“Si
la Misa te parece larga es que tu amor es corto”. La frase de San Josemaría
Escrivá es breve pero profunda y va al centro del centro de la religión
católica, la Santa Misa: “Si la Misa te parece larga es que tu amor es corto”. Si
la frase se puede aplicar en cualquier tiempo y época, es inmensamente válida para
nuestros tiempos. ¿Por qué? Porque nuestros tiempos están caracterizados por la
velocidad, el vértigo, el apuro, la rapidez, la instantaneidad. Todo debe ser
hecho así: rápido, veloz, inmediato. Si se escucha un tema musical, hay que
adelantarlo antes de que termine; lo mismo, si se ve una película. Si se
adquiere un producto tecnológico, como un celular, una computadora, una notebook, ya se está pensando en
adquirir la próxima, porque la que compramos, en poco tiempo, quedará
desactualizada. Desde que nos levantamos, hasta que nos acostamos, todo está
regido por la velocidad, y cuanto menos tiempo insuma una actividad, mejor, porque
así tenemos tiempo para otra más. Y esto que sucede con las cosas y con el
ámbito laboral, sucede también con las personas, no solamente con las
desconocidas, con las que nos encontramos a cada momento, sino también y ante
todo con la propia familia.
Ahora
bien, lo peor de todo, la gota que rebalsa el vaso, es cuando trasladamos esta
actitud de poner un velocímetro a todo, a la Santa Misa, cuando asistimos a la
Santa Misa pretendiendo que sea “corta”, llegando a la misma habiendo ya
comenzado, en vez de llegar antes para meditar en el gran misterio al cual
estamos por asistir; saliendo apenas termina, sin hacer acción de gracias;
pretendiendo que la homilía del sacerdote sea “breve” y “divertida”, sin tener
en cuenta que el aprovechamiento de la Santa Misa se debe a la acción de la
gracia y no a los instrumentos humanos, y que con estas pretensiones, lo más
seguro es que la gracia divina que Jesús me concede en cada Santa Misa y en
cada Eucaristía sea despreciada por mí.
Esto
es lo que motiva la frase de San Josemaría: “Si la Misa te parece larga, es porque
tu amor es corto”. Si amáramos la Misa como lo que es, la renovación
sacramental del sacrificio de la Cruz, la Presencia amorosa de Jesucristo
donando su vida por nosotros, por todos y cada uno de nosotros, donándonos su
Sagrado Corazón, vivo y palpitante de amor, en cada Eucaristía, nunca
pretenderíamos que la Misa fuera “corta”, o “divertida”. Por el contrario, si
amáramos la Misa, preferiríamos que fuera larga, porque cuanto más tiempo se
está con el Amado, más gracia, alegría y amor se recibe de Él. Así, San
Josemaría podría decirnos: “La Misa te parece corta, porque tu amor es grande”.
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