San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 27 de abril de 2017

Los siete dolores y gozos de San José: Séptimo Dolor y Séptimo Gozo



Séptimo Dolor: lo experimenta San José cuando Jesús tenía la edad de doce años: la Sagrada Familia había subido a Jerusalén y, al regresar, tanto San José como María, pensaban cada uno que el Niño estaba con el otro, de manera que emprendieron la marcha hacia Nazareth. El Niño Jesús se encontraba, en realidad, en el Templo, pero sus padres advirtieron su ausencia recién luego de tres días de marcha. Una gran angustia invade a San José y también a maría Santísima, al comprobar que el Niño no está con ellos, por lo que regresan, a toda prisa, hacia Jerusalén. Allí lo encuentran en el Templo, respondiendo con su sabiduría divina todas las preguntas que los doctores de la ley le hacían. San José nos enseña que, cuando agobiados por las tribulaciones pensemos que nada se puede hacer, no solo no perdamos la calma, sino que, así como él volvió, con calma, sobre el camino que ya había recorrido, así debemos volver a nuestras raíces espirituales, el bautismo, para recordar que somos hijos adoptivos de Dios y tomar así, de esta verdad, el consuelo que necesitamos para seguir por el camino de la cruz, en pos de Jesús.

Séptimo Gozo: lo experimenta San José cuando, junto con la Virgen, encuentran al Niño Jesús en el Templo, en medio de los doctores, respondiendo a sus preguntas y enseñándoles con su Sabiduría Divina. San José nos enseña, también junto con María, que la verdadera alegría está, no en las cosas materiales y terrenas, sino en el encuentro personal con Jesús, quien a su vez está, en Persona, en el Templo, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, en la Eucaristía. Así, San José nos da ejemplo –y con él, la Virgen- y nos enseña adónde debemos buscar cuando, por nuestra propia decisión, perdemos a Jesús y no lo encontramos: debemos buscar en el Templo, en el sagrario, en donde está Jesús Eucaristía. Y allí Jesús nos responderá todos los interrogantes de nuestra vida, y nos explicará el sentido de esta vida terrena, que es salvar el alma de la eterna condenación y ganar el cielo.

         Oh glorioso San José, que sufriste al perder por tres días a tu Hijo, pero te alegraste con celestial gozo al encontrarlo en el Templo, ayúdanos a encontrarlo en la Eucaristía, en donde Jesús está Presente con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad!
Padrenuestro, Ave María, Gloria.


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