“Este es el Cordero de Dios” (cfr. Jn 1, 29-34). Juan el Bautista ve pasar a Jesús, y lo señala, diciéndole: “Este es el Cordero de Dios”. Esto constituye una novedad para los judíos, porque el cordero de Dios, el cordero de Yahvéh, era el que se inmolaba en el templo. Juan, iluminado por el Espíritu Santo, revela que el verdadero y único Cordero de Dios es Jesús. Mientras otros ven en Jesús al “hijo del carpintero” (cfr. Mt 13, 54-58), Juan ve en Jesús a Dios Hijo,
El Cordero que señala Juan, Jesús, es el verdadero Cordero, porque es Dios en Persona, que ha asumido un cuerpo y un alma humanos, para ofrendarlos en la cruz. Juan el Bautista ve en Cristo al Hombre-Dios, a Dios que, sin dejar de ser Dios, se hace Hombre, para entregar su vida en la cruz y así conducir a los hombres al seno del Padre en la eternidad.
Así como para Juan Cristo no era un hombre común, sino que era el Hombre-Dios, así para
El cristiano debe pedir, constantemente, la luz del Espíritu, para ser iluminado con la luz divina, y así poder adorar al Verdadero y único Cordero, Cristo Eucaristía, porque según el Apocalipsis, al fin de los tiempos vendrá una Iglesia ecuménica, que hará adorar a una bestia con apariencia de cordero, una bestia que intentará hacerse pasar por un cordero: “Vi luego otra bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos de cordero, pero hablaba como dragón” (Ap 13, 11).
La bestia con cuernos de cordero, que habla como dragón, será una falsa iglesia, una iglesia ecuménica, universal, en donde no existirán dogmas, en donde Cristo no será Dios, y en donde
“Este es el Cordero de Dios”. Juan contempló en Jesús de Nazareth, el misterio del Hombre-Dios, y lo proclamó y lo adoró como a su Dios.
[1] Cfr. Misal Romano.
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