¿Por qué motivo San José es Patrono de los trabajadores?
¿Por qué tuvo él que trabajar? ¿No podría haber sido dispensado del trabajo, para dedicarle más tiempo a la crianza y educación de su Hijo Jesús?
Siendo San José el padre adoptivo de Jesús,
llama la atención el hecho de que haya tenido que trabajar –y duramente- toda
su vida, hasta el momento de la muerte. De hecho, según la Tradición, San José
muere de una neumonía a causa del frío tomado en una tormenta de nieve en la
que se ve envuelto, al asistir a un trabajo que le había sido encargado en un
pueblo vecino.
El hecho llama la atención porque si San José es el padre adoptivo,
casto y virgen, de Jesús de Nazareth, y si su hijo es nada menos que el Hijo eterno
de Dios Padre que se ha encarnado, al cual San José lo adopta para criarlo y
educarlo en su vida terrena, se podría pensar que podría tener a su disposición
por lo menos algunos centenares de los mejores ángeles, quienes con su obrar
evitarían el trabajo de San José, proveyéndole a él y a toda la Sagrada Familia
de Nazareth todo lo necesario; incluso, esto le permitiría a San José dedicarle
más tiempo a su Hijo Jesús, al no tener que estar tan dedicado al trabajo.
Sin embargo, la realidad, como hemos visto, es totalmente
distinta: San José tuvo que trabajar duramente toda su vida, muriendo incluso
en acto de trabajar. ¿Por qué?
Porque el trabajo del hombre, es una imitación, al modo
humano, del obrar de Dios Creador, que en la tarea de la Creación del mundo, es
retratado de modo antropomórfico, como si fuera un hombre, que trabaja seis
días y al séptimo día, con la obra ya concluida, descansa: “Y quedaron
concluidos el cielo, la tierra y sus muchedumbres. Para el día séptimo había
concluido Dios toda su tarea; y descansó el día séptimo de toda su tarea. Y
bendijo Dios el séptimo día y lo consagró, porque ese día descansó Dios de toda
su tarea de crear” (Gn 1, 31. 2,
3). Trabajar entonces es una actividad propia de Dios y cuando el hombre
trabaja, lo imita. Pero como también es una consecuencia del pecado original,
ya que a partir de entonces el hombre tiene que trabajar –“Ganarás el pan con
el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra de la cual fuiste formado”
(Gn 3, 19)-, Cristo asume esta
realidad del trabajo para santificarla, como lo era antes del pecado original: “Yo
trabajo, y mi Padre también trabaja” (Jn
5, 17). Puesto que el trabajo es algo propio de Dios, y si bien luego del
pecado original ha sido asumido por Cristo Jesús para devolverle su santidad
original, al quedar santificado por Jesús, el trabajo es algo a lo que Jesús
nos exhorta: “Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el Pan que da
la vida eterna” (cfr. Jn 6, 27).
El motivo entonces por el cual San José trabaja duramente a
lo largo de su vida, es este: el trabajo del hombre, lejos de ser un castigo
como consecuencia del pecado original, es una actividad que dignifica y
enaltece al hombre porque de esta manera imita a su Dios, que lo ha creado por
medio del trabajo, en el cual ha empleado a fondo su Omnipotencia, su Sabiduría
divina, su Amor eterno, y es también imitación de Dios Hijo encarnado, que para
salvarlo ha trabajado Él como carpintero, pero sobre todo ha realizado a la perfección
el trabajo encargado por el Padre, la salvación de la humanidad, por medio del
sacrificio de la Cruz. Y el trabajo del hombre, así santificado por la
imitación de Dios Creador y de Cristo Salvador, se vuelve corredentor, porque
este trabajo santificado está representado en la ofrenda del pan y del vino en
la Santa Misa. En efecto, al ofrecerlos, el sacerdote dice: “Bendito seas, Señor, Dios del Universo, por este pan, fruto
de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora
te presentamos: él será para nosotros pan de vida”. Y al ofrecer el
vino, el sacerdote dice: “Bendito seas, Señor,
Dios del Universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que
recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros
bebida de salvación”. El hombre que trabaja
honestamente, y que busca la santificación en el trabajo -algo que será expuesto magistralmente por San Josemaría Escrivá de Balaguer-, está representado
junto con su trabajo en la ofrenda del pan y del vino, y su trabajo se vuelve
redentor del mundo, porque ese pan y vino, que se obtuvieron con su trabajo, se
convertirán, por el poder del Espíritu Santo, en el Cuerpo y la Sangre del
Señor.
Por todos estos motivos, es que San José
es Patrono de los trabajadores.
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