San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 17 de junio de 2011

El simbolismo del Sagrado Corazón de Jesús

En el Sagrado Corazón Eucarístico
de Jesús,
laten al unísono
el amor humano
y el Amor divino del Hombre-Dios,
donados sin reserva
a la creatura que comulga.

¿Qué simboliza el Sagrado Corazón? Mucho más de lo que simboliza un corazón meramente humano, puesto que se trata del corazón del Hombre-Dios. El Corazón de Cristo, por lo tanto, encierra una doble simbología, humana y divina.

Según un autor, el corazón es el análogon de lo más íntimo de la vida divina: así como en el hombre, el corazón es símbolo de la plenitud de la vida y del amor, así en Dios Trino se puede decir que su Corazón único es la plenitud infinita de amor y de vida[1].

En otras palabras, si en el hombre el corazón simboliza la totalidad de vida y de amor de la criatura –si no hay corazón latiendo, no hay vida, y si el corazón es “duro” o “frío”, lo cual equivale a decir que ese tal “no tiene corazón”, no hay amor-, en Dios, la infinita plenitud de vida y de amor que brotan del Ser de Dios, forman el corazón único del Padre y del Hijo.

Y como en el ser sensible, el aliento del corazón es la espiración de amor[2] –el latido del corazón expresa el amor, porque el corazón late por el amor y exhala amor-, así del corazón único del Padre y del Hijo, procede el Espíritu Santo, espiración mutua de Amor del Padre y del Hijo.

Es decir, si el aliento del corazón humano es el amor, el aliento del corazón único del Padre y del Hijo, es el Amor mutuo, el Espíritu Santo, el cual procede del poderosísimo latido del corazón infinito de Dios[3].

Y el Espíritu Santo, el Amor de Dios, exhalado por el corazón único de Dios, es efundido en la criatura, para comunicarle a esta los misterios insondables del Amor divino, y para elevar a la criatura hasta el corazón de Dios[4].

La simbología del Sagrado Corazón, es signo real en la Eucaristía, puesto que en la Eucaristía se dona el Sagrado Corazón en su totalidad y en su doble simbología y realidad humano-divina: en la Eucaristía late el amor humano divinizado del corazón humano del Hombre-Dios, y el Amor infinito del Corazón único del Padre y del Hijo, el Espíritu Santo. Ambos amores, el humano y el divino, laten al unísono, por amor al hombre, en la Eucaristía, en el Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús.

Ambos amores, que no son sino uno solo, se donan en la Eucaristía, en su totalidad, en su plenitud infinita, en su expansión sin límites, a la criatura que comulga.


[1] Cfr. Scheeben, M. J., Los misterios del cristianismo, Ediciones Herder, Barcelona 1964, 101.

[2] Cfr. Scheeben, ibidem, 106.

[3] Cfr. Scheeben, ibidem, 111.

[4] Cfr. Scheeben, ibidem, 221.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario