San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 19 de enero de 2018

La gracia y la teología, necesarias para apreciar la devoción al Sagrado Corazón


         Además de la gracia, es necesaria la teología tomista para poder apreciar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. De lo contrario, se corre el grave riesgo de caer en la errónea creencia de pensar que se trata de una devoción sentimentalista, quedando la devoción privada de toda realidad sobrenatural.
         La gracia es necesaria porque, tratándose la Encarnación del Verbo un misterio sobrenatural, es por lo tanto inalcanzable para la razón humana, lo cual significa que no puede ser conocido sino es por revelación divina. A su vez, la teología es necesaria porque, una vez que la gracia actúa iluminando la inteligencia y la voluntad, la teología le muestra a ambas la supra-racionalidad del misterio, que implica la donación total del Ser divino trinitario tanto en el Sagrado Corazón, como en la Eucaristía, que es el mismo Sagrado Corazón, oculto en apariencia de pan.
         La gracia, entonces, es necesaria en la devoción al Sagrado Corazón, para que ilumine nuestras mentes acerca del misterio de la Encarnación del Verbo y la prolongación de su Encarnación en la Eucaristía, y es necesaria también para que mueva nuestra voluntad –nuestra capacidad de amar- al Bien y al Amor divinos contenidos en el Sagrado Corazón.

         ¿Qué nos dice la teología tomista? Nos dice que el Sagrado Corazón de Jesús es un corazón humano, puesto que pertenece a Jesús de Nazareth, pero que está unido hipostáticamente, personalmente, a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. En otras palabras, la teología nos dice que, en el momento en el que el Verbo de Dios se encarnó, unió a Sí mismo la naturaleza humana de Jesús, de manera que esta naturaleza le pertenece personalmente a la Segunda Persona de la Trinidad. No hay una “persona humana” en Jesús de Nazareth, sino una Persona divina y es la Segunda de la Trinidad. En consecuencia, el Corazón de Jesús no es el corazón de un hombre más entre tantos, sino que es el Corazón mismo de Dios. Y este Corazón de Dios, el Sagrado Corazón de Jesús, está contenido en la Eucaristía, puesto que en la Eucaristía late, vivo, glorioso, resucitado, inflamado en el Fuego del Divino Amor, el Espíritu Santo.

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