San
Blas, nacido de familia noble y rica, fue médico y luego obispo de Sebaste,
Armenia, padeciendo el martirio en tiempos del emperador Licinio[1]. Cuando comenzó la
persecución, recibió una inspiración divina que le ordenó retirarse a una cueva
del Monte Argeus, frecuentada únicamente por las fieras y en donde hizo vida de
ermitaño. En la cueva del Monte Argeus, San Blas recibía con afecto a los
animales salvajes, de quienes se dice que acudían en manadas para recibir su
bendición y también para ser curados por el santo aquellos que estaban enfermos
o heridos –sin embargo, nunca lo interrumpían en su tiempo de oración- y por
esto, es patrono de los animales salvajes. Precisamente, su detención se
produjo debido a que unos cazadores, que buscaban atrapar fieras para el circo
romano, al anoticiarse de que en esa área se reunían manadas de animales
salvajes –que eran los que iban a ver al santo-, encontraron a éste rodeado por
los animales. Los cazadores intentaron capturar a las bestias, pero san Blas
las espantó, las bestias se fueron y entonces le capturaron a él. Al enterarse
de que era cristiano, lo llevaron preso ante el gobernador Agrícola. Cuando
estaba en prisión –estando allí sanó muchos enfermos- lo privaron de alimentos,
pero una mujer, agradecida por un milagro recibido de parte del santo, le llevó
víveres y velas, y esto originó la costumbre de administrar una bendición
especial a los enfermos, colocando dos velas (en memoria de las que llevaron al
santo en su calabozo) en posición de una cruz de san Andrés, en el cuello o
sobre la cabeza del suplicante, pronunciándose estas palabras: “Per
intercessionem Sancti Blasi Liberet te Deus a malo gutturis et a quovis alio
malo” (por intercesión de san Blas te libere Dios de todo mal de la garganta y
de todo otro mal)[2].
El
gobernador Agrícola intentó en vano hacerlo apostatar de la fe en Cristo Jesús,
por lo cual terminó condenándolo a muerte. Ya de camino al suplicio, volvió a
la vida a un niño que se había atragantado con una espina con una espina de
pescado, y aquí es donde se origina la costumbre de bendecir las gargantas el
día de su fiesta.
Finalmente
fue echado a un lago, aunque no murió allí: milagrosamente, San Blas permaneció
de pie sobre la superficie del lago, desde donde invitaba a sus perseguidores a
caminar sobre las aguas y así demostrar el poder de sus dioses. Como es obvio,
estos no pudieron hacerlo. Cuando volvió a tierra fue torturado y decapitado[3].
Al
conmemorar a San Blas, debemos pedir la bendición de las gargantas, pero teniendo
en cuenta, por un lado, que no solamente o exclusivamente debemos pedir esta
bendición para implorar que Dios nos libere de males orgánicos o materiales de
la garganta (tumores, infecciones, etc.), sino que, ante todo, debemos pedir
que nos libere del peor mal de garganta –que se origina en el corazón- y que es
la habladuría, la maldición, el perjurio, la blasfemia, la maledicencia, para
que por nuestra garganta solo pasen palabras de bendición a Dios y de consuelo,
amor y paz para nuestros prójimos. Por otro lado, en la conmemoración de San
Blas, tampoco debemos quedarnos en el pedir la bendición de las gargantas, sino
que debemos meditar y reflexionar en su condición de mártir, porque el mártir
es un don del Espíritu Santo para la Iglesia Universal, de todos los tiempos;
un mártir es una joya preciosísima que engalana la corona de la Santa Madre
Iglesia: un mártir, como San Blas, nos está diciendo, con su sangre derramada
por el Nombre de Cristo, que “no hay otro nombre dado bajo el cielo para la
salvación” (Hech 4, 12); en consecuencia,
debemos pedirle a San Blas que interceda para que, a imitación suya, seamos
capaces de dar la vida antes que perder a Cristo y su gracia santificante.
[1] http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=saintfeast&localdate=20160203&id=11929&fd=0. En Alemania se le honra, además
como uno de los catorce “heilige Nothelfer” (santos auxiliadores en las
necesidades).
[2] http://evangeliodeldia.org/main.php?language=SP&module=saintfeast&localdate=20160203&id=11929&fd=0. En algunos lugares, existe
también la tradición del “agua de san Blas”, que se bendice en su día y que
generalmente se da a beber al ganado que está enfermo
[3]
http://www.corazones.org/santos/blas.htm
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