A
pesar de poseer una salud frágil y quebradiza, Santa Gema se caracterizó por el
cumplimiento perfecto de su deber de estado, en la imitación de Cristo, lo cual
supone vivir las virtudes cristianas de modo heroico. Santa Gema vivió a la
perfección la imitación de Cristo –espíritu de sacrificio, abnegación, amor al
prójimo-, y esto fue lo que le valió la santidad. Con respecto a esto, así
declara Cecilia Gianinni, la madre de familia que recibió a Santa Gemma en su
hogar, al quedar esta huérfana de madre y de padre: “Puedo declarar bajo
juramento que durante tres años y ocho meses en que Gema estuvo con nosotros,
nunca supe del menor problema en nuestra familia por su causa, y nunca noté en
ella el mínimo defecto. Repito: ni el menor problema ni el mínimo defecto”. Además
de cumplir sus deberes de estado a la perfección, Santa Gema oraba
continuamente, constituyendo la oración su actividad favorita.
Además
de este aspecto de santificación en la vida ordinaria y cotidiana, viviendo heroicamente
en la imitación de Cristo y sus virtudes, Santa Gemma Galgani era una mística y
recibió innumerables dones sobrenaturales, entre los cuales se encuentran los
estigmas de Cristo. Ella misma relata así este admirable suceso: “En ese
momento Jesús apareció con todas sus heridas abiertas, pero de estas heridas ya
no salía sangre, sino llamas. En un instante estas llamas me tocaron las manos,
los pies y el corazón. Sentí como si estuviera muriendo, y habría caído al
suelo de no haberme sostenido mi Madre en alto, mientras todo el tiempo yo
permanecía bajo su manto. Tuve que permanecer varias horas en esa posición.
Finalmente Ella me besó en la frente y desapareció, y yo me encontré
arrodillada. Yo aún sentía un gran dolor en las manos, los pies y el corazón.
Me levanté para ir a la cama, y me di cuenta de que la sangre estaba brotando
de aquellas partes donde yo sentía el dolor. Me las cubrí tan bien como pude, y
entonces, ayudada por mi Ángel, fui capaz de ir a la cama...”.
Muchos
fueron testigos de este milagro de los estigmas, los cuales se hicieron
presentes con frecuencia la mayor parte del resto de su vida. Un testigo
declaró: “La sangre salía (de Santa Gema) de sus heridas en gran abundancia.
Cuando ella se levantaba, fluía al suelo, y cuando estaba en cama no sólo
mojaba las sábanas, sino que saturaba el colchón entero. Yo medí algunos de
estos arroyos o estanques de sangre, y eran de entre sesenta y setenta
centímetros de largo y más o menos cinco centímetros de ancho”.
¿Por
qué recibe Santa Gema los estigmas? ¿Cuál es el sentido sobrenatural de estas
heridas de Jesús? Una clave para responder estas preguntas, se encuentran en su
Ángel custodio, quien se le aparecía y con el que conversaba y rezaba con
frecuencia. El Ángel le dijo una vez, hablando de la agonía de Jesús: “Mira lo
que Jesús ha sufrido por los hombres. Considera sus heridas una por una. Es el
Amor el que las abrió todas. Ve lo execrable (horrible) que es el pecado, ya
que para expiarlo, tanto dolor y tanto amor han sido necesarios”. En Jesús, las
heridas o estigmas son el producto de dos fuerzas celestiales que actúan en
conjunto sobre su Humanidad Santísima: la ira divina, que descarga sobre Jesús
el castigo que merecíamos todos y cada uno de los hombres, a causa del pecado,
y el Amor divino, que es quien lleva a Jesús no solo a soportar tan atroces
dolores, sino a ofrecerlos a la Justicia Divina a cambio de la salvación de
toda la humanidad. Porque Jesús está inhabitado por el Amor divino, es que de
sus heridas ya no sale sangre, sino llamas, porque esas llamas representan al
Amor divino que envuelve la Humanidad Santísima de Jesús, Amor que se comunica
a través de su Sangre derramada por sus heridas abiertas. A su vez, en Santa
Gema, los estigmas significan un don de Jesús hacia ella, don por medio de la
cual la hace partícipe de su Pasión redentora. En Santa Gema, los estigmas
significan una participación física, espiritual y mística, a la Pasión de
Jesús, Pasión por la cual llega a los hombres la salvación, el perdón y la
misericordia divina. Si bien están causados por el Amor de Dios, los estigmas
son dolorosos, y el místico experimenta en carne propia el dolor de Jesús,
aunque en ínfima proporción, porque nadie puede soportar semejante intensidad
de dolor; con solo probar una infinitésima porción del dolor de Jesús, la
persona sería aniquilada por el dolor, tanto físico, como moral y espiritual. Al
recibir los estigmas, Santa Gema acepta, por amor, participar de la Pasión
redentora de Jesús, con lo cual, además de salvar almas, concede alivio –mínimo,
pero alivio al fin- a los atroces dolores de Jesús, al tiempo que calma su
ardiente sed de Amor.
Mensaje de santidad
Los
estigmas están reservados, por la Divina Piedad, a solo unos pocos santos
elegidos desde la eternidad, lo cual significa que el ejemplo de Santa Gema,
para el común de los cristianos, está en que la imitemos en el cumplimiento
perfecto del deber de estado, cumplimiento que exige a la vez un amor perfecto
a Jesús, porque se trata de imitarlo en su perfección, por amor a Él.
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