A Santa Catalina de Siena se le apareció una vez Jesús,
sosteniendo dos coronas, una de oro y otra de espinas. Le preguntó cuál de las
dos elegía, y la santa eligió la de espinas.
¿Por qué Jesucristo se aparece con estas dos coronas? ¿Por
qué Santa Catalina eligió la corona de espinas?
Porque la vida del cristiano en la tierra debe ser una
imitación de la vida del Hombre-Dios Jesucristo. El cristiano, para realizar el
plan divino que Dios ha trazado para él desde la eternidad, debe vivir en la
imitación de Cristo, según su estado de vida.
Ahora bien, esta imitación no es meramente moral, como si se
tratara de imitar a un modelo extrínseco, que se encuentra ahí afuera del ser
de la persona, como si fuera una mera imagen mecánica que se mueve sólo por
imitación del modelo original.
Se trata de una imitación mucho más profunda, que se inserta
en el acto de ser metafísico de la persona, que participa del Acto de Ser de la
Persona Segunda de la Trinidad, el Hombre-Dios Jesús de Nazareth; se trata de
una imitación interior, por participación en la vida misma del Hombre-Dios.
Esta forma de imitación, que es por participación, es
incoada en el momento mismo del bautismo, en donde el alma es unida Cristo y,
sin sufrir físicamente la Pasión, es asociada a la Pasión y Muerte de
Jesucristo, y, sin haber todavía muerto, es asociada a su Resurrección.
Por el bautismo, el alma se une al misterio pascual de
Cristo, es hecha partícipe de su Pasión, Muerte y Resurrección, lo cual quiere
decir que adquiere para sí todos los méritos de Cristo. En otras palabras, por el
solo hecho de recibir el sacramento del bautismo, el alma, recibiendo como
propios los méritos infinitos de Cristo, recibe una infinidad de dones
espirituales: se ve libre de la mancha original, es rescatada de la esfera de
influencia del demonio, y obtiene un resonante triunfo sobre la muerte, el
pecado y el ángel caído, además de recibir la filiación divina y constituirse
en heredera del Reino de los cielos y tener asegurada la vida eterna.
Sin embargo, es necesario que el alma se una libre y
voluntariamente a la Pasión de Cristo; es necesario que el alma elija unirse a
Cristo y participar, en esta vida, de su Pasión, para participar en la otra de
su gloria y Resurrección. Este es el motivo por el cual Jesucristo se le
aparece con dos coronas, una de oro y otra de espinas, permitiéndole a Santa
Catalina elegir libremente, y es el motivo también por el cual Santa Catalina aumenta
su grado de santidad al elegir la corona de espinas. Santa Catalina
elige, libremente, asociarse a la Pasión de Cristo, Pasión a la que fue
asociada ya en el bautismo, pero que falta completar en ella mediante la libre
aceptación de unirse a Cristo crucificado, para padecer y morir crucificada con
Él en esta vida y así resucitar gloriosa con Él en la vida eterna.
Viendo el ejemplo de Santa Catalina, la gran mística del
siglo XIV, no debemos pensar que el ofrecimiento de Cristo de las dos coronas se
trata de un hecho reservado sólo a los grandes místicos: es una elección que cada
cristiano, en lo profundo del corazón, debe hacer. Y como los santos están
hechos para imitarlos, al igual que Santa Catalina, elegimos también la corona
de espinas de Jesús, para participar de su Pasión en esta vida, y así
participar de su gloria en la vida eterna.
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