San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

sábado, 21 de abril de 2018

San Jorge lucha contra el Dragón


         

        
         Vida de santidad[2].

         Nació en Palestina, la tierra de Jesús, en un lugar llamado Lydda[1]. A pesar de la popularidad de San Jorge, se conocen muy pocos datos de él, y casi todas sus noticias se basan en leyendas y tradiciones que han pasado de boca en boca a lo largo de los siglos[3]. Todos los historiadores y escritores de libros de santos, suelen coincidir en que fue un soldado romano, nacido en el siglo III en Capadocia (Turquía) y que falleció a principios del IV, probablemente en la ciudad de Lydda, la actual Lod de Israel. Sus padres, según la tradición, eran labradores y tenían mucho dinero. Desde muy joven ingresó en el ejército romano y se caracterizó siempre por su valentía, llegando a alcanzar el grado de capitán.
         La tradición más difundida de San Jorge[4] es la del dragón, en la cual se nos presenta a nuestro santo como un soldado o caballero que lucha contra un ser monstruoso (el dragón) que vivía en un lago y que tenía atemorizada a toda una población situada en Libia. Dicho animal exigía dos corderos diarios para alimentarse a fin de no aproximarse a la ciudad, ya que desprendía un hedor muy fuerte y contaminaba todo lo que estaba vivo. Con el paso del tiempo, los ganaderos se quedaron casi sin ovejas por lo que el dragón exigió que se le entregara cada día una persona viva, que sería escogida por sorteo. Un buen día, le tocó en suerte ser entregada a la hija del rey pero, cuando el monstruo estaba a punto de devorarla, San Jorge la salvó (por este motivo, San Jorge es también Patrono de los enamorados).
         Ahora bien, en esta tradición se nos presenta una dificultad y es la naturaleza del ser monstruoso a la que San Jorge se enfrentó. Algunos piensan que podría haber sido un animal de gran porte –como por ejemplo, un caimán-, pero la tradición hace difícil que sea un caimán, un lagarto gigante o algo similar, porque estos animales no hablan ni ponen las exigencias de que se les entreguen animales o personas. Lo más probable es que se haya tratado del Demonio en persona, puesto que el Demonio es descripto en la Biblia como un dragón, como por ejemplo, en el Apocalipsis. Y el Demonio sí puede hablar y comunicarse con los humanos y exigirles la entrega de sus bienes o de sus almas. Además, a San Jorge se lo representa siempre con una lanza embistiendo a un dragón y no a un caimán. Por esta razón, pensamos que lo más seguro es que se trató del Demonio en persona y que San Jorge, armado con la lanza de la Palabra de Dios y escudado con la Fe en el Hombre-Dios Jesucristo, lo enfrentó y lo venció. Se trataría de una manifestación extraordinaria del Demonio, manifestación que no es frecuente, como la palabra lo indica, pero que sí sucede.
Siendo así, San Jorge no vaciló en atacar con gran valentía y coraje al Demonio, poniéndolo en fuga y salvando así la vida de la doncella. Además de esta victoria en la lucha, obtuvo otra victoria en la predicación y fue la conversión de numerosas gentes que, escuchándolo hablar del misterio pascual de muerte y resurrección de Jesucristo, se convirtieron a la verdadera religión, la religión católica, haciéndose bautizar.
Continuó un tiempo más al servicio del ejército romano, pero luego se dio cuenta que el Verdadero Capitán era Nuestro Señor Jesucristo y que el ejército que habría de salvar al mundo era el ejército de la Virgen, por lo que repartió sus bienes entre los pobres y renunció a su carrera militar.
Fue en ese entonces que el emperador Diocleciano mandó que todos debían, obligatoriamente, que adorar ídolos o dioses falsos –sucede hoy en países comunistas como Corea del Norte y China, en donde las figuras de los líderes reemplaza al crucifijo- y prohibió adorar a Jesucristo. Pero San Jorge, al enterarse de esta orden inicua, declaró que él nunca dejaría de adorar al Hombre-Dios Jesucristo y que jamás adoraría ídolos.
Entonces el emperador declaró pena de muerte contra él, por lo que fue arrestado, encadenado y conducido a prisión, para luego ser sacado de allí y ser llevado al sitio de su muerte. Cuando pasaban por el templo de los ídolos, se detuvieron para ver si San Jorge, ante la proximidad de la muerte, se arrepentía de su decisión y se decidía a adorar a los ídolos, traicionando a Jesús. Pero entonces sucedió algo impensado y que no puede explicarse humanamente: ante la presencia de San Jorge, varias de esas estatuas de ídolos cayeron derribadas por el suelo y se despedazaron. Con toda seguridad, era el Ángel de la Guardia de San Jorge la que arrojaba a esos ídolos al suelo, o aunque también podría haber sido Nuestro Señor Jesucristo en persona. Viendo que no podían hacerlo desistir, continuaron con la orden del emperador de ajusticiar al santo. En su muerte, hubieron varios episodios que hicieron pensar que San Jorge no solo imitaba sino que participaba de la Pasión de Jesús, porque hizo muchas cosas similares a Jesús: por ejemplo, Jesús no lloró ni se quejó en la flagelación, ofreciendo sus dolores al Padre por nuestra salvación; de la misma manera San Jorge, mientras lo azotaban, él se acordaba de los azotes que le dieron a Jesús, y no abría la boca y sufría todo por Nuestro Señor sin gritar ni llorar. Al verlo sufrir de modo tan valiente, muchos se convertían, exclamando: “Es muy valiente. En verdad que vale la pena ser seguidor de Cristo”. Antes de morir dijo, imitando nuevamente a Jesús y participando de su Pasión: “Señor, en tus manos encomiendo mi alma”. Dijo una de las palabras que dijo Jesús en la cruz, antes de morir: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Esto indica que el Espíritu de Cristo estaba en San Jorge. Al oír la noticia de que se acercaba la hora en que lo habrían de decapitar, se puso contento porque, al igual que Jesús en la Última Cena, sabía que “había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre”, con lo cual, a pesar de morir con el cuerpo, seguiría viviendo con su alma, alabando y glorificando a Dios Trino y el Cordero.
Desde su muerte, su culto se difundió y alcanzó gran celebridad desde muy antiguos tiempos en la Iglesia. La Iglesia de Oriente lo llama “El gran mártir”, siendo proclamado como patrono por los reyes, como el rey de Inglaterra. En efecto, en tiempos de Las Cruzadas, el rey Ricardo Corazón de León se convenció en Tierra Santa de que San Jorge tenía un gran poder de intercesión en favor de los que lo invocaban y llevó su devoción a Europa, especialmente a Inglaterra.

