San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

martes, 28 de abril de 2020

San Luis María Grignion de Montfort


Vida y obra de San Luis María Grignion de Montfort - YouTube

Vida de santidad[1].

 Nació en Montfort, Francia, en 1673. Desde muy joven fue un gran devoto de la Santísima Virgen. Antes de ir al colegio por la mañana y al salir de clase por la tarde, iba a arrodillarse ante la imagen de Nuestra Señora y allí se quedaba como extasiado. Pero el santo no se contentaba con rezar, ya que era muy caritativo con los más necesitados. El padre de Luis María era un hombre muy violento y cuando su padre estallaba en arrebatos de mal humor, el joven se refugiaba en sitios solitarios y allí rezaba a la Virgen amable, a la Madre del Señor. Y esto lo hará durante toda su vida. De igual manera, cuando ya como sacerdote sea incomprendido, perseguido, insultado con el mayor desprecio, encontrará siempre la paz orando a la Reina Celestial, confiando en su auxilio poderoso y desahogando en su corazón de Madre, las penas que invaden su corazón de hijo. Durante su vida sacerdotal fue un gran peregrino y devoto de los santuarios marianos. Su primera Misa quiso celebrarla en un altar de la Virgen, y durante muchos años la Catedral de Nuestra Señora de París fue su templo preferido y su refugio.
San Luis Maria de Montfort dedicó todas sus grandes cualidades de predicador y de conductor de multitudes a predicar misiones para convertir pecadores y para lograrlo, invocaba constantemente a la Virgen. El Papa Clemente XI lo recibió muy amablemente y le concedió el título de “Misionero Apostólico”, con permiso de predicar por todas partes.
En cada pueblo o vereda donde predicaba procuraba dejar una cruz, construida en sitio que fuera visible para los caminantes y dejaba en todos un gran amor por los sacramentos y por el rezo del Santo Rosario, siendo por esto perseguido por los jansenistas, quienes predicaban todo lo contrario, esto es, que no había que recibir casi nunca los sacramentos porque no somos dignos de recibirlos. Antes de cada misión se encomendaba a la Santísima Virgen, diciendo: “donde la Madre de Dios llega, no hay diablo que se resista”. San Luis de Montfort fundó una Comunidad religiosa llamada “Los Padres Montfortianos”, llamando a la sección femenina “las Hermanas de la Sabiduría”. Murió San Luis el 28 de abril de 1716, a la edad de 43 años.

Mensaje de santidad.

Dentro de su vasto mensaje de santidad, podemos destacar una de sus obras más conocidas, “La Verdadera Devoción a la Virgen María”. En esta obra, además de enumerar las características de los verdaderos devotos de la Virgen, también enumera cuáles son los falsos devotos de la Madre de Dios. Veamos cuáles son esos falsos devotos de la Virgen, según San Luis María, para evitar ser uno de ellos. Según el santo, entre los falsos devotos a la Virgen se encuentran: los devotos críticos, que no creen en nada pero todo lo critican; los devotos escrupulosos, que temen ser demasiado devotos de la Santísima Virgen por respeto a Jesucristo, tomando una actitud semejante a la de los protestantes; los devotos exteriores, que hacen consistir toda su devoción en prácticas exteriores, en tanto que interiormente no hacen nada por acercarse a la Madre de Dios; los devotos presuntuosos, que bajo el oropel de una falsa devoción a la Santísima Virgen, viven encenagados en el pecado; los devotos inconstantes, que por ligereza cambian sus prácticas de devoción o las abandonan a la menor tentación; los devotos hipócritas, que entran en las cofradías y visten la librea de la Santísima Virgen para hacerse pasar por santos, pero sus vidas distan mucho de ser vidas de santidad; finalmente, los devotos interesados, que sólo recurren a la Virgen para librarse de males corporales o alcanzar bienes de este mundo. Que la Santísima Virgen, por intercesión de San Luis María Grignon de Montfort, nos libre de ser un falso devoto de María.

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