San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

jueves, 25 de noviembre de 2021

San Andrés, Apóstol

 



         Vida de santidad[1].

         San Andrés era natural de Betsaida, hermano de Pedro y pescador como él. Fue el primero de los discípulos de Juan el Bautista a quien llamó el Señor Jesús junto al Jordán y que le siguió, trayendo consigo a su hermano. La tradición dice que, después de Pentecostés, predicó el Evangelio en la región de Acaya, en Grecia, y que fue crucificado en Patrás.

         Mensaje de santidad.

         Parte de su mensaje de santidad está en sus palabras dirigidas a su hermano Simón: “Hemos encontrado al Mesías”. Es decir, Andrés encuentra a Jesús, llevado por el Bautista y una vez que lo encuentra, va a comunicar la noticia del hallazgo del Mesías a su hermano Simón; San Andrés no se queda egoístamente con la noticia de que lo encontrado para él solo, quiere compartir la alegría de haber encontrado al Redentor, al Hombre-Dios, con todos, empezando con su prójimo. Por eso dice el Evangelio: “Y lo llevó a Jesús”. Esta actitud de Andrés, de seguir a Jesús luego de que el Bautista lo señalara como al “Cordero de Dios” y luego de estar con Jesús, para después comunicar a los demás que ha encontrado al Mesías, es el ejemplo de lo que todo cristiano debe hacer: encontrar a Jesús, estar con Él, recibir el Amor de su Sagrado Corazón y luego llevar a nuestros hermanos al encuentro con Jesús, para que ellos también lo conozcan, lo amen y lo adoren. En nuestro caso, quien nos dice que Jesús es el Cordero de Dios y está en el sagrario es la Iglesia, porque luego de la transubstanciación, el sacerdote eleva la Eucaristía y dice: “Éste es el Cordero de Dios”; luego de saber que la Eucaristía es Jesús, el Cordero de Dios, el cristiano debe acudir a adorar a Jesús en el sagrario, en donde recibirá el Amor de su Sagrado Corazón Eucarístico. Por último, el cristiano, inflamado en el Amor de Jesús Eucaristía, hará apostolado para que su prójimo inicie el camino de la conversión eucarística, el camino que lo conduce a conocer, amar y adorar al Cordero de Dios, Jesús Eucaristía. Ése es el legado de santidad que nos deja San Andrés Apóstol.

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