Como consecuencia de la mayor beatificación de la historia
-522 mártires de la Guerra Civil Española-, han surgido voces contrarias a
dicha beatificación, argumentando que se trató de un hecho político[1]:
los mártires serían en realidad “activistas políticos de derecha” asesinados
por sus opositores, los “activistas políticos de izquierda”. Presentar así el
caso, es reducir el misterio del martirio a la capacidad de comprensión de la
razón humana, es decir, es reducir el misterio a prácticamente la nada.
Para
comprender el alcance de la beatificación de estos mártires, y para no reducir
a la nada su martirio, es necesario leer el martirio a la luz de la Cruz de
Cristo. Como tal, el martirio se inscribe en la lucha entre Cristo, Rey de los
mártires, y el Demonio, Asesino desde el principio y Príncipe de las tinieblas.
Mientras los mártires participan de la muerte sacrificial de Cristo, sus
verdugos o asesinos, por el contrario, participan del odio que experimenta el
Ángel caído, Satanás, contra Dios y su Cristo, odio que se hace extensivo
también hacia la Madre de Dios, la Virgen María. Este odio de la Serpiente
Antigua está retratado y narrado en el Apocalipsis, en el capítulo en donde se
habla del “Dragón” que quiere “ahogar con su vómito” al Niño que está en brazos
de la Mujer, a la cual se le dan “dos alas de águila” para que huya al desierto
y ponga a salvo a su Hijo del ataque del Dragón (cfr. 12, 6-13. 18).
Este
odio satánico ha tenido y tiene su expresión en múltiples ideologías
anti-cristianas, principalmente el capitalismo liberal y el comunismo marxista,
responsable este último del sangriento y salvaje ataque a la Iglesia Católica
durante la Guerra Civil Española, y responsable de la muerte de los 522
mártires beatificados recientemente, además de unos cien millones de muertos,
en todo el ámbito de su influencia, que se extiende desde Europa Central hasta
China, pasando por Rusia, los países eslavos y los países asiáticos.
Los
522 mártires no fueron “caídos en una guerra civil”, como si formaran parte de
uno de los dos bandos civiles en lucha, sino que fueron asesinados por odio
contra la Fe -como lo afirma el Papa Francisco: “asesinados por su fe durante
la Guerra Civil española”[2]- por
quienes estaban envueltos en la “niebla diabólica de una ideología” –la ideología
marxista y comunista-.
Por
último, y precisamente porque no fueron “caídos en una guerra civil”, los
mártires beatificados son la semilla de la paz y de la reconciliación entre los
hombres, porque habiendo sufrido muerte cruenta y violenta a manos de sus
verdugos, por el hecho de ser partícipes de la Muerte redentora del Rey de los
mártires, Jesucristo, ellos ofrecieron sus vidas por quienes los asesinaban
imitando así a su Rey, que ofreció su vida implorando el perdón divino por
quienes lo crucificaban: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).
Este
es entonces el mensaje de santidad de los 522 mártires: muertos por el odio
satánico contra Jesucristo y su Iglesia, unidos a Cristo conceden la paz y el
Amor de Dios a sus enemigos y a la humanidad entera. Los mártires nos
demuestran así que las “puertas del infierno jamás prevalecerán contra la
Iglesia” (Mt 16, 18)porque el Amor de
Dios –Dios, que es Amor (cfr. 1 Jn 4,
8)-, es más fuerte que el odio del Ángel caído y de los hombres asociados a él.
[1] Cfr. las lamentables
declaraciones de una monja de ¿clausura? Teresa Forcades, http://germinansgerminabit.blogspot.com.es/2013/10/sor-forcades-cada-dia-mas-izquierdosa-y.html:
“No tengo ninguna opinión crítica por beatificar a una persona asesinada por
defender su fe, pero el acto de mañana, como cualquier acto, tiene una
dimensión política". "en el inicio de sus causas eran mártires de la
Guerra Civil" "(los asesinatos ocurrieron) dentro de un
conflicto político, un conflicto que acabó en una situación de dictadura
franquista, y en esa dictadura la Iglesia católica no tuvo un papel neutro sino
que apoyó al régimen franquista". "Ésa es una herida abierta, y ante
esa colaboración con el franquismo de la Iglesia católica, aún hoy no hemos
hecho una reevaluación crítica y no hemos pedido perdón por nuestra asociación
con un régimen violento y antidemocrático que asesinó a centenares de miles de
personas", “(la Iglesia Católica tiene que) hacer un reconocimiento
público de su papel en la dictadura y pedir perdón a la sociedad".
"Pero en vez de hacer eso, mis hermanos benedictinos en el Valle de los
Caídos hacen una celebración diaria de la eucaristía en la tumba del general
Franco”.
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