San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 1 de agosto de 2019

San Alfonso María de Ligorio y María Reina de Misericordia



San Alfonso nos anima a tener una gran confianza en María[1], aun cuando el alma sea la más pecadora de entre todas las almas pecadoras, porque María es Reina de Misericordia. Dice así citando a San Bernardo: “Pregunta San Bernardo: ¿Por qué la Iglesia llama a María reina de misericordia? Y responde: “Porque ella abre los caminos insondables de la misericordia de Dios a quien quiere, cuando quiere y como quiere, porque no hay pecador, por enormes que sean sus pecados, que se pierda si María lo protege”. Es decir, la Virgen, Mediadora de todas las gracias, decide cómo y cuándo conceder las gracias necesarias al pecador para que éste regrese lo antes posible a la vida de la gracia. Dice San Alfonso que no debe atemorizar al pecador la magnificencia real de esta reina, porque cuanto más elevada es esta reina, más inclinada está al pecador: “Pero ¿podremos temer que María se desdeñe de interceder por algún pecador al verlo demasiado cargado de pecados? ¿O nos asustará, tal vez, la majestad y santidad de esta gran reina? No, dice san Gregorio; cuanto más elevada y santa es ella, tanto más es dulce y piadosa con los pecadores que quieren enmendarse y a ella acuden” (…).
Puede suceder que los hombres poderosos infundan temor entre aquellos humildes, pero esto no es así con María, quien es la Omnipotencia Suplicante y la Reina de cielos y tierra: “Dice san Bernardo: ¿Qué temor pueden tener los miserables de acercarse a esta reina de misericordia si ella no tiene nada que aterrorice ni nada de severo para quien va en su busca, sino que se manifiesta toda dulzura y cortesía? ¿Por qué ha de temer la humana fragilidad acercarse a María? En ella no hay nada de austero ni terrible. Es todo suavidad ofreciendo a todos leche y lana”.
María no sólo protege contra la ira divina, sino que nos ofrece el consuelo de la misericordida divina: “María no sólo otorga dones, sino que ella misma nos ofrece a todos la leche de la misericordia para animarnos a tener suma confianza y la lana de su protección para embriagarnos contra los rayos de la divina justicia”.
La Virgen no solo no puede mentir, sino que no puede dejar a nadie que acude a Ella, marcharse sin el consuelo de la misericordia, por más miserable que sea y deben acudir a Ella por lo tanto no solo los pecadores, sino los más pecadores y miserables de todos, sin temor a ser rechazados por Ella: “A diferencia de los poderosos de la tierra, nuestra reina no puede mentir y puede obtener cuanto quiera para sus devotos. Tiene un corazón tan piadoso y benigno, que no puede sufrir el dejar descontento a quien le ruega. “Es tan benigna –dice Luis Blosio- que no deja que nadie se marche triste”. Pero ¿cómo puedes, oh María –le pregunta san Bernardo-, negarte a socorrer a los miserables cuando eres la reina de la misericordia? ¿Y quiénes son los súbditos de la misericordia sino los miserables? Tú eres la reina de la misericordia, y yo, el más miserable pecador, soy el primero de tus vasallos. Por tanto reina sobre nosotros, oh reina de la misericordia”.
Porque la Virgen es la reina de la misericordia, es que el alma, aun la más miserable y pecadora, no debe tener temor en acercársele, ya que Ella sólo quiere la salvación de sus hijos, sobre todo los más alejados: “Tú eres la reina de la misericordia y yo el pecador más miserable de todos; por tanto, si yo soy el principal de tus súbditos, tú debes tener más cuidado de mí que de todos los demás. Ten piedad de nosotros, reina de la misericordia, y procura nuestra salvación. Y no nos digas, Virgen santa, parece decirle Jorge de Nicomedia, que no puedes ayudarnos por culpa de la multitud de nuestros pecados, porque tienes tal poder y piedad que excede a todas las culpas imaginables”.
Si el pecado tiene una gran fuerza, es todavía más fuerte la misericordia de esta reina, a la cual el Hijo nada puede negarle, porque el Hijo le está agradecido el haberle dado la Virgen de su substancia humana cuando estaba en el seno materno: “Nada resiste a tu poder, pues tu gloria el Creador la estima como propia, pues eres su madre. Y el Hijo, gozando con tu gloria, como pagándose una deuda, da cumplimiento a todas tus peticiones. Quiere decir que si bien María tiene una deuda infinita con su Hijo por haberla elegido como su madre, sin embargo, no puede negarse que también el Hijo está sumamente agradecido a esta Madre por haberle dado el ser humano; por lo cual Jesús, como por recompensar cuanto debe a María, gozando con su gloria, la honra especialmente escuchando siempre todas su plegarias”.
Por esto mismo, aun cuando estemos cargados de pecados; aun cuando nos consideremos y seamos los más grandes pecadores del mundo, no dejemos de recurrir a María, Reina de Misericordia, y Ella colmará nuestra alma con la paz y el Amor de Dios y nos hará regresar al camino de la gracia.

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