San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 24 de julio de 2019

Solemnidad de Santiago Apóstol, Patrono de España



El Apóstol Santiago a caballo o Santiago Matamoros 
(Museo del Prado)

         Vida de santidad[1].

         Fue uno de los 12 apóstoles del Señor. Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él.
Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro: junto con ellos presenció la primera pesca milagrosa –luego de la cual dejó las redes y se dispuso a seguir al Señor-; junto con Pedro y Juan fueron los únicos testigos de la Transfiguración en el Tabor y luego de su Oración en el Huerto de Getsemaní, además de presenciar la gran mayoría de sus milagros. Dice San Juan Crisóstomo que lo prefería tanto porque era “el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor”; otra causa es porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo.
Santiago y Juan fueron protagonistas de un episodio del Evangelio: al dirigirse a Jerusalén, unos habitantes de Samaria no quisieron hospedarlos por este motivo, porque se dirigían a Jerusalén, por lo que Santiago y Juan le pidieron permiso a Jesús para que lloviera fuego del cielo, pero Jesús los reprendió y siguieron la marcha: no habían entendido que Jesús había venido a traer otro fuego del cielo, el fuego del Espíritu Santo, un fuego que no destruye ni provoca dolor, sino gozo y alegría de Dios.
En otro episodio, Santiago y Juan le pidieron a Jesús, por medio de su madre, los primeros puestos en la gloria del cielo, a lo que Jesús les respondió si ellos eran capaces de beber del cáliz que Él iba a beber, es decir, de participar de su Pasión y ambos dijeron al unísono: “Podemos”, con lo cual demostraban que amaban tanto a Jesús, que estaban dispuestos a seguirlo hasta la muerte, incluso, hasta la muerte de cruz. 
Después de la Ascensión de Jesús, el rey Herodes Agripa tomó la decisión de exterminar a los seguidores de Cristo y para ello comenzó con la decapitación de Santiago y el encarcelamiento de Pedro. Así Santiago tuvo el grandísimo honor de ser el primero de los Apóstoles en derramar su sangre por Cristo y su Evangelio, lo cual le mereció el premio eterno en los cielos.
Según tradiciones que datan del siglo VI, se dice que Santiago, en su afán apostólico y evangelizador, llegó incluso a ir hasta España a proclamar la Buena Noticia de Jesucristo. Desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España), santuario al cual acuden cientos de miles de peregrinos de todo el mundo y de todos los tiempos, consiguiendo enormes milagros y favores del cielo[2].
Santiago es Patrono de España y de su caballería, luego de que en una batalla por la Reconquista de España[3], el Apóstol se apareciera montado en un caballo blanco y blandiendo su espada contra los musulmanes. Desde entonces, el grito de guerra de los españoles es: “¡Santiago y cierra, España!”[4]. (cierra en formación de combate).

         Mensaje de santidad.

         Santiago Apóstol no solo fue uno de los que más amó a Jesús, sino también uno de los que mejor comprendió el mensaje de Jesús: esta vida es solo una prueba para la vida eterna.
         Lo comprendió cuando, dejándolo todo, lo siguió a Jesús para anunciar el Reino de los cielos; lo comprendió cuando, después de querer incinerar a los samaritanos, entendió que Jesús venía a traer fuego, sí, pero el Fuego del Amor de Dios, el Espíritu Santo; lo comprendió cuando, junto a su hermano, se dispuso con todo su corazón y toda su alma a “beber el cáliz de la Pasión” y así participar de la Pasión de Jesús; lo comprendió cuando luego de la Ascensión, fue a misionar a tierras desconocidas, que en ese entonces eran el fin del mundo, la actual España. Finalmente, desde el cielo, Santiago Apóstol nos ayuda a luchar contra herejes y mahometanos y, puesto que como hispanoamericanos somos también España, decimos: “¡Santiago y cierra, España!”.


[2] El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.
[4]¡Santiago y cierra, España! es un lema perteneciente a la tradición cultural española, inspirado en un grito de guerra pronunciado por las tropas cristianas durante la Reconquista, en batallas como la de Navas de Tolosa y las españolas del Imperio y de época moderna antes de cada carga en ofensiva. En el corpus impreso del español aparece citado en el siglo xvii, en poemas y dramas de carácter histórico (…)El significado de la frase es, por una parte, invocar al apóstol Santiago, patrón de España y también llamado Santiago Matamoros, y por otro, la orden militar cierra, que en términos militares significa trabar combate, embestir o acometer; «cerrar» la distancia entre uno y el enemigo. Cierra también hace referencia a cerrar filas, para que nadie abandone su puesto en combate y que las líneas de defensa queden huecos que el enemigo pudiera atravesar. El vocativo España, al final, hace referencia al destinatario de la frase: las tropas españolas”; cfr. https://es.wikipedia.org/wiki/%C2%A1Santiago_y_cierra,_Espa%C3%B1a!.

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