San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

viernes, 1 de mayo de 2020

San José, modelo de santidad para todo esposo, padre e hijo


Catholic.net - La Sagrada Familia

          Desde su más pequeña infancia, durante su juventud y en su edad adulta, San José se caracterizó por la diversidad de dones, virtudes y gracias que poseía: humilde, viril, puro, piadoso, devoto, ferviente y casto. La razón es que había sido elegido, desde su nacimiento, para ser el Padre Adoptivo de Dios Hijo en la tierra, además de ser el Esposo meramente legal de la Madre de Dios. Ambas funciones no las podía desempeñar cualquier hombre, ni siquiera un hombre sabio o prudente, sino que debía ser un hombre santo y el más santo entre todos y éste, por la gracia de Dios, era San José. Desde muy pequeño, la gracia de Dios asistió a San José para que no solo no cayera en el pecado, sino para que fuera uno de los santos más grandes entre todos los santos. A Él le confió Dios Padre los dos tesoros que más amaba: a su Hijo Jesús y a la Virgen María, su Madre. Dios Padre no podía ni quería encargar a nadie que no tuviera las cualidades, dones y virtudes que tenía San José, para que lo reemplazara en el papel de Padre en la tierra: Él era el Padre de Jesús en la eternidad, puesto que Jesús es Dios e inhabita en el seno del Padre desde la eternidad, pero al encarnarse, necesitaba de un padre terreno, adoptivo, y ése no podía ser otro que San José. A su vez, Dios Espíritu Santo, Esposo celestial de María Santísima, no podía encargar a otro que no fuera San José, el desempeñar el rol de esposo meramente legal de su virginal esposa, la Madre de Dios.
          Por estas razones, San José es modelo inigualable de hijo, de padre y de esposo: de hijo, porque cumplió a la perfección el rol que le asignó Dios Padre; de padre, porque cumplió ejemplarmente el papel de Padre adoptivo de Jesús, también encomendado por Dios Padre; por último, desempeñó a la perfección el rol de Esposo meramente legal de María Santísima, pues siempre la amó con amor de hermano, a la Virgen María. Por todo esto, San José es modelo inigualable de santidad para todo hijo, esposo y padre terrenos, que deseen alcanzar el Reino de los cielos.

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