Los
Últimos Tiempos de la humanidad, antes de la Segunda Venida de Nuestro Señor
Jesucristo, serán días de gran oscuridad espiritual, en la que las fuerzas del
Infierno, desencadenadas, parecerán triunfar sobre la Iglesia de Dios. Serán
días en los que los hombres estarán dominados por el espíritu del Príncipe de
las tinieblas. Serán días tan oscuros espiritualmente, que la Iglesia parecerá estar participando de la Pasión del Señor, en el momento en el que Jesús dice: "Es la hora de las tinieblas". San Pablo describe así a los hombres de los Últimos Tiempos en Tim 3, 1-5: “Esto también debes saber:
que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres
amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos,
desobedientes a sus padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables,
calumniadores, sin dominio propio, crueles, aborrecedores de lo bueno,
traidores, impetuosos, envanecidos, amadores de los deleites más que de Dios,
teniendo apariencia de piedad, pero negando la eficacia de ella; a estos evita”.
Pero de Dios nadie se burla y a Dios nadie le gana y es así que Dios opondrá, a
este ejército de las tinieblas, un ejército mariano, un ejército que, a las
órdenes de la Virgen, combatan con las armas de la Santa Fe para reparar el
honor de Dios. ¿Cómo serán estos hombres? En sus escritos, San Luis de Monfort
describe cómo serían los Apóstoles de los Últimos Tiempos, aquellos fieles que,
bajo el ejército de María y consagrados a su Inmaculado Corazón, habrían de
conquistar el mundo para preparar la Segunda Venida de Nuestro Señor
Jesucristo. Decía así el santo: “Pero en la segunda venida de Jesucristo, María
tiene que ser conocida y puesta de manifiesto por el Espíritu Santo, a fin de
que por Ella Jesucristo sea conocido, amado y servido”. Los Apóstoles de los
Últimos Tiempos estarán al servicio de la Virgen, la harán conocer al mundo,
para que por medio de Ella el Espíritu Santo haga conocer, amar y servir a
Jesucristo, en su Segunda Venida.
Los
Apóstoles de los Últimos Tiempos serán desconocidos para el mundo, así como el
calcañar es la parte del cuerpo que no se ve, pero al mismo tiempo, serán el
blanco preferido del Demonio, por estar consagrados a María y por ser el lugar
en donde está profetizado, desde el Génesis, en donde el Enemigo de las almas
atacará al Pueblo de Dios; en compensación, la Virgen, Mediadora de todas las
gracias, los colmará de dones y gracias de modo tan abundante, que por medio de
ellos, aplastará la cabeza del Dragón infernal: “El poder de María sobre todos
los demonios resplandecerá, sin embargo, de modo particular en los últimos
tiempos, cuando Satanás pondrá asechanzas a su calcañar, o sea, a sus humildes
servidores y pobres hijos que Ella suscitará para hacerle la guerra. Serán
pequeños y pobres a juicio del mundo; humillados delante de todos; rebajados y
oprimidos como el calcañar respecto de los demás miembros del cuerpo. Pero en
cambio, serán ricos en gracias y carismas, que María les distribuirá con
abundancia; grandes y elevados en santidad delante de Dios, superiores a
cualquier otra criatura por su celo ardoroso; y tan fuertemente apoyados en el
socorro divino, que, con la humildad de su calcañar y unidos a María,
aplastarán la cabeza del demonio y harán triunfar a Jesucristo”.
Luego
el santo se pregunta: “Pero, ¿qué serán estos servidores, estos esclavos e
hijos de María?”. Y responde de la siguiente manera: “Serán fuego encendido,
ministros del Señor que prenderán por todas partes el fuego del amor divino”. En
ellos, por intercesión de la Virgen, arderá el Fuego del Amor de Dios que Jesús
ha venido a traer y quiere ya ver ardiendo, y será tal el ardor del Amor de
Dios en sus corazones, que encenderán en los demás este mismo ardor divino.
“Serán
flechas agudas en la mano poderosa de María para atravesar a sus enemigos: como
saetas en manos de un guerrero”. En los Últimos Tiempos, abundarán los enemigos
internos y externos de la Iglesia, de Jesucristo y de María, pero la Virgen
utilizará a sus hijos así como un arquero certero utiliza sus flechas, para
acabar uno por con sus enemigos.
“Serán
hijos de Leví , bien purificados por el fuego de grandes tribulaciones y muy
unidos a Dios . Llevarán en el corazón el oro del amor, el incienso de la
oración en el espíritu, y en el cuerpo, la mirra de la mortificación”. Los hijos
de María serán probados por grandes tribulaciones, porque el oro se purifica
por el fuego, pero la Virgen les concederá la gracia de permanecer unidos a
Dios, aun en medio de esas grandes pruebas, necesarias para forjar el espíritu
de los que aman al Dios de los consuelos y no a los consuelos de Dios. Tendrán
las riquezas espirituales que los Reyes Magos ofrecieron al Niño Dios: el oro
del amor a Dios y al prójimo, el incienso de la oración, que se elevará
humildemente hasta el trono de Dios, así como el humo del incienso se eleva a
las alturas, y serán mortificados en el cuerpo, ofreciendo así la mirra del
sacrificio, que es la oración del cuerpo.
