San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial

San Miguel Arcángel, Príncipe de la Milicia celestial
"San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio; reprímale, Dios, pedimos suplicantes, y tú, Príncipe de la Milicia celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a Satanás y a los demás espíritus malignos, que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén".

miércoles, 21 de mayo de 2014

Santa Rita de Casia y su configuración con la Pasión de Cristo


         A lo largo de toda su vida, Santa Rita de Casia vivió de tal manera unida a Cristo, que todo en ella reflejaba a Jesús, tanto en su período de vida laical, como en su período de vida religiosa.
         Siendo laica y esposa, reflejó de tal modo la mansedumbre de Jesús Cordero, que convirtió a su esposo, un hombre violento y abusador, en un hombre cristiano, pacífico y religioso. Cuando este murió a manos de sus antiguos enemigos y sus hijos juraron vengarlo, Santa Rita pidió a Dios la gracia que salvara las almas de sus hijos y que tomara sus vidas antes de que estos murieran en pecado mortal, y Dios le concedió esta gracia, de manera que sus hijos murieron a causa de una grave enfermedad, no sin antes convertirse a causa de las palabras de dulzura y perdón en Cristo de las que les hablaba Santa Rita. Santa Rita así se configuró, siendo laica, con Cristo paciente, misericordioso, bondadoso, humilde, e hizo realidad en su vida el mandato de Cristo de amar a los enemigos, pues no solo no guardó rencor a los asesinos de su esposo, sino que los perdonó y los amó en Cristo.
                Siendo religiosa, le gustaba meditar largamente en la Pasión de Nuestro Señor, particularmente en los insultos, ultrajes y golpes que había recibido en el Via Crucis, en el Camino del Calvario. En la Cuaresma de 1443, luego de escuchar un sermón sobre la Pasión de Nuestro Señor, pidió la gracia a Jesús de participar de sus sufrimientos en la cruz, gracia que le fue concedida, ya que recibió los estigmas y las marcas de la Corona de Espinas en la cabeza, pero a diferencia de otros santos, en quienes estas heridas despedían aromas exquisitos, en Santa Rita estas heridas se volvieron purulentas y comenzaron de inmediato a despedir un hedor insoportable que la obligó, hasta el día de su muerte, a vivir apartada de la comunidad[1]. Solo se quitó este hedor en ocasión de la peregrinación por el Año Santo y en el día de su muerte, cuando el hedor se convirtió en un perfume celestial. Como religiosa, así como laica, Santa Rita de Casia se configuró con Cristo y con Cristo crucificado y coronado de espinas, con Cristo sufriendo en la Pasión, y esto hasta el fin de sus días.
         Ahora bien, no debemos creer que la petición de la participación en la Pasión del Señor está reservada a los grandes santos y místicos como Santa Rita de Casia y como tantos otros; en la Liturgia de las Horas de los fieles, el libro de oraciones de la Iglesia Católica, en las preces, se pide que los fieles –los fieles laicos y los sacerdotes y religiosos- sepan unir sus sufrimientos –físicos, morales, espirituales- a la Pasión del Señor, para así luego ser partícipes de su gloria en la bienaventuranza: “Haz que tus fieles participen en tu pasión mediante los sufrimientos de su vida, para que se manifiesten a los hombres los frutos de la salvación”[2]. Y no hace falta recibir estigmas con fragancias celestiales, ni llagas visibles, ni visiones, ni éxtasis; basta simplemente, en el silencio interior del corazón, hacer el ofrecimiento de la vida con sus tribulaciones a Cristo crucificado y coronado de espinas y entregar este ofrecimiento a la Virgen de los Dolores, que está de pie junto a la cruz; basta con besar los pies de Jesús, basta con besar su Sangre con un corazón contrito y humillado, y continuar con la vida de todos los días, y así la vida cotidiana está crucificada con Cristo, como la vida de Santa Rita de Casia.



[1] http://www.corazones.org/santos/ritade_cascia.htm
[2] Cfr. Vísperas del Viernes IV del Tiempo de Cuaresma.

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