San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 30 de junio de 2017

San Josemaría Escrivá de Balaguer


         Vida de santidad.

         Josemaría Escrivá de Balaguer nace en Barbastro (España), el 9 de enero de 1902, segundo de los seis hijos que tuvieron José Escrivá y María Dolores Albás[1]. Sus padres lo bautizaron el día 13 del mismo mes y año, y le transmitieron los fundamentos de la fe y las virtudes cristianas: el amor a la Confesión y a la Comunión frecuentes, el recurso confiado a la oración, la devoción a la Virgen Santísima, la ayuda a los más necesitados. El Beato Josemaría crece así como un niño alegre, despierto y sencillo, travieso, buen estudiante, inteligente y observador. Muy pronto, el Señor comienza a templar su alma en la forja del dolor: entre 1910 y 1913 mueren sus tres hermanas más pequeñas, y en 1914 la familia experimenta, además, la ruina económica. En 1915, los Escrivá se trasladan a Logroño, donde el padre ha encontrado un empleo que le permitirá sostener modestamente a los suyos.
En el invierno de 1917-18 tiene lugar un hecho que influirá decisivamente en el futuro de Josemaría Escrivá: durante las Navidades, cae una intensa nevada sobre la ciudad, y un día ve en el suelo las huellas heladas de unos pies sobre la nieve; son las pisadas de un religioso carmelita que caminaba descalzo. Entonces, se pregunta: “Si otros hacen tantos sacrificios por Dios y por el prójimo, ¿no voy a ser yo capaz de ofrecerle algo? De este modo, surge en su alma una inquietud divina: Comencé a barruntar el Amor, a darme cuenta de que el corazón me pedía algo grande y que fuese amor”. Sin saber aún con precisión qué le pide el Señor, decide hacerse sacerdote, porque piensa que de ese modo estará más disponible para cumplir la voluntad divina.

         Mensaje de santidad.

         Además de entrever con años de anticipación el llamado universal a la santidad de todo bautizado, por medio del ofrecimiento del trabajo ordinario –o del estudio, según el estado de vida- a Nuestro Señor, San Josemaría Escrivá de Balaguer,  tenía una gran estima por el Sacramento de la Confesión, al cual le llama “maravilla de amor”, viendo en este Sacramento el medio -junto con la Santa Misa y el trabajo ordinario ofrecido como sacrificio-, el camino para llegar a la santidad. Con respecto al Sacramento de la Penitencia, dice así San Josemaría: “Veo a Cristo crucificado, más que clavado por los hierros, clavado por el amor que nos tiene y por el deseo de salvarnos. Pero si todo eso me mueve a amar, me mueve a amar y agradecer mucho más el perdón que nos da cuando ofendemos a Dios, cuando nos apartamos del camino, cuando dejamos de ser hijos suyos”.



[1] https://www.aciprensa.com/recursos/san-josemaria-escriva-de-balaguer-2619/

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