Representa, en su persona y en su vida, a todo lo humano
asumido y redimido en Cristo: es de raza hebrea y de religión judía, y se
convierte a Cristo, en quien ya no hay “ni judío ni gentil”; es filósofa, y por
el camino del Amor a la Verdad Absoluta abre su mente y prepara su espíritu
para el don de la gracia, que la hará partícipe de la Sabiduría de Dios, Jesús
de Nazareth; es laica y abraza la vida
religiosa en el Carmelo, entregando su vida como esposa del Cordero;
finalmente, al ser apresada y ejecutada por el paganismo nazi, entrega todo su ser,
cuerpo y alma, en un doble holocausto: en el holocausto de la Shoá, el sufrido por todo el pueblo
hebreo, y en el Holocausto del Cordero, al ser consumida en las llamas del
Fuego del Amor divino que brota del Sagrado Corazón traspasado de Jesús.
Por todo esto, Santa Teresa Benedicta de la Cruz representa
a la Nueva Humanidad, la humanidad regenerada por la gracia divina, la
humanidad que está y estará delante del Cordero, alegrándose en su Presencia,
cantando junto a los ángeles loas de alabanza, y cánticos de acción de gracias,
adorándolo y amándolo por toda la eternidad.
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