San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 7 de diciembre de 2017

Las lecciones del martirio de Santa Lucía


         El martirio de Santa Lucía nos deja numerosas lecciones para nuestra vida espiritual. Veremos de qué manera.
         Si bien no está documentado en las Actas, sin embargo, Santa Lucía aparece en las imágenes, retratada con sus ojos en una bandeja de oro y la razón es que “antiguas tradiciones narraban que a ella le habían sacado los ojos por proclamar su fe en Jesucristo”[1]. Esto nos enseña que, con tal de mantener la fe en Jesucristo, no importa nuestro cuerpo terreno y que nuestras miradas deben ser puras, como las miradas de la Virgen y de Jesús.
         Lo primero que se destaca es el tormento psicológico al que es sometida la santa, por medio de amenazas de muerte, dirigidas a que Santa Lucía apostate de su fe, es decir, renuncie a la fe en Jesucristo. La respuesta de la santa es firme y determinada: “Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor de mi Señor Jesucristo”. Quien ama a Jesucristo con el Amor mismo de Dios, no con un amor humano, lo ama más allá de esta vida terrena y está dispuesto a entregar esta vida terrena, con tal de permanecer en el Amor de Cristo. Se cumplen así las palabras del Señor: “Si alguien me ama, mi Padre y Yo moraremos en él”.
         Luego la amenaza con torturas físicas, las cuales suelen ser siempre muy crueles: el juez le preguntó: “Y si la sometemos a torturas, será capaz de resistir?”. Santa Lucía respondió: “Sí, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor”. La Santa nos da las etapas de la vida espiritual: creer en Cristo, llevar una vida pura por amor a Él y en consecuencia, poseer el Espíritu Santo que, por la gracia santificante, inhabita en el alma del justo, siendo el Espíritu Santo el que da al alma del mártir “fuerza, inteligencia y valor”. Sólo por la Presencia del Espíritu Santo en el alma del mártir, es que se explica que los mártires puedan soportar torturas inhumanas, además de mantener la calma, la serenidad e incluso alegría, y responder con sabiduría celestial.
Ante el fracaso de la tortura psicológica, el juez la amenazó con hacerla llevar a un lugar en donde sería inducida a la corrupción y a la impureza corporal, pero Santa Lucía le respondió: “Aunque el cuerpo sea irrespetado, el alma no se mancha si no acepta ni consiente el mal”. Así, nos deja la enseñanza entre tentación, que no es pecado, y tentación consentida, que sí es pecado. Si no se consiente a la tentación, no hay pecado. Otra lección, es que la impureza corporal es despreciada por Santa Lucía, porque considera su cuerpo como “templo del Espíritu Santo”, destinado a servir de morada a la Santísima Trinidad, mientras que su corazón está destinado a ser altar en donde Jesús Eucaristía sea amado y adorado.
Al intentar llevarla a esta casa de perdición, los soldados trataron de moverla, pero no pudieron moverla, quedándose la santa inmóvil en el sitio donde estaba. Esto nos enseña cuán firme debe ser nuestra fe en Jesucristo, al punto de no ceder ante la presión del mundo.
Finalmente, la decapitaron, permaneciendo sin embargo todavía unida su cabeza al tronco, por lo que podía hablar suavemente; hasta su muerte, continuaba evangelizando y llamando a la conversión de los corazones a Cristo. Esto nos enseña cuán vanas son nuestras conversaciones y cómo debemos, como dice la Escritura, “predicara a tiempo y a destiempo”, no tanto con palabras, sino con ejemplo de vida, como Santa Lucía en su martirio.



[1] http://www.ewtn.com/spanish/saints/luc%C3%ADa.htm

No hay comentarios.:

Publicar un comentario