San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 18 de noviembre de 2020

San Expedito vence al Demonio con la fuerza de la Cruz de Cristo

 


         San Expedito era un soldado romano que, antes de la conversión, profesaba el paganismo. En un momento determinado de su vida, recibió la gracia de la conversión, es decir, fue iluminado interiormente por la luz del Espíritu Santo y así conoció a Jesús como el Hombre-Dios y el Redentor de la humanidad. Ahora bien, en el mismo momento en que recibía esta gracia que le hacía conocer a Cristo Dios y Salvador, se le apareció el Demonio en forma de cuervo, para tentarlo con la postergación de su conversión: el Demonio, bajo la forma de un cuervo negro, comenzó a volar alrededor de San Expedito diciéndole “cras, cras”, que en latín significa “mañana”; la tentación consistía no en negar a Cristo Dios, sino en postergar la conversión, dejándola para el día siguiente, para “mañana”, lo cual es un engaño, porque no sabemos si hemos de vivir el día de mañana. Por esta razón, no debemos postergar la conversión y en esto San Expedito es nuestro ejemplo y modelo a imitar, porque el santo, ante la tentación de postergar la conversión, se aferró a la Cruz de Jesús y, recibiendo la fuerza divina que bajaba de la Cruz, la elevó en alto diciendo “hodie”, que significa “hoy”. El ejemplo de San Expedito consiste entonces en esto: no solo en no diferir la conversión, sino en rechazar velozmente la tentación y reconocer a Jesucristo como nuestro Dios, nuestro Salvador y nuestro Redentor. Por esta razón, porque respondió velozmente a la gracia, es que San Expedito es el santo de las “causas urgentes”.

         Otra consideración que debemos hacer es la siguiente: a nosotros, no se nos aparecerá el Demonio con la figura de un cuervo, pero sí se manifiesta el Ángel caído de diversas formas, todas agrupadas bajo la religión del Anticristo, la secta luciferina de la Nueva Era o Conspiración de Acuario. En esta secta, el Demonio se manifiesta de muchas formas, como por ejemplo, las filosofías y prácticas orientales como el reiki o el yoga; también se manifiesta en las prácticas ocultistas, como el tarot o lectura de cartas, la adivinación, la magia blanca, la magia negra, la wicca o brujería moderna, el gnosticismo, el esoterismo, el espiritismo; también se manifiesta el Demonio en devociones satánicas como el Gauchito Gil, la Difunta Correa o como el ídolo demoníaco conocido como “Santa Muerte” –aunque debería llamarse “Satánica Muerte”, ya que de santo no tiene nada-; el Demonio también se manifiesta en el plano civil y legislativo, como la ley del aborto o de la eutanasia –hay que recordar que la secta Templo Satánico considera al aborto como un ritual religioso, en el que se ofrece una víctima inocente, el niño por nacer, a Satanás-; también se manifiesta el Demonio en diversos aspectos de la cultura moderna, como la sensualidad, el hedonismo, el goce desenfrenado de las más bajas pasiones del hombre, disfrazadas de “derechos humanos” –tal como lo sostiene la ideología de género-; el Demonio se manifiesta también en el materialismo o deseo de poseer bienes materiales de forma avara; se manifiesta también en la música, en el cine, en la cultura, en la televisión, en Internet. Esto no quiere decir que debemos ver al Demonio en todas partes, pero tampoco debemos caer en el error de pensar que, como no se nos manifiesta como un cuervo negro o como una serpiente o dragón, entonces no se manifiesta de ninguna forma, con lo cual negamos su existencia. Ni ver al Demonio en todos lados, ni negar su existencia, además de estar atentos a sus distintas manifestaciones, eso es lo que como católicos debemos hacer.

         Al recordar a San Expedito en su día, le pidamos entonces que interceda por la verdadera causa urgente, que es nuestra conversión y la de nuestros seres queridos; le pidamos que interceda por nosotros para que, a imitación suya, respondamos velozmente ante la tentación, evitando el pecado y conservando la gracia y le pidamos también el poder reconocer lo que viene de Dios y lo que viene del Diablo, para aferrarnos a la Santa Cruz y así confesar nuestra fe en Cristo Dios, incluso hasta dar la vida.

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