San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

lunes, 29 de abril de 2019

Santa Catalina de Siena y su imitación de Cristo


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          Un cierto día, estando Santa Catalina en su celda, se le apareció Jesús, portando dos coronas en sus manos: una de oro y otra de espinas. Se las mostró a Santa Catalina y le dijo que eligiera cuál corono quería llevar, que la que ella eligiese, Él se la daría. Santa Catalina, sin dudar un instante, eligió la corona de espinas, mientras decía: “Yo deseo, Oh Señor, vivir aquí siempre conforme a tu pasión, y encontrar en el dolor y en el sufrimiento mi reposo y deleite”. 
          Es decir, Jesús le ofrecía una corona de oro y si la Santa la hubiera elegido, la habría elegido legítimamente, porque Jesús no da cosas vanas. Si hubiera elegido la corona de oro, con toda probabilidad, la santa habría sido reconocida entre las grandes cortes y habría recibido en vida el homenaje que de todos modos se le tributó luego de haber transitado por esta vida. Sin embargo, la Santa optó por elegir la corona de espinas. ¿Por qué razón? Ella misma lo dice: “deseo vivir conforme a tu pasión y encontrar en el dolor y en el sufrimiento mi reposo y mi deleite”. Hay dos razones entonces: vivir conforme a la Pasión del Señor, por un lado y, por otro, encontrar en el dolor y en el sufrimiento el reposo y el deleite.
          La respuesta y la elección de Santa Catalina son ejemplo para todos los cristianos de todos los tiempos, incluidos los nuestros: al igual que la santa, no debemos buscar acomodarnos al mundo y vivir según las reglas del mundo, sino que debemos vivir imitando y también participando de la Pasión Redentora de Jesucristo. También, al igual que la santa, debemos huir de una concepción hedonista de la vida, que busca rechazar el dolor y el sufrimiento a toda costa. Así, vemos que incluso católicos practicantes, cuando tienen una enfermedad, buscan deshacerse de esa enfermedad, acudiendo a cuanto pseudo-sanador encuentren y haciendo todo tipo de terapia de la Nueva Era, con tal de deshacerse del dolor. Ésa no debe ser la actitud del cristiano, frente al sufrimiento y el dolor. Además de hacer los tratamientos correspondientes según la medicina tradicional y convencional, el cristiano debe unirse espiritualmente a la Pasión del Señor, para participar de la misma. 
         El dolor y el sufrimiento tienen valor cuando se los asocia al dolor y al sufrimiento de Cristo Crucificado y de la Virgen al pie de la cruz. Santa Catalina de Siena elige la corona de espinas porque ha comprendido, iluminada por la gracia, el valor de participar de los dolores de Jesús en la Pasión. Al recordarla en su día, le pidamos a la Santa para que nosotros elijamos no el mundo y sus comodidades, representados en la corona de oro, sino participar de Cristo y su Pasión redentora, representada en la corona de espinas y le pidamos a la santa que nos ayude a elegir siempre la corona de espinas.

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