San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 23 de junio de 2014

El Nacimiento de San Juan Bautista


         El nacimiento de Juan el Bautista está precedido por numerosos signos y prodigios: su madre, Santa Isabel, siendo una mujer entrada en años, lo concibe de su esposo Zacarías a pesar de su edad; su concepción es anunciada por un ángel; su padre pierde el habla por no creer en los signos del cielo, y la recupera cuando los cree; una vez concebido, “salta de alegría” (cfr. Lc 1, 39-45) en la Visitación de la Virgen y el Evangelista Lucas confirma que “la mano de Dios estaba sobre Juan el Bautista”. Luego, durante toda su vida, hasta que llega el momento de “manifestarse a Israel”, lleva una vida austera, de penitencia y oración, “en el desierto”, como lo dice el Evangelio.
Pero no solo su nacimiento, sino también su muerte está marcada por un sello del cielo, desde el momento en que no se trata de una muerte cualquiera, sino que se trata de una muerte martirial, ya que es decapitado, no por defender una regla moral –la indisolubilidad matrimonial, en este caso, de Herodes-, sino que es decapitado por dar testimonio de Jesucristo, el Hombre-Dios. Y como si no fueran suficientes estos signos celestiales, es el mismo Jesucristo quien elogia a Juan el Bautista, llamándolo: “el más grande entre los nacidos de mujer” (cfr. Lc 7, 28).
         ¿Por qué tantos signos de parte del cielo, tanto en su nacimiento como en su muerte? ¿Por qué una vida de tanta austeridad en el desierto? ¿Por qué el elogio de parte de Jesús? Por la función más trascendental y única para la cual fue concebido Juan el Bautista: el anuncio de la Llegada del Salvador, el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.  

Ahora bien, todo bautizado está llamado a ser otro Juan Bautista, porque todo bautizado participa del don de profecía, don por el cual anuncia al mundo que Jesucristo es el Cordero de Dios, el Kyrios, el Señor, Dios hecho hombre sin dejar de ser Dios, que ha muerto en cruz y ha resucitado, y prolonga su sacrificio en cruz en la Santa Misa y entrega su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad en la Eucaristía, para que quien crea en Jesús Eucaristía y se alimente del Verdadero Maná bajado del cielo, la Eucaristía, tenga Vida eterna y viva para siempre. Todo cristiano está llamado a dar la vida por Jesús, como lo hizo Juan el Bautista.         

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