Séptimo
Dolor: lo experimenta San José cuando Jesús
tenía la edad de doce años: la Sagrada Familia había subido a Jerusalén y, al
regresar, tanto San José como María, pensaban cada uno que el Niño estaba con
el otro, de manera que emprendieron la marcha hacia Nazareth. El Niño Jesús se
encontraba, en realidad, en el Templo, pero sus padres advirtieron su ausencia
recién luego de tres días de marcha. Una gran angustia invade a San José y
también a maría Santísima, al comprobar que el Niño no está con ellos, por lo
que regresan, a toda prisa, hacia Jerusalén. Allí lo encuentran en el Templo,
respondiendo con su sabiduría divina todas las preguntas que los doctores de la
ley le hacían. San José nos enseña que, cuando agobiados por las tribulaciones
pensemos que nada se puede hacer, no solo no perdamos la calma, sino que, así
como él volvió, con calma, sobre el camino que ya había recorrido, así debemos
volver a nuestras raíces espirituales, el bautismo, para recordar que somos
hijos adoptivos de Dios y tomar así, de esta verdad, el consuelo que
necesitamos para seguir por el camino de la cruz, en pos de Jesús.
Séptimo
Gozo: lo experimenta San José cuando, junto
con la Virgen, encuentran al Niño Jesús en el Templo, en medio de los doctores,
respondiendo a sus preguntas y enseñándoles con su Sabiduría Divina. San José
nos enseña, también junto con María, que la verdadera alegría está, no en las
cosas materiales y terrenas, sino en el encuentro personal con Jesús, quien a
su vez está, en Persona, en el Templo, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad,
en la Eucaristía. Así, San José nos da ejemplo –y con él, la Virgen- y nos
enseña adónde debemos buscar cuando, por nuestra propia decisión, perdemos a
Jesús y no lo encontramos: debemos buscar en el Templo, en el sagrario, en
donde está Jesús Eucaristía. Y allí Jesús nos responderá todos los
interrogantes de nuestra vida, y nos explicará el sentido de esta vida terrena,
que es salvar el alma de la eterna condenación y ganar el cielo.
Oh glorioso San José, que sufriste al perder por tres
días a tu Hijo, pero te alegraste con celestial gozo al encontrarlo en el
Templo, ayúdanos a encontrarlo en la Eucaristía, en donde Jesús está Presente
con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad!
Padrenuestro,
Ave María, Gloria.
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