“Serán
en todas partes el buen olor de Jesucristo para los pobres y sencillos; pero
para los grandes, los ricos y mundanos orgullosos serán olor de muerte”. Puesto
que amarán la gracia de Jesucristo más que a su propia vida, vivirán en estado
de gracia permanente, que es “el bueno olor de Jesucristo”, lo cual es olor de
muerte para los que sirven el Demonio.
“Serán
nubes tronantes y volantes, en el espacio, al menor soplo del Espíritu Santo.
Sin apegarse, ni asustarse, ni inquietarse por nada, derramarán la lluvia de la
palabra de Dios y de la vida eterna, tronarán contra el pecado, lanzarán rayos
contra el mundo, descargarán golpes contra el demonio y sus secuaces, y con la
espada de dos filos de la palabra de Dios traspasarán a todos aquellos a
quienes sean enviados de parte del Altísimo”. Contra el mundo, que en esos
tiempos se alzarán contra Dios y su Iglesia, serán como rayos tronantes, que
señalarán y odiarán al pecado, pero no al pecador y, armados con la Palabra de
Dios, que es como espada de dos filos, traspasarán a los enemigos de Dios de
lado a lado.
“Serán
los Apóstoles auténticos de los Últimos Tiempos, a quienes el Señor de los
ejércitos dará la palabra y la fuerza necesarias para realizar maravillas y
ganar gloriosos despojos sobre sus enemigos”. Triunfarán sobre los enemigos de
Dios, no por sus propias fuerzas, que no las tienen, sino porque Dios mismo les
comunicará de su propia fuerza divina.
“Dormirán
sin oro ni plata y lo que más cuenta sin preocupaciones en medio de los demás
sacerdotes, eclesiásticos y clérigos . Tendrán sin embargo, las alas plateadas
de la paloma, para volar con la pura intención de la gloria de Dios y de la
salvación de los hombres adonde los llame el Espíritu Santo. Y solo dejarán en
pos de sí, en los lugares en donde prediquen, el oro de la caridad, que es
cumplimiento de toda ley”. No tendrán oro ni plata, pero poseerán las alas de
plata que les dará el Espíritu Santo, que los hará volar allí donde se necesita
que el honor de Dios sea defendido, y poseerán el oro de la caridad, el Amor de
Dios, más valioso que todo el oro material del mundo.
“Por
último, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo. Caminarán sobre
las huellas de su pobreza, humildad, desprecio de lo mundano y caridad
evangélica, y enseñarán la senda estrecha de Dios en la pura verdad, conforme
el Santo Evangelio y no a los códigos mundanos, sin inquietarse por nada ni
hacer acepción de personas; sin perdonar, ni escuchar, ni temer a ningún mortal
por poderoso que sea”. Serán pobres, humildes, se despreciarán a sí mismos para
esta vida, a fin de ganar sus almas para la vida eterna.
“Llevarán
en la boca la espada de dos filos de la palabra de Dios; sobre sus hombros, el
estandarte ensangrentado de la cruz; en la mano derecha el crucifijo; el
rosario en la izquierda; los sagrados nombres de Jesús y de María en el
corazón, y en toda su conducta la modestia y mortificación de Jesucristo”. Imitarán
a Jesucristo y María, y serán sus copias vivientes en este mundo de tinieblas,
y estarán armados con la espada de la Palabra de Dios y con el Santo Rosario, y
su identificativo será la Santa Cruz de Jesús, el estandarte ensangrentado de
la Cruz del Cordero.
“Tales
serán los grandes hombres que vendrán y a quienes María formará por orden del
Altísimo para extender su imperio sobre el de los impíos, idólatras y
mahometanos. Pero ¿cuándo y cómo sucederá esto? ¡Solo Dios sabe! A nosotros
toca callar, orar, suspirar y esperar: Yo esperaba con ansia al Señor”. Los Apóstoles
de los Últimos Tiempos, dice San Luis María, serán formados por la Virgen, por
orden de Dios, para combatir a quienes, desde dentro y desde fuera, intentarán
destruir la Santa Iglesia Católica. Los Apóstoles de los Últimos Tiempos serán
los instrumentos con los cuales Nuestro Señor Jesucristo, junto a su Madre,
hará cumplir su palabra: “Las puertas del Infierno no triunfarán sobre mi
Iglesia”.
Quien
desee formar parte del ejército mariano y militar bajo el estandarte celeste y
blanco de la Virgen y bajo el estandarte ensangrentado de la Santa Cruz de
Jesús, para combatir contra las huestes del Enemigo de las almas, que se
consagre entonces al Inmaculado Corazón de María, según el método de San Luis
María Grignon de Montfort.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario