Cuando Jesús se aparece a Santa Margarita de Alacquoque, le muestra su Corazón físico. ¿Cuál es el significado simbólico de este corazón? ¿Qué consecuencias prácticas acarrea, para la espiritualidad del devoto del Sagrado Corazón, el hecho de que Jesús ofrezca su Corazón físico?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que, si bien se trata de un corazón humano -y por lo tanto lo que se ofrece, prima facie, es un amor humano-, hay en él algo mucho más grande y es tan misterioso, que resulta inimaginable e incomprensible y por lo tanto imposible de ser apreciado en su magnitud real, ni esta vida, ni por toda la eternidad en la otra.
En la encíclica Haurietis aquas, de San Pío XII, el Sumo Pontífice enseña que en el simbolismo del Corazón físico de Jesús, está comprendido, además de su doble amor humano -el sensible y el espiritual, vivificado por la caridad infusa-, también el amor divino, porque se funda en el misterio de la unión hipostática[1], lo cual implica que, además del amor humano y del Amor divino de
Es decir, Jesús nos ofrece, no solo su amor humano, sensible y espiritual, divinizado, sino también su amor divino, el correspondiente a
Hay una relación directa y explícita entre el Corazón físico de Jesús y su Amor divino, debido a la unión hipostática, es decir, debido a que
Pero también hay una relación indirecta e implícita entre el Corazón físico de Cristo y el Amor del Padre y del Espíritu Santo, en virtud de la unidad de naturaleza y de la íntima compenetración de las Divinas Personas entre sí (circuminsessio[2])[3].
El Corazón de Cristo, por el hecho mismo de ser el símbolo natural del Amor increado y subsistente en el Verbo, es decir, del Verbo como Amante, es también símbolo del Padre y del Espíritu Santo como Amantes de la humanidad en el Verbo y con el Verbo. El simbolismo del Corazón de Cristo es de una trascendencia absoluta, porque comprende a las Tres Personas de
En otras palabras, el Corazón físico de Jesús, sede simbólica de su amor humano, sensible y espiritual, divinizado, es sede también del Amor divino, no sólo del Amor de
Este Amor es comunicado y efundido por el Sagrado Corazón, en el momento de ser traspasado en la cruz, puesto que es por la herida abierta que se derrama sobre el mundo el Amor trinitario, simbolizado y contenido en la efusión de sangre del Corazón de Jesús al ser atravesado.
Este Amor divino y trinitario, uno en naturaleza y trino en las Personas, donado en la efusión de Sangre del Corazón traspasado, es Amor sublime, purísimo, indivisible, eterno; es Amor de complacencia, de benevolencia y de amistad; e Amor de Bondad divina, es decir, es Amor simplicísimo, infinito, inmenso, inmutable, eterno, uno, verdadero, vivificante; es Amor que es vida, voluntad, amor, justicia, misericordia, providencia, omnipotencia, felicidad; es Amor de las Divinas Personas, que poseen una misma naturaleza, pero se distinguen, aunque no se dividen, en las relaciones personales; es Amor privado absolutamente de cualquier imperfección subjetiva u objetiva; sin egoísmos, sin pasiones o enfriamientos; es Amor necesario hacia
Es en este Amor divino en donde finaliza el simbolismo del Sagrado Corazón de Jesús, si es contemplado, no con la mirada sensible o del sentimiento, sino con “el ojo de la fe”, como dice Santa Catalina de Siena.
Esto tiene su consecuencia para la vida espiritual del devoto del Sagrado Corazón: el culto al Sagrado Corazón finaliza en el culto de latría, es decir, de adoración a
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