San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 25 de abril de 2017

San Marcos, Evangelista


         Vida de santidad[1].

         Según tradición eclesiástica, Marcos es el autor de un evangelio y el intérprete que traducía a Pedro en sus predicaciones frente a auditorios de habla griega. Primo de Bernabé, la tradición afirma que Marcos nunca habría oído personalmente la predicación del Señor, y que tal vez haya conocido al grupo de seguidores sin llegar a ser propiamente discípulo. Marcos acompañó a Pablo y Bernabé desde Jerusalén hacia Antioquía y luego a Chipre y Perges, de donde regresó por causas desconocidas. Luego, Marcos siguió a Bernabé una vez más hasta Chipre y aunque luego reaparece junto a Pablo en Roma, se cree que fue más bien discípulo de Pedro, quien confirma esta suposición al llamarlo “hijo” suyo en su primera carta. Por otra parte, en su evangelio sigue muy de cerca el esquema de los discursos de Pedro del libro de los Hechos de los Apóstoles. Poco y nada se sabe de su existencia posterior. Según el historiador Eusebio de Cesarea (a comienzos del siglo IV), sería el fundador de la Iglesia de Alejandría. Se desconocen también sus últimos años y el lugar de su muerte. Se lo representa como un león alado en relación a uno de los cuatro seres vivientes del Apocalipsis. Hay quienes consideran que esto se debe a que el Evangelio de San Marcos inicia con Juan Bautista clamando en el desierto, a modo de un león que ruge[2].

         Mensaje de santidad.

Su Evangelio se caracteriza por presentar a Jesucristo como el Mesías anunciado por los profetas y en esta presentación, resalta la condición divina de Jesús de Nazareth, condición aceptada y reconocida por los discípulos por boca de Pedro[3]. En el Evangelio de Marcos, si los discípulos reconocen a Jesús en su condición divina, no sucede así con las masas, quienes en un primer momento lo reciben con agrado pero luego, al comprobar que no  es el mesías terreno de sus expectativas, se decepcionan y lo abandonan. Luego de narrar el reconocimiento de la divinidad de Jesús por parte de los discípulos, el Evangelio de Marco se orienta hacia el misterio pascual de Jesús, su muerte y resurrección, concentrándose el relato en Jerusalén, la ciudad santa, en donde esta oposición del populacho será alimentada por la perfidia e iniquidad de los sacerdotes del templo, quienes lo harán arrestar, lo juzgarán en juicio inicuo condenándolo a muerte y lo crucificarán. El Evangelio de Marcos finaliza con la resurrección de Jesús, cumplimiento de su misma profecía, en la que había anunciado que habría de resucitar al tercer día. En la narración de Marcos se destaca y contrapone, así, la figura del Mesías-Dios-Siervo: mientras es humillado, crucificado y muerto por la malicia e ignorancia de los hombres, de los mismos hombres a los cuales Él había venido a redimir y por quienes entregaba su vida, por otro lado, es exaltado y ensalzado por Dios, al resucitarlo triunfante del sepulcro el Domingo de Resurrección. De San Marcos nos queda, entonces, esta imagen del Mesías: es Dios, es humilde, se humilló por nosotros hasta la muerte de cruz y resucitó al tercer día. Lo que la Iglesia nos enseña, interpretando el Evangelio, es que ese mismo Mesías descripto por San Marcos, es el que se encuentra, vivo, glorioso y resucitado, en la Eucaristía.






[1] https://www.ewtn.com/spanish/saints/Marcos_evangelista.htm
[2] https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-san-marcos-evangelista-el-leon-alado-77308/
[3] Cfr. ibidem.

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