San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 1 de octubre de 2019

Los ángeles en la Creación de Dios



         Los ángeles son seres espirituales, es decir, no poseen corporeidad, que fueron creados con inteligencia y voluntad con el mismo fin del hombre: conocer, hacer reverencia –adoración-, amar y servir a Dios. Para este fin fueron dotados de inteligencia, con la cual conocer a Dios y de voluntad, con la cual amar a Dios. Fueron creados en una jerarquía angélica, de manera que hay ángeles que son más poderosos que otros. Al igual que el hombre, también ellos fueron sometidos a una prueba para que decidan si querían servir a Dios o no porque, al ser seres personales, es decir, dotados de inteligencia y voluntad, son también seres libres, lo cual quiere decir que debían manifestar voluntariamente su deseo de servir a Dios. La prueba para decidir si queremos servir a Dios o no, en el hombre, dura lo que dura su vida terrena; en el caso de los ángeles, al no tener cuerpo, no viven en el tiempo terreno, sino en un “tiempo angélico” que se llama “aevum” y es en ese tiempo en el que los ángeles debieron decidirse por Dios o contra Dios. Muchos de los ángeles, al mando de San Miguel Arcángel, se decidieron a favor de Dios y es así que permanecieron en el cielo y permanecen en él por toda la eternidad; muchos otros, encabezados por Satanás, se rebelaron contra Dios, al grito de “Non serviam” o “No serviré” y fue así que cometieron el pecado de orgullo y luego de una batalla en el cielo con los ángeles buenos, los ángeles malos, que perdieron la gracia, fueron expulsados del cielo y precipitados en el Infierno, un lugar en donde sólo actúa la Justicia Divina, sin Misericordia, creado especialmente para ellos y al que van a hacerles compañía los hombres impíos, los hombres que, como ellos, son impíos y no quieren servir a Dios.
         Los ángeles entonces fueron creados para conocer, amar, adorar y servir a Dios, aunque también tienen otra función: cuando un alma humana es creada por Dios, inmediatamente Dios le asigna un ángel custodio, para que le ayude a conseguir el fin para el cual el hombre fue creado, esto es, conocer, amar y servir a Dios Uno y Trino. Estos ángeles reciben el nombre de “Ángel de la Guarda” y son asignados por Dios desde el mismo instante en el que el alma es creada. Por eso se debe rezar con frecuencia al Ángel de la Guarda, para que nos ayude a conocer y a amar cada vez más a Jesús y a la Virgen.
Por último, también hay que decir que, así como hay un ángel que nos protege y quiere conducirnos al Cielo, así también hay ángeles caídos que quieren nuestra eterna perdición y desean conducirnos al Infierno. Muchos ángeles caídos se hacen pasar por ángeles de luz, pero son ángeles del Infierno; estos ángeles se caracterizan por nombres como Uriel, Zalachiel, etc. y en vez de ayudarnos a vivir en gracia, prometen “luz y buenas vibraciones y prosperidad económica”; cuando sepamos de estos ángeles, debemos saber que estos son los ángeles de la secta luciferina Nueva Era y debemos apartarnos inmediatamente de ellos.
         Al recordar a nuestros Ángeles de la Guarda en su día, les pidamos que nos ayuden a conocer y amar cada vez más a Jesús Eucaristía y a la Virgen, Nuestra Señora de la Eucaristía, y así estaremos viviendo, en esta vida terrena, ya con el corazón en el cielo.

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