San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 8 de junio de 2018

El Sagrado Corazón a la Hermana Encarnación: “Los hombres no recuerdan los dolores de mi Pasión”



El Sagrado Corazón se le apareció a la hermana Encarnación del Sagrado Corazón en Guatemala para manifestarle cuánto dolor le causaban los hombres porque estos –distraídos con las cosas del mundo- no recuerdan su Pasión –y si no recuerdan su Pasión, no recuerdan los motivos de ésta, que es la Misericordia de Dios y el pecado de los hombres-. El día 9 de abril de 1857 la Madre fue a la Capilla a meditar la Pasión, en la parte en la que Jesús es traicionado por Judas Iscariote y sintió en ese momento que el Señor le decía al oído: “Los hombres no recuerdan los dolores de mi Corazón”.
En otra aparición, Jesús le dice así a Santa Gemma Galgani, quejándose de cómo los cristianos se olvidaban de su Corazón y su Amor y de cómo comulgaban muchos cristianos, con hipocresía y cinismo, además de convertir a sus templos en verdaderos "teatros": “Nadie se cuida ya de Mi amor; Mi corazón está olvidado, como si nada hubiese hecho por su amor, como si nada hubiera padecido por ellos, como si de todos fuera desconocido. Mi corazón está siempre triste. Solo Me hallo casi siempre en las iglesias, y si muchos se reúnen, lo hacen con motivos bien distintos de los que Yo quisiera; y así tengo que sufrir viendo a mi Iglesia convertida en teatro de diversiones; veo que muchos, con semblante hipócrita, me traicionan con comuniones sacrílegas”[1].
         Es decir, a través de estas dos apariciones, Jesús le dice a la Iglesia que los cristianos no solo no recuerdan los dolores de la Pasión, sino que no toman conciencia de que lo que reciben en la Eucaristía es el Corazón dolorido de Jesús, puesto que lo reciben distraídamente, haciendo comuniones sacrílegas en la mayoría de los casos porque cuando comulgan están pensando en cosas mundanas o en cualquier otra cosa menos en Él y además nos revela su dolor porque se encuentra abandonado en su Prisión de Amor, el sagrario
         ¿Por qué Jesús quiere que nos acordemos de sus dolores en la Pasión y por qué quiere que recibamos su Corazón Eucarístico con piedad, con amor, con fervor? Por un lado, porque este recuerdo no se trata de una mera afectividad y tener devoción al Sagrado Corazón no es una simple devoción dejada al libre querer del que le parezca: así como en la Pasión de Jesús están contenidas todas las gracias que necesitamos para la salvación, así también, de la misma manera, en el Sagrado Corazón  están contenidas todas las gracias necesarias para nuestra eterna salvación, según le dijo Jesús a Santa Margarita.
         Que en la devoción al Sagrado Corazón están contenidas las gracias más que suficientes y necesarias para la eterna salvación en el Reino de Dios y para al mismo tiempo evitar la eterna condenación en el Infierno, eso es lo que Jesús le dice a Santa Margarita en una de las apariciones: “Me hizo ver que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número (y que ese Amor) le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es, al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en él su amor y llenarlo de los dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados. Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su santa imagen para tributarle honores y que tal bendición sería como un último esfuerzo de su amor (…) a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción”.
Para esto se manifiesta Jesús como Sagrado Corazón y para esto quiere que le tengamos devoción: para “Apartar (a los hombres) del camino de la perdición, en el que los precipita Satanás en gran número (es decir, el Infierno); destruir en él (en el hombre) todos los movimientos desordenados (los movimientos desordenados son los pecados que, si son mortales y no se confiesan, conducen al Infierno); apartarlos del imperio de Satanás (el Príncipe del Infierno) (y que los hombres queden) bajo el imperio de su Amor”.
          Es para que nos apartemos del camino de Satanás y para que lo reconozcamos a Él, a Jesús, como a Nuestro único Rey, es para lo que Jesús nos revela su Sagrado Corazón y es para este fin que sufrió la Pasión ya desde el momento mismo de la Encarnación. Otro elemento a tener en cuenta es que si las gracias para nuestra eterna salvación están contenidas en la Pasión y en el Sagrado Corazón, están contenidas por lo tanto también en la Eucaristía, porque es allí donde está vivo y glorioso el Sagrado Corazón. Por esta razón es que nos entrega en cada comunión eucarística su Sagrado Corazón Eucarístico, porque en la Eucaristía el Sagrado Corazón está, lleno de la gloria y del Amor de Dios, vivo y palpitante.
Entonces, recordar, meditar, pedir la gracia de participar de los dolores de la Pasión de Jesús, ser devotos del Sagrado Corazón de Jesús es necesario para nuestra eterna salvación y es tan necesario, que quien no es devoto del Sagrado Corazón Eucarístico de Jesús, no tiene modo de salvarse eternamente y quien rechaza esta devoción no tiene modo de librarse de Satanás y por lo tanto pone su salvación eterna en grave riesgo. Jesús se manifestó como el Sagrado Corazón para destruir los movimientos desordenados de nuestros corazones, que nos conducen al pecado; para librarnos de Satanás y de la eterna condenación en el Infierno y para colmarnos de toda clase de gracias necesarias para nuestra santificación y eterna salvación. Nada de esto tiene que ver con una devoción que se queda solo en la afección sensible, como erróneamente afirman muchos que desconocen al Sagrado Corazón.



[1] Cfr. www.religionenlibertad.com/la-terrible-carta-de-gema-galgani-13999.htm

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