corazón del
Cordero de Dios, y por eso, al morir, la Virgen fue a buscarla, porque reconoció en ella
el corazón de su Hijo. Y eso es lo que explica que las últimas palabras de
Bakhita fueran: “¡La Virgen !
¡La Virgen !”,
porque era María Santísima la que venía a llevarla al cielo.
En efecto, la Santísima Trinidad se hace palpable, en la Vida de Bakhita y en la de la Humanidad, ya que día a día “hace nuevas todas las cosas”.
ResponderBorrarOjalá y sea para nosotros, un buen ejemplo de vida.
Y por igual hacer Nuevas todas las cosas!
E Inspirados por el Espíritu Santo, como lo hizo Bakhita, hacer de lo Ordinario, algo EXTRAORDINARIO.
Fe Inquebrantable, Cumplimiento Heroico de sus Obligaciones Diarias, y Amor Sobrenatural a Dios, demostrado en la caridad al prójimo.
Busquemos así la santidad como Bakhita, a través de nuestro trabajo díario en las cosas ordinarias de la vida.
Que Dios les llene de Gracias y Bendiciones durante éste 2013 y la Navidad se quede en sus corazones Siempre!
César Asiain