San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 15 de mayo de 2013

Santa Gema Galgani



A pesar de poseer una salud frágil y quebradiza, Santa Gema se caracterizó por el cumplimiento perfecto de su deber de estado, en la imitación de Cristo, lo cual supone vivir las virtudes cristianas de modo heroico. Santa Gema vivió a la perfección la imitación de Cristo –espíritu de sacrificio, abnegación, amor al prójimo-, y esto fue lo que le valió la santidad. Con respecto a esto, así declara Cecilia Gianinni, la madre de familia que recibió a Santa Gemma en su hogar, al quedar esta huérfana de madre y de padre: “Puedo declarar bajo juramento que durante tres años y ocho meses en que Gema estuvo con nosotros, nunca supe del menor problema en nuestra familia por su causa, y nunca noté en ella el mínimo defecto. Repito: ni el menor problema ni el mínimo defecto”. Además de cumplir sus deberes de estado a la perfección, Santa Gema oraba continuamente, constituyendo la oración su actividad favorita.
Además de este aspecto de santificación en la vida ordinaria y cotidiana, viviendo heroicamente en la imitación de Cristo y sus virtudes, Santa Gemma Galgani era una mística y recibió innumerables dones sobrenaturales, entre los cuales se encuentran los estigmas de Cristo. Ella misma relata así este admirable suceso: “En ese momento Jesús apareció con todas sus heridas abiertas, pero de estas heridas ya no salía sangre, sino llamas. En un instante estas llamas me tocaron las manos, los pies y el corazón. Sentí como si estuviera muriendo, y habría caído al suelo de no haberme sostenido mi Madre en alto, mientras todo el tiempo yo permanecía bajo su manto. Tuve que permanecer varias horas en esa posición. Finalmente Ella me besó en la frente y desapareció, y yo me encontré arrodillada. Yo aún sentía un gran dolor en las manos, los pies y el corazón. Me levanté para ir a la cama, y me di cuenta de que la sangre estaba brotando de aquellas partes donde yo sentía el dolor. Me las cubrí tan bien como pude, y entonces, ayudada por mi Ángel, fui capaz de ir a la cama...”.
Muchos fueron testigos de este milagro de los estigmas, los cuales se hicieron presentes con frecuencia la mayor parte del resto de su vida. Un testigo declaró: “La sangre salía (de Santa Gema) de sus heridas en gran abundancia. Cuando ella se levantaba, fluía al suelo, y cuando estaba en cama no sólo mojaba las sábanas, sino que saturaba el colchón entero. Yo medí algunos de estos arroyos o estanques de sangre, y eran de entre sesenta y setenta centímetros de largo y más o menos cinco centímetros de ancho”.
¿Por qué recibe Santa Gema los estigmas? ¿Cuál es el sentido sobrenatural de estas heridas de Jesús? Una clave para responder estas preguntas, se encuentran en su Ángel custodio, quien se le aparecía y con el que conversaba y rezaba con frecuencia. El Ángel le dijo una vez, hablando de la agonía de Jesús: “Mira lo que Jesús ha sufrido por los hombres. Considera sus heridas una por una. Es el Amor el que las abrió todas. Ve lo execrable (horrible) que es el pecado, ya que para expiarlo, tanto dolor y tanto amor han sido necesarios”. En Jesús, las heridas o estigmas son el producto de dos fuerzas celestiales que actúan en conjunto sobre su Humanidad Santísima: la ira divina, que descarga sobre Jesús el castigo que merecíamos todos y cada uno de los hombres, a causa del pecado, y el Amor divino, que es quien lleva a Jesús no solo a soportar tan atroces dolores, sino a ofrecerlos a la Justicia Divina a cambio de la salvación de toda la humanidad. Porque Jesús está inhabitado por el Amor divino, es que de sus heridas ya no sale sangre, sino llamas, porque esas llamas representan al Amor divino que envuelve la Humanidad Santísima de Jesús, Amor que se comunica a través de su Sangre derramada por sus heridas abiertas. A su vez, en Santa Gema, los estigmas significan un don de Jesús hacia ella, don por medio de la cual la hace partícipe de su Pasión redentora. En Santa Gema, los estigmas significan una participación física, espiritual y mística, a la Pasión de Jesús, Pasión por la cual llega a los hombres la salvación, el perdón y la misericordia divina. Si bien están causados por el Amor de Dios, los estigmas son dolorosos, y el místico experimenta en carne propia el dolor de Jesús, aunque en ínfima proporción, porque nadie puede soportar semejante intensidad de dolor; con solo probar una infinitésima porción del dolor de Jesús, la persona sería aniquilada por el dolor, tanto físico, como moral y espiritual. Al recibir los estigmas, Santa Gema acepta, por amor, participar de la Pasión redentora de Jesús, con lo cual, además de salvar almas, concede alivio –mínimo, pero alivio al fin- a los atroces dolores de Jesús, al tiempo que calma su ardiente sed de Amor.

Mensaje de santidad

Los estigmas están reservados, por la Divina Piedad, a solo unos pocos santos elegidos desde la eternidad, lo cual significa que el ejemplo de Santa Gema, para el común de los cristianos, está en que la imitemos en el cumplimiento perfecto del deber de estado, cumplimiento que exige a la vez un amor perfecto a Jesús, porque se trata de imitarlo en su perfección, por amor a Él. 

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