La Cruz de San Jorge

Un elemento especial merece una mención especial y es la denomianda “Cruz de San Jorge”. En las imágenes en las que se representa al santo, en el escudo, se representa siempre una cruz roja sobre fondo blanco. Esta cruz es la que se conoce como “Cruz de San Jorge” y figura en muchas representaciones gráficas de Jesucristo resucitado, donde sale victorioso del sepulcro. Es decir, en muchas de las representaciones de Cristo resucitado, el Señor aparece con un estandarte idéntico a la Cruz de San Jorge. La cruz, vista con ojos humanos y sin fe, es símbolo de derrota y de muerte, pero a partir de la muerte de Cristo en ella, se convierte en signo de victoria sobre el pecado, el Demonio y la Muerte, además de ser signo de Vida eterna. Eso es lo que significa la Cruz de San Jorge, porque no es otra cruz que la cruz de Cristo. Un aspecto curioso es que la Cruz de San Jorge es muy popular también en Cataluña, en donde se la llama: “La Creu de Sant Jordi”. Muchos escudos de entidades y ciudades lo llevan[5].

         Mensaje de santidad.

         Lo importante en San Jorge es, además de su fidelidad a Jesucristo hasta su muerte –eso es lo que caracteriza a todo santo- es que en él y en la historia de su vida, podemos ver una figuración de realidades sobrenaturales que nos atañen a todos nosotros.
         Así, por ejemplo, San Jorge sería el de un santo que actúa en nombre y con el poder participado de Jesucristo y así vence al Demonio; la lanza es la Palabra de Dios, que no es solo la Biblia, porque la Biblia es la Palabra de Dios escrita, sino también la Eucaristía, que es la Palabra de Dios encarnada en apariencia de pan; el dragón o animal feroz es el Demonio; la doncella es el alma en gracia que, bajo los embates del Demonio, está en peligro de sucumbir bajo la tentación y caer en pecado mortal. El Dragón vencido es el Demonio vencido por Jesús en la cruz; la doncella rescatada, es el alma que, con la ayuda de la gracia de Jesucristo, no sucumbe al pecado mortal y continúa viviendo en gracia. 
         ¿Y la Cruz de San Jorge? La Cruz de San Jorge, que es la Cruz de Cristo, no puede estar solo en un escudo; debe estar plantada en el centro de nuestros corazones, para que de la Cruz, bajando la roja Sangre de Jesús, nos purifique y santifique el corazón y así lo prepare para el Cielo. El mensaje central de San Jorge sería la lucha contra el Demonio para no caer en la tentación y el arma principal contra esta lucha es la Cruz de Cristo.       



[1] Patronazgo y protección. Es el patrón de Cataluña, junto a Nuestra Señora de Montserrat. También lo es de Aragón y de los siguientes países: Georgia, Grecia, Inglaterra, Lituania, Polonia, Portugal, Rusia y Serbia. También es el patrón de los caballeros y de los "Boy Scouts", y, en Cataluña, de los enamorados y de algunos campesinos que le imploran por sus campos de cebada. Se le invoca para bendecir una casa nueva y contra las arañas.
[4] La historia de San Jorge fue escrita en el siglo XIII por Santiago de la Vorágine en su célebre obra “La Leyenda dorada”.
[5] Entre ellos el escudo de la ciudad de Barcelona y el del Fútbol Club Barcelona (el Barça). Incluso, la Generalitat (Gobierno de Cataluña) distingue cada año a personajes populares que han hecho algo positivo para Cataluña con la distinción de la “Creu de Sant Jordi” (Cruz de San Jorge).

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