San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 4 de febrero de 2020

Vida de San Blas


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          Vida de santidad[1].

          San Blas fue médico y obispo de Sebaste, Armenia. Hizo vida eremítica en una cueva del Monte Argeus. San Blas era conocido por su don de curación milagrosa; dentro de estas curaciones, está el milagro que realizó y con el cual le salvó la vida de un niño que se ahogaba al obturar su garganta una espina de pescado. Cuando San Blas pasaba encadenado para ser ajusticiado, la madre del niño se arrojó a sus pies y le pidió por su hijo: San Blas oró y le impuso las manos sobre la garganta y al instante el niño volvió a la vida. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta.
También según la tradición, se le acercaban incluso animales enfermos para que les curase, aunque no lo interrumpían en sus momentos de oración.
Cuando se inició la persecución del emperador Agrícola, gobernador de Cappadocia, contra los cristianos, ésta abarcó, donde se encontraba el santo haciendo vida eremítica. La forma en el que lo atraparon fue así: sus cazadores fueron a buscar animales para los juegos de la arena en el bosque de Argeus y encontraron muchos de ellos esperando fuera de una cueva, y ésa era la cueva de San Blas, pues los animales se encontraban allí esperando al santo para que los curase. Los esbirros del emperador ingresaron en la cueva y allí  encontraron a San Blas en oración y lo arrestaron. El emperador Agrícola trató sin éxito de hacerle apostatar, cosa que no pudo lograr porque San Blas se mantuvo firme en le fe en Jesucristo. En la prisión, San Blas sanó a algunos prisioneros. Finalmente fue echado a un lago para que se ahogara, pero San Blas, parado en la superficie y desafiando a las leyes de la física, invitaba a sus perseguidores a caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses, pero cuando estos lo intentaron, se ahogaron. Finalmente, cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado, en el año 316 d. C.

          Mensaje de santidad.

          San Blas es el patrono de las gargantas y de las enfermedades de la garganta; como tal, podemos pedirle que haga un milagro en favor nuestro aun más grande que el milagro que hizo con el hijo de la mujer, que se había atragantado con una espina de pescado: le podemos pedir al santo, además de su fe inconmovible en Cristo Dios, que nos conceda el don de que nunca salga de nuestras gargantas nada que ofenda a Dios y que sólo salgan alabanzas a Dios y elogios y deseos de paz para nuestros prójimos.

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