San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 19 de febrero de 2021

San Expedito y su lucha contra el Demonio


 


         San Expedito era un soldado romano pagano, es decir, que no conocía a Jesucristo y por lo tanto adoraba a ídolos falsos. Un día, recibió la gracia de conocer a Jesucristo como Hombre-Dios, como el Salvador de la humanidad. Pero antes de que pudiera contestar a la gracia, se le apareció el Demonio bajo la forma de un cuervo negro, quien lo tentaba diciéndole que se convirtiera, sí, pero que lo dejara para “mañana”, es decir, que aceptara a Jesucristo, pero no hoy, sino mañana; hoy podía seguir en su vida de paganismo, de atracción por las cosas vanas de la tierra y mañana sí podría aceptar a Jesucristo. Es sabido, porque así nos lo reveló Nuestro Señor Jesucristo, que el Demonio es el “Padre de la mentira”, por lo que lo que le proponía el Demonio era falso, porque nadie puede saber si amanecerá vivo al día siguiente: el Demonio lo que le proponía en realidad era que continuara en la vida de pecado, en la vida de pagano, en la vida de adoración de ídolos falsos, en la vida de la seducción por los placeres terrenos.

         En este momento, San Expedito se enfrentaba a una encrucijada en su vida: por un lado, había recibido la gracia de conocer a Jesucristo como a su Salvador; por otro lado, el Demonio lo tentaba para que pospusiera su conversión, dejándola para otro día, para que continuara con su vida de pagano. San Expedito debía luchar contra la tentación, detrás de la cual se encontraba el Tentador de la raza humana, el Ángel caído. Entonces, San Expedito, que tenía la Santa Cruz en su mano, recibió la fuerza de Jesucristo desde lo alto, desde la Cruz y, con esa fuerza divina, levantó la Cruz en alto y dijo: “Hodie”, que significa “Hoy”, al mismo tiempo que aplastaba la cabeza del cuervo-demonio que, inadvertidamente, se había acercado hasta los pies de San Expedito. Al decir “Hoy”, San Expedito quería decir: “No mañana, sino hoy me convierto a Jesucristo; no mañana, sino hoy, ahora, en este momento, digo “no” a la tentación, digo “no” a las obras del Demonio, digo “no” a la oscuridad del paganismo, para abrazarme a la Santa Cruz de Nuestro Señor Jesús”. Por su celeridad en responder a la gracia, es que San Expedito triunfó sobre el Demonio y se convirtió en el santo de las causas urgentes.

         Hoy el Demonio no se nos aparece como un cuervo negro, sino disfrazado de los colores del arco iris: se nos presenta bajo la ideología de género, bajo la cultura de la muerte, haciendo creer que el aborto y la eutanasia son derechos humanos; se nos presenta bajo ideologías anti-cristianas como el comunismo, que aplastan los derechos de Dios y persiguen a los cristianos; se nos presenta bajo falsas ideas de hacer de esta tierra un paraíso terreno por medio del ateísmo, del materialismo, del hedonismo; se nos presenta bajo la religión del Anticristo, que es la Nueva Era, en donde se practica el ocultismo, el satanismo, la brujería y toda clase de ritos demoníacos. Al recordar a San Expedito en su día, le pidamos que interceda por nosotros para que tengamos la misma fortaleza ante la tentación y la misma celeridad en decir “no” al Tentador y decir “sí” al Salvador de nuestras almas, el Hombre-Dios Jesucristo.